martes, 11 de octubre de 2016

Recordando a un gran Maestro



: Dinora LucieneBlásquez Morales
Así reza el epitafio queel Mtro. Alberto C. Ruiz Quiroz dejó escrito en el lugar que ahora guarda sus restos:
“PADRE:
Me hiciste para ti, sólo de eso estuve seguro en este peregrinar, ¡oh DIOS!no pude verte con claridad, por eso anduvo siempre inquieto mi corazón, hasta que ahora descansa en ti, espero la segunda venida de tu Hijo para que, entonces, me haga adorarte plenamente, en paz.
ARQ”

Maestro incansable, inteligente, exigente y siempre activo. Quienes lo conocimos y trabajamos de cerca con él coincidimos en su gran temperamento para el trabajo, en su amabilidad para el trato con las personas, pero también en su exigencia por un trabajo responsable, bien hecho, a tiempo. En busca de nuevos proyectos, participó en la creación de un gran subsistema educativo al que le dio gran parte de su vida: el TEBA

Proyecto que tenía en sus manos lo hacía crecer, lo consolidaba, así pasó cuando fue Presidente de la Academia Mexicana de la Educación Sección Veracruz, cuando fue Director de la Facultad de Filosofía, como Presidente de la Red Nacional de Escuelas y Facultades de Filosofía, Letras y Humanidades, así como de la COEPES y muchos otros trabajos que realizó a lo largo de su vida.

Querido por muchos, porque tendió la mano a quien lo necesitaba: amigos, colaboradores, conocidos y no conocidos, alumnos, etc. Pero su exigencia, tenacidad, perseverancia logró que otros no lo vieran con buenos ojos, sin embargo siempre salió avante, hablan más sus aciertos que sus desaciertos, porque también los tuvo, como ser humano que era. Creo que de allí surgen las palabras de su epitafio, él se conocía bien.

Hoy descansa, después de dejar todo arreglado, no quisoque la muerte lo sorprendiera, casi todo lo previó, y aunque la enfermedad, desde mi punto de vista, sí lo sorprendió, dejó todo organizado. Concluyó lo que tenía que concluir y dejó encargado lo que ya no podría hacer. Cerró cada uno de los círculos de amigos y de trabajo de los que formaba parte, tuvo tiempo (o se lo dio) para despedirse de sus amigos, como siempre, le gustaba que todo estuviera listo, previsto, organizado, sólo lo que escapaba de sus manos sería lo imprevisto.

Ya algunos de sus amigos nos han hablado de sus logros académicos, de sus grandes virtudes, de su fe inquebrantable, que lo hizo ser fuerte y ofrecer por los demás su enfermedad.

Yo sólo quiero recordar al maestro que me formó, con sus enseñanzas aprendí la importante que es el trabajo, la responsabilidad que ello implica, el dar lo mejor de nosotros en la que hagamos, incluyendo  nuestra vida personal y de conservar a los amigos, de fortalecer grupos en correspondencia mutua.

Como poder olvidar sus dichos, sus chistes, sus comparaciones, siempre tenía algo que decir, para amenizar una reunión, un trabajo.

Se nos fue una gran amigo, un excelente Jefe, un gran formador, lo echamos  mucho de menos, siempre estaba presente cuando requeríamos de un consejo, de una orientación, ahora, antes de tomar una decisión, de dar una opinión, de iniciar un nuevo camino, pensaremos en lo que él nos diría.

Siempre permanecerá en nuestros corazones, en nuestras mentes. Nos dejó su “Santo del Nogal” para cantarlo cada viernes en la bohemia.

Su ausencia es temporal, en algún momento volveremos a vernos.

Gracias por sus enseñanzas. Descanse en paz.



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