sábado, 30 de septiembre de 2017

LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA HOY



Oscar Upegui
Ante todo queremos agradecer la invitación del Instituto de Relaciones Culturales Mexicano-Cubanas “Flores Magón Mella”, quien a través del compañero Francisco Guzmán nos animó a intercambiar y dialogar sobre la Venezuela de Hoy la Venezuela Bolivariana. De verdad es un honor poder estar aquí compartiendo ideas y discutiendo argumentos con todas y todos ustedes.

En América Latina, las relaciones de poder que hasta finales de la década de los noventa habían favorecido a unos pocos, en detrimento de las grandes mayorías, cambiaron diametralmente. Con la llegada del siglo XXI surgieron en nuestros países liderazgos populares que propiciaron una nueva forma de hacer política, lo que representó un verdadero cambio de época.

Ese proceso tuvo en el liderazgo de Hugo Chávez y en la Revolución Bolivariana un actor fundamental. La visión geoestratégica de Chávez, como expresión de una nueva forma de hacer política y de posicionar a los países del sur del mundo y especialmente de América Latina, en una dimensión más justa, de acuerdo a su historia y a sus potencialidades; con un modelo alternativo al capitalismo; es uno de los legados de mayor importancia en la política latinoamericana y mundial de finales del siglo XX y principios del XXI.

En Venezuela, significó el camino a través del cual se fueron materializando las conquistas y reivindicaciones sociales del pueblo venezolano, que tras doscientos años de expulsar el dominio español, seguía dependiente y sojuzgado a los intereses del imperialismo transnacional.

Chávez entendió que la única forma de saldar la deuda social que pesaba sobre el pueblo venezolano, pasaba necesariamente por la redistribución de la riqueza nacional y por la re significación de la democracia, creando poder popular.
Chávez forjó un ideal de justicia para nuestro pueblo, basado en el pensamiento, sentimientos y acción de Simón Bolívar. La Revolución Bolivariana se propuso —y se propone— revertir la situación de miseria y exclusión secular en que se hallaba el pueblo humilde, situación tan patética que parecía el estado normal de nuestra sociedad. Millones de desamparados, incluyendo niños de la calle, mendigos, analfabetas, estudiantes sin cupo, ancianos, familias en ranchos, servicios públicos privatizados, injerencia imperial y pare de contar.

A lo largo de casi dos décadas de proceso bolivariano, no ha sido poca cosa lo que las y los venezolanos hemos logrado en los distintos ámbitos de la sociedad. Sin duda alguna, política, economía, cultura y todos los aspectos de la vida cotidiana fueron trastocados por un proyecto político de corte, nacionalista, antimperialista, social, pero, sobre todo, profundamente popular.

Justicia social, inclusión y reivindicación del oprimido fueron los ejes transversales en los que desde 1999, bajo la conducción del Comandante Chávez, se inició un proceso de construcción de una nueva sociedad, partiendo como ustedes saben de un proyecto constituyente por el cual se refundó la patria.

Por ello, debemos en esta intervención cuestionar esa afirmación que habla del fin del ciclo progresista, del fin de los gobiernos postneoliberales, del fin de los gobiernos de izquierda latinoamericana, del fin del ciclo. Afirmación que nos recuerda mucho a otra muy famosa que hablaba del fin de la historia y que justificó la implantación de un pensamiento único, EL NEOLIBERAL.

Creemos que, respetando las opiniones de innumerables intelectuales, analistas políticos, economistas, entre otros, ambas se refieren a lo mismo y buscan los mismos objetivos: desmovilizar, desmoralizar, despolitizar, pero sobre todo desconocer lo logrado, lo avanzado.

Sí creemos que por el contrario, como lo vienen afirmando varios intelectuales y políticos de nuestra región como Álvaro García Linera, Alfredo Serrano Mancilla, Juan Manuel Karg y Emir Sader, por solo citar cuatro de muchos que vienen hablando de este tema, que lo que ocurre en la patria grande no es más que una nueva disputa, una nueva etapa en la confrontación de modelos.

Y para desarrollar esta idea fundamentalmente hablaré en las próximas líneas del ejemplo venezolano, aunque me anticipo a la audiencia, no se podrá agotar en estos escasos 20 minutos.

Empoderamiento de un Pueblo

Luego del proceso constituyente, en la Venezuela Bolivariana, el pueblo ejerciendo el poder originario, profundizó la Democracia a todo nivel, política, económica y social.

