sábado, 8 de octubre de 2016

CULTI-ESPACIO




Sergio Jacobo ‘elpoetai

Para hablar del maestro Miguel Ángel López y Bernal, conocido como el poeta de la radio habría que ondear desde sus primeros años de vida,  pero sería meternos en camisa de once varas. El maestro en su haber ha consolidado varios libros sobre todo de sonetos, pero el qué nos atañe en esta ocasión es su poemario antológico ‘Aunque Muera de Amor’,  el cuál por ende es una biografía capitular de su vida.   Libro del cual hizo una dramaturgia del mismo hace unos meses atrás en el Centro Cultural Enrique Alonso CACHIRULO, en Mixcoac.  Donde nos dice el poeta-

Tal vez sólo nos sirvas de pretexto,
para contar la historia de un amor
que pudo ser el tuyo o ser el nuestro
y algo tuvo que ver con el dolor…

Podría  contextuar o en su defecto criticar su estilo,  pero el maestro trae raíces neoclásicas hasta cierto punto barrocas, la mayoría de la formación de sus poemas es consonante y un tanto romántico,  sin embargo algunas asonancias que él ha llamado Diacronías, título que llevan cada uno de esos escritos,  por ejemplo el que a continuación detallaré, donde él  pinta esa soledad que lo acompaña, o que quizás duerme con él en noches de ausencia,

Diacronía 35

Ayer,
cuando me abracé a la soledad
que siempre va conmigo
en mi viejo cacharro,
volví a pensar en ti…

México es un país que ha acogido a poetas españoles tal es el caso de Miguel Ángel,  quien presentó este poemario con gran éxito, pero por desgracia con poca audiencia, esto me da a entender que la cultura ya es obsoleta para muchos sobre todo para la juventud de hoy en día, este es un llamado de atención para los profesores de diferentes escuelas ya sea privada o pública, difundan la cultura entre sus discentes que ésta la vean como una necesidad de aprendizaje, sobre todo recordemos que la Madre de todas las artes es la poesía, no hay un buen teatro sin un drama, una buena pintura sin un porqué y ni una excelente escultura sin una expresión viva de una imagen poética. Todo es poesía hasta los detalles más insignificantes, por ello concluye el maestro:


SONETO DIECIOCHO

Un día se me antojó salir contigo
como se tiene todos los antojos…
un pantalón, un suéter, un amigo,
o mirarme en el fondo de tus ojos.

Como todo, al principio nos fingimos.
Luego un poco de luz, ‘que nos alumbre’
Te dije, me dijiste,  nos dijimos
y sin querer se nos volvió costumbre.

Sin detenernos a pensar lo hicimos
-como el antojo de pasear en coche-
Como tú sin razón mi pesadumbre…

Sólo se me antojó salir contigo
igual que se me antoja cada noche
para poder dormir, que estés conmigo.

Sólo podría concluir que dónde estuvo un poeta siempre queda una historia.



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