miércoles, 7 de septiembre de 2016

Recuerdo tras recuerdo

Andrea Leticia Ramírez Campos

Hace muchos años, recién egresada de la Facultad de Letras, asistí a la presentación de un libro de poesía que llevaba por título Escribir sin para qué, publicado por Ángel José Fernández en 1978. Sé que el título en sí conllevaba un juego retórico, ya que por mínima que sea cada escrito posee una intención comunicativa, la cual explícita o veladamente lo permea. Todo cuanto escribimos responde a un porqué. Así, la intención de este escrito es reflexionar respecto de qué motiva a una persona a elaborar su biografía. Concretamente recuperar, desde mi lectura, algunas de las razones que guiaron a la maestra Aurora Ruiz Velásquez a escribir su libro autobiográfico Lo que guarda una memoria, a la edad de 84 años. Expondré, brevemente, cinco de ellas.

Asociaré dichas razones con cinco títulos de libros que versan sobre escritura. La primera, hacer tangible algo que por años estuvo resguardado como un anhelo y que el tiempo y las circunstancias hicieron posible que surgiese: abocarse a la lectura y a la escritura. En su libro de 2008 Con la literatura en el cuerpo, Alberto Ruy Sánchez afirma que “gracias a la buena literatura, o más bien a la literatura que sea buena para nosotros, podemos vivir con la literatura en el cuerpo”. La maestra Ruiz vivió la última etapa de su vida gracias a su adicción hacia los clásicos y a su ansia por escribir. Cuando inicia la redacción de Lo que guarda una memoria ya había consumido, día a día, una gran cantidad de excelente literatura. No obstante, escribir sobre uno mismo requiere, ante todo, contar en nuestro haber con un currículo digno de mostrar: haber realizado actividades que al cabo del tiempo hayan trascendido en la vida de los otros. Constatar que lo hecho, desde un ámbito de acción, devino beneficio personal y social. En su texto ella hace mención de varios sucesos significativos y trascendentes, por citar uno, inaugurar un jardín de niños en la comunidad de Gutiérrez Zamora con los elementos que tuvo a su alcance; acción que con el tiempo posibilitaría la apertura formalizada de este tipo de espacios educativos en diversos puntos de la geografía veracruzana.

La segunda razón: restaurar para sí misma un vacío existencial. Pese a que su libro Lo que guarda una memoria no presenta una cronología lineal –aspecto que la misma autora menciona en la parte final– se deja ver que ella de manera intuitiva andaba en pos de “algo” que interiormente la hiciera feliz. La maestra Aurora una vez jubilada probó distintas actividades pero ninguna lograba atraparla hasta que cayó en La seducción de la escritura, el libro de Rosaura Hernández. Y a los 86 años se propuso aprender