Logramos acercar la democracia al pueblo construyendo canales de participación popular para hacer real la “democracia participativa y protagónica” tal como quedó plasmada en la Constitución: como mandato, como un objetivo superior, como eje transversal de nuestro sistema político.

Se trató del empoderamiento de un pueblo participando de manera activa y protagónica en los procesos de construcción de políticas públicas garantizadoras de derechos, participando como sujetos activos en la vida del país. En definitiva, de lo que consagra en su artículo 5 de nuestra constitución, que la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, que ejerce el poder originario. Es el “mandar obedeciendo” del que nos habla Enrique Dussell, es la materialización del poder popular.

Esa es la fuerza de la Revolución Bolivariana, la concebida y liderada por el Comandante Chávez. Las grandes mayorías, antes excluidas, hoy están incluidas, empoderadas y protagonizando una Revolución, la Revolución Bolivariana la que hizo de los sueños y legado de nuestros libertadores mandatos para la construcción de una nueva sociedad, justa y protagónica.

Este poder popular se materializa hoy en nuestro país de distinta manera, a través de los comités sectoriales de agua, electricidad, tierra, por solo citar algunos, a través de la constante consulta electoral que nos ha llevado a realizar 21 elecciones en 18 años de proceso político, pero fundamentalmente en el incipiente proceso comunal por el cual aspiramos a un nuevo nivel de relacionamiento político, social y económico por el cual consolidaremos el socialismo bolivariano del que pregonamos. Las Comunas Socialistas.

Combate a la pobreza y superación de la desigualdad

Este proceso significo también que en la Venezuela Bolivariana el pueblo dio su voto por la construcción de políticas económicas y sociales que promovieran la inclusión de los invisibilizados por las elites y los medios hegemónicos, los ayer invisibles se transformaran en sujetos activos de la política, fueron visibilizados, salieron de las catacumbas en donde permanecían por más de 500 años.

Se trató de un verdadero empoderamiento popular en tiempos de Revolución. Estas políticas han llevado progresiva y sostenidamente a la inclusión social y a la recuperación de nuestras riquezas (recursos naturales, sectores estratégicos) a través de un andamiaje jurídico que inició con aquellas 49 leyes habilitantes de 2001 que desencadenaron el odio de la burguesía parasitaria venezolana y la llevaron a realizar el golpe de estado contra el presidente Chávez.

La Revolución Bolivariana ha sido, es y será sinónimo de combate a la pobreza y la superación de la desigualdad. Se incrementó la inversión social por lo que hoy, como lo avalan los organismos internacionales, Venezuela tiene, en definitiva, una mejor calidad de vida, se destaca entre los países que han avanzado sustantivamente en la reducción de las inequidades:

·       Venezuela en 18 años disminuyó 21,6% los niveles de pobreza pasando de 49,4% en 1999 a 27,8% en 2013,
·       Con un índice de GINI de 0,390 (indicador que mide desigualdad) para 2014, Venezuela es el país menos desigual de América Latina.
·       El Gobierno Bolivariano dispone del 75% del PIB para inversión social.
·       Se amplió de manera sustantiva la inversión en educación, alimentación, entre otros. Venezuela es hoy reconocida por la UNESCO como país libre de analfabetismo.
·       Es el quinto país del mundo con mayor tasa de matrícula universitaria. Tenemos actualmente más de 2.600.000 mil estudiantes universitarios. Segundo en América Latina y el Caribe después de Cuba.
·       Se garantiza máxima inclusión y bienestar social para adultos/as mayores. De la población completa de adultos mayores 4 millones. Hoy tenemos más de 3 millones pensionados.
·       Se garantiza el reconocimiento al trabajo doméstico (políticas de inclusión para la mujer)
·       Políticas asertivas para erradicar el hambre por las cuales hemos obtenido diversos reconocimientos por parte de la FAO y gracias a los cuales el programa para erradicar el hambre lleva por nombre Hugo Chávez.
·       En materia de vivienda hemos trabaja incansablemente para saldar la deuda que recibimos de más de 3 millones de familias sin vivienda. Hoy la Revolución Bolivariana ha construido y entregado más de 1.700.000 mil viviendas. Además con unos estándares necesarios para calidad de vida (90 metros cuadrados).
·       En definitiva en la Revolución Bolivariana la Vivienda, la Salud y la Educación son derechos de los ciudadanos y como estado y gobierno se deben garantizar sin ningún cobro.

El saboteo, el asedio y la violencia política como una constante

No es exagerado afirmar que la Revolución Bolivariana ha sido a lo largo de su existencia, una revolución asediada, constantemente saboteada y siempre vilipendiada por los medios de comunicación venezolanos y extranjeros. Las pruebas están allí, en la historia contemporánea de Venezuela.

