lunes, 12 de diciembre de 2016

MODELO EDUCATIVO NACIONAL


Jesús Jiménez Castillo
La llamada Reforma Educativa, sustentada básicamente en un marco jurídico, desde el cual se pretenden lograr objetivos importantes para el sector, adolece de un sinnúmero de carencias que conducen a un sinsentido, es decir, la han convertido en un verdadero galimatías de tipo legaloide, sin contenido académico. La aparición misma del modelo educativo propuesto por la SEP, es un reconocimiento tácito de que dicha reforma se inició al revés y sin ideas claras en torno a los fines que debe perseguir un proyecto educativo nacional.  Sin duda la educación es el eje más importante para el desarrollo de una sociedad; por consiguiente, es un proceso permanente que debe ser evaluado, diagnosticado, corregido, perfeccionado y adecuado a los tiempos que marcan los cambios y transformaciones de la sociedad contemporánea. Sobre todo, en los campos del saber y el conocimiento que se van definiendo de acuerdo con los acelerados avances de la ciencia, la tecnología, el arte y las humanidades, entre otros aspectos que forman parte de la vida del hombre del siglo XXI.
En las ideas que ha expuesto la SEP sobre un prototipo a seguir, se debe considerar que la palabra “modelo” sugiere una forma de representación de un aspecto de la realidad o una propuesta de cómo querríamos que esta fuera; por consiguiente, el concepto “modelo educativo” es una alusión a una parte de la realidad educativa llamada Sistema Educativo Nacional y a las formas de su funcionamiento o cómo estas debieran ser. En este sentido, el diseño de un modelo debe contener o abarcar todos los componentes que conforman al sistema educativo mexicano y que influyen en él, de manera directa o indirecta.  Un modelo educativo nacional requiere de una integración de todos los diferentes niveles de enseñanza: preescolar, primaria, secundaria, preparatoria y educación superior, incluidos los subsistemas de carreras terminales técnicas y de capacitación, entre otras.
El primer paso en la configuración de un modelo, es un marco jurídico apropiado-no en el sentido que se le dio al marco legal de la mencionada Reforma Educativa- que dé sustento a los fines de la educación nacional, pues el que existe ha probado su ineficacia. En segundo lugar, se tendrían que ponderar y evaluar los factores que influyen en el sistema educativo y que son esenciales para su funcionamiento; esto es, todos los elementos que conforman el contexto donde se va a producir el fenómeno educativo: política, sociedad, economía, administración, infraestructura y, principalmente, las situaciones de vida de los grupos humanos y sus posibilidades de acceso a la alimentación, vivienda, vestido, educación y seguridad, entre otros; considerando, adicionalmente, pero en el mismo nivel de importancia, la diversidad y pluralidad culturales que forman parte importante de nuestra vida comunitaria.
Un modelo educativo se debe basar en las necesidades educativas que requiere satisfacer el Estado mexicano paracontribuir al desarrollo de un proyecto de nación que, todavía a estas alturas de nuestra historia, es una quimera.Esto implica definircon la mayor precisión posible, fines, métodos y contenidos, que permitan establecer las metas y objetivos que requiere alcanzar el sistema educativo mexicano para formar a los diferentes actores que van a participar en nuestra vida social. Ello supone, en primerísimo lugar, sustentar el proceso de enseñanza aprendizaje, de todos los mexicanos, en el cultivo de conocimientos y experiencias educativas que les sean útiles en algún momento de su vida. Es de todos sabido que gran parte de los contenidos de los libros de texto actuales, en los diferentes niveles educativos, no cumplen con este propósito. El resultado es una situación compleja, llena de contradicciones, donde conviven formas de enseñanza propias del siglo XIX con ambientes producidos por la modernidad subsumida en la llamada sociedad del conocimiento.
Dentro de este contexto, existe una cuestión para todos muy obvia, pero importante por la trascendencia que tiene para la educación nacional en todos sus niveles, y es la relativa a los programas de estudio. Esta herramienta, que debiera ser un medio de apoyo al trabajo de los docentes, ha terminado por convertirse en el fin de la tarea de los mentores. La tendencia, muy marcada, de privilegiar a los programas sobre el proceso de enseñanza aprendizaje y fines de la educación, ha producido un efecto exactamente al revés del pretendido. El cúmulo de tareas que deben realizar los escolares para cumplir con lo programado, principalmente en su casa, involucrando directamente a los padres de familia en su realización, terminan por volver triviales e intrascendentes los conocimientos y experiencias de aprendizaje, pues lo importante es cumplir con el trabajo solicitado. Un programa, a pesar de su utilidad,es solo una herramienta que debe servir para orientar a los docentes en su labor. A ellos les corresponde seleccionar y organizar los contenidos de aprendizaje que requieren sus alumnos para enfrentar los retos que les depara el futuro en cada etapa de su vida.
La enseñanza aprendizaje debe partir del presupuesto -básico en la teoría educativa-de que lo que se enseñe va a ser útilpara las personas, y les servirá alguna vez en su vida; de no ser así, entonces no tiene sentido ocuparse de ello, pues sólo se convierte en pérdida de tiempo. En esta época la enseñanza, no obstante, los avances del conocimiento en todos sus aspectos, aún contiene resabios deformas queestuvieron vigentes en el siglo XIX, como el autoritarismo:la falacia del magister dixi,que impone la voluntad de los docentes a las iniciativas, ideas y creatividad de los alumnos.En la visión de un modelo educativo nacional se deben tomar muy en cuenta los valores y tradiciones que dan cohesión a la vida social, así como la utilidad didáctica que ofrecen las nuevas tecnologías, como la informáticay la Internet.
Como dijimos al principio, la reforma de un sistema educativo y su correspondiente modelo, son procesos permanentes que requieren del concurso de todo los que participan en ellos. Esto quiere decir que, independientemente de que sean acciones necesarias, no pueden depender de decisiones unilaterales de quienes creen tener esa facultad. No se pueden excluir a los que verdaderamente conocen la realidad educativa del país: docentes, investigadores y estudiosos de este fenómeno. La evaluación, por mencionar solo un aspecto de la reforma, tal como se pretende implantarno muestra ninguna utilidad, pues está desconectada de todos los procesos que alimentan al Sistema Educativo Nacional. Antes de aplicar una evaluación acorde con los principios de la teoría educativa -no de corte punitivo, parcial e indeseable como la que se aplica a los maestros- es primordial poner en marcha acciones racionales y mecanismos que contribuyan al perfeccionamiento de las condiciones de trabajo de los docentes y estudiantes, no antes. Si queremos de verdad impulsar el desarrollo del país, se debenestablecer como sus ejes centrales la educación y el desarrollo científico y tecnológico, principalmente la educación de los niños y jóvenes, pues en ellos descansa el potencial de un futuro cambio y transformación de México.




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