A los poderes facticos, al establisment global no ve con buenos ojos el proceso político que viene desarrollando el pueblo venezolano y que ha tenido un gran impacto en la sociedad venezolana, visibilizando e incluyendo al pueblo pobre históricamente marginado, en detrimento de las prebendas y beneficios exclusivos de las élites tradicionales del país y de las grandes transnacionales que operaban y operan en Venezuela.

Es esta la historia contemporánea de Venezuela: Golpes de Estado, saboteo a la industria petrolera, paros patronales, protestas violentas y desconocimiento a la institucionalidad democrática que creo y fortaleció la Revolución Bolivariana a través del fomento y profundización de la participación y protagonismo del pueblo venezolano, a través del poder popular.

No obstante, estas prácticas poco democráticas que ha utilizado el imperialismo gringo en connivencia con la oposición venezolano para destruir dicho proceso político se vio fortalecido después de la partida física del Comandante Chávez y de la llegada de la nueva administración revolucionaria encabezada por el Presidente obrero Nicolás Maduro.

Ha sido en estos cuatro años y medio de gobierno del Presidente Nicolás cuando, los factores violentos y golpistas han arreciado aún más los ataques – de todo tipo – contra la revolución bolivariana, Y lo decimos con propiedad, el asedio que ha tenido que soportar el compañero presidente en estos cuatro años no tiene punto de comparación con ningún presidente en nuestro país.

En los últimos tres meses del año 2017 hemos visto una nueva arremetida violenta de la derecha nacional apoyada de la internacional jamás visto en nuestro país. El fascismo y terrorismo desarrollado por la derecha venezolana generó cosas nunca antes vistas en nuestro país, 28 personas quemadas vivas por su condición de chavistas o por el simple hecho de parecerlas (es decir afrovenezolanas, indígenas, pobres, siguiendo un fenotipo racista jamás observado en Venezuela), de las cuales 9 personas murieron, quema de edificios públicos con personas adentro (incluyendo niños y niñas de guarderías), afectación de servicios públicos como transporte y redes de conexiones (telefonía e internet), ataque a zonas y cuarteles militares, por solo mencionar algunas de las múltiples acciones terroristas que no fueron informadas a la opinión pública mundial, sencillamente porque no les convenían mostrar el verdadero rostro fascistoide de la oposición venezolana y de parte de sus seguidores.

Y nos preguntamos porque este asedio?

Por nuestros recursos que nos ubican como el primer país en el mundo con las mayores reservas de petróleo certificado, la segunda mayor reserva de oro pronto a ser certificada, presencia comprobada de minerales como coltan, litio, y una reserva hídrica que lo convierten en el país con mayores recursos naturales de la Región.

Sumemos a estos vastos recursos naturales, un pueblo que decidió ser libre y soberano, que está construyendo un proceso inédito en la región a través del Poder Popular, donde la inclusión social ha sido política de Estado. Un pueblo empoderado construyendo su propio destino a través de una democracia participativa y protagónica, sin tutelaje ni imposiciones. Donde es política gubernamental direccionar el 75% del presupuesto de la nación a la inversión social. Esto indudablemente representa un muy mal ejemplo para los defensores del libre mercado, las privatizaciones y los ajustes fiscales que terminan siempre afectando a las grandes mayorías trabajadoras.

Pero el camino lo decidió pueblo, el proyecto de la Revolución Bolivariana seguirá avanzando sorteando las dificultades que se nos presentan y asumiendo los desafíos que la construcción de un proyecto profundamente popular nos presente, siempre de la mano del pueblo.

A los poderes facticos, al establisment global no ve con buenos ojos el proceso político que viene desarrollando el pueblo venezolano y que ha tenido un gran impacto en la sociedad venezolana ¬– y por qué no en toda la región latino – caribeña y mundial – visibilizando e incluyendo al pueblo pobre históricamente marginado, en detrimento de las prebendas y beneficios exclusivos de las élites tradicionales del país y de las grandes transnacionales que operaban y operan en Venezuela.

Sin embargo ante esta de la violencia, el facismo y el terrorismo político por obtener todos nuestros recursos naturales la apuesta del gobierno desde el primer momento de su mandato, fue el llamado al dialogo del presidente Nicolás Maduro. No ha habido un día donde desde el gobierno nacional, empezando por nuestro presidente no se llame al diálogo; no ha habido un día donde no llamemos a los interlocutores de la Oposición para dialogar y, se han negado.

Más que negarse, se han ido a las calles desde el 6 de abril a incendiar Venezuela. Sin embargo, como ustedes lo han podido ver, no han logrado incendiar Venezuela, aunque nos han hecho mucho daño. Y no han podido, porque efectivamente, las grandes mayorías en mi país quieren y apuestan a la paz, saben que la única salida debe ser el dialogo, no la violencia, la quema de edificio públicos o la discriminación política. Y el resultado de estas aspiraciones de paz, de tranquilidad y de sosciego es el contundente triunfo electoral obtenido el 30 de julio de 2017 en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente.

Asamblea Nacional Constituyente.

Contra la guerra, la paz; contra la dictadura de los violentos, la democracia participativa y protagónica de la Revolución bolivariana. En una reciente entrevista realizada a nuestro presidente por el periodista José Vicente Rangel, y hablando de la jugada estratégica que representó la convocatoria de la Asamblea nacional Constituyente, aseguraba que esta era la única solución al desconocimiento institucional que tenía la oposición en la Asamblea Nacional de Venezuela (poder legislativo) y a la apuesta de violencia callejera que había iniciado en abril de 2017, además era una de las medidas más radicalmente chavista que desde la revolución podían asumir los dirigentes, profundizar a través del dialogo ciudadano, junto con el pueblo, la revolución.

Esas elecciones, como quedó en evidencia, distendieron el ambiente político en Venezuela, demostró que las y los venezolanos están dispuestos a dirimir sus diferencias a través de los votos y terminó por desmontar el relato opositor que muestra a un gobierno que se opone a las elecciones.

Una valoración quizá más política, enfocada a lo interno de nuestro país, es que el resultado, más allá del acto electoral como tal, revitalizó al chavismo como identidad política, lo cohesionó y demostró que es una fuerza política viva, organizada y dispuesta a defender la Revolución Bolivariana y los logros alcanzada por esta en beneficio del pueblo en cualquier espacio o terreno.

Más de ocho millones de venezolanos y venezolanas ratificaron su compromiso con el Gobierno Bolivariano y la propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente, propuesta que pretende perfeccionar el modelo de inclusión y justicia social que vienen desarrollando la revolución desde hace ya más de 18 años y que en definitiva no es más que la construcción de la vía venezolana hacia el socialismo, llamado por nosotros y nosotras Socialismo Bolivariano.

Pero así como esos ocho millones de compatriotas manifestaron su apoyo a un proyecto de país, el dato en este momento revelador o mejor dicho relevante, es que fueron ocho millones y más de personas, de ciudadanos y ciudadanas que a través del acto más democrático que pueda existir – el voto – se opuso a la violencia, al fascismo, al terrorismo, al intervencionismo extranjero, se opuso amigas y amigos a la guerra que se nos quieren inocular.

La constituyente y la elección de donde surgió, trajo paz a Venezuela y obligó a los factores violentos de la Mesa de la Unidad Democrática (oposición venezolana) a encausarse en las vías y métodos democráticos que contempla nuestra constitución y a pesar de haber desacreditado una y otra vez al Consejo Nacional Electoral aceptó participar en las elecciones regionales a celebrarse el próximo diciembre.

Lastimosamente, la irresponsabilidad de los violentos, de los fascistas nos deja con un saldo irrecuperable, más de 100 días de protestas violentas y actos terroristas y por lo menos 103 muertos a consecuencia de esa misma violencia.
Hoy con la Asamblea nacional Constituyente ya instalada y trabajando en beneficio de la patria bolivariana, la iniciativa la tiene la revolución. Dos han sido las prioridades en las que se ha enfocado el poder constituyente en estos ya 30 días: por una parte la dilucidación de los responsables de la violencia política en el país desde 1999, momento en el que ganó la presidencia el Comandante Hugo Chávez, con la instalación de la Comisión de la Verdad, y el combate efectivo y eficiente de la guerra económica y sus múltiples formas de afectación a la población: bloqueo financiero, acaparamiento y desabastecimiento, inflación y especulación con los precios. El objeto retomar con vigor la posibilidad de generar en el pueblo venezolano la mayor suma de felicidad posible y la mayor suma de estabilidad política, parafraseando al libertador Simón Bolívar.

No quiero terminar mi ponencia sin hablarle un poco sobre lo que estamos viviendo en este Siglo XXI y que muchos llamamos una nueva DISPUTA, por ejemplo Alfredo Serrano Mancilla titula uno de sus libros “América Latina en disputa” y en un artículo reciente Emir Sader afirmaba que “Nunca antes el futuro de América Latina había estado tan abierto como ahora”, ¿a qué se refieren? Sencillamente, a la lucha iniciada ya hace 18 años (en el caso venezolano) por el Comandante Chávez que logró poner en el centro del debate político la calidad de vida del ser humano en contraposición del mezquino enriquecimiento de una minúscula minoría nacional e internacional, esa es la disputa que está hoy más abierta que nunca. En palabras del ex Presidente Correa colocar al ser humano sobre el capital.

Esta nueva concepción de hacer política, evidentemente no genera simpatía en las clases históricamente privilegiadas de cada uno de nuestros países y en el establishment mundial que desde siempre aspiró subvertir, revertir, y derrotar, por cualquier vía (incluyendo las inconstitucionales y violatorias a los DDHH) este nuevo quehacer político.

De este modo, creemos que esta disputa actual, disputa que siempre ha existido, pero que hoy en día tiene mayor impacto y cobertura mediática que hace 10 años (en Venezuela la oposición a la Revolución Bolivariana siempre ha ganado y tenido espacios a través del voto popular), tiene una variable que favorece a su visibilización y es que, los escenarios internos y externos, evidentemente no son los mismos que los de hace 10 años o más, por ejemplo no son los mismos de cuando la proeza que significó decirle NO al ALCA en Mar del Plata (2005).

Y es que este supuesto “fin de ciclo” viene acompañado de otra falacia aún mayor el “debilitamiento de la izquierda” que sirve de antesala al primero y que cumple el mismo objetivo. Por el contrario, estos nuevos escenarios que planteamos vienen acompañados de la necesaria superación de problemas - no debilitamiento – que aquejan a las opciones antineoliberales, progresistas y de izquierdas en nuestros países, fundamentalmente, en Venezuela.

No se ha podido contrarrestar el poder de los medios de comunicación: siguen siendo un poder monopólico no solo a lo interno o nacional de cada uno de los países sino a nivel regional, el ejemplo más notorio es la que realizó el Grupo Diarios de América (GDA) asociación que agrupa a diarios de por lo menos 30 países de la región y que durante las guarimbas (y aún lo sigue haciendo) publicaba noticias en contra de la revolución y del gobierno legitimo del Presidente Nicolás Maduro.

Este hecho cobra vital importancia ya que los medios de comunicación siguen siendo el aparato por excelencia generador de hegemonía. Son los medios de comunicación los que siguen reproduciendo de manera exitosa los modos, usos y costumbres asociados al capitalismo. Una buena parte de la población sigue siendo manipulada a través de los medios quienes a través de campañas desinforman, mienten, ocultan, invisivilizan y amplifican situaciones.     

Emir Sader habla de la “fabricación antidemocrática de la opinión pública” para referirse a la sobredimensión de situaciones que sencillamente son simples dificultades.  En Venezuela vemos el ejemplo de cómo la oposición intenta, con éxito medio, fijar en el imaginario colectivo la idea de que socialismo es desabastecimiento, socialismo es escasez, socialismo es cola, emulando a su campaña exitosa durante la reforma constitucional (2007) donde se hablaba de la expropiación de carnicerías, zapaterías, talleres mecánicos, etc.

Escenario internacional adverso. Si bien los gobierno de izquierda y progresistas de nuestra América aprovecharon los altos precios de los comodities para apalancar la distribución de la riqueza entra la población y con ellos lograr la reducción drástica de la pobreza y la desigualdad social, el contexto actual internacional nos presenta una nueva situación en donde los precios de las materias primas se han reducido de manera importante afectando seriamente las cuentas nacionales.

Esta es una situación a la que nos tenemos que acostumbrar y reacomodar. Tanto a nivel gubernamental como a nivel de generación de conciencia social. Pero esta coyuntura no implica necesariamente el fin del estado social y de derecho que por lo menos en Venezuela se ha venido creando, no implica la eliminación de las misiones sociales que han llevado a Venezuela a ser el país menos desigual de la región. Por el contrario implica, la generación de nuevas condiciones económicas que permitan el mantenimiento continuación y profundización de las conquistas sociales.

¿Cómo lo lograremos? A través, por lo menos en el caso venezolano, de la creación un nuevo modelo productivo que supere el rentismo petrolero. Ya lo comentaba el comandante Chávez en la presentación del Plan de la Patria “No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Este es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionado hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el avance hacia el socialismo”.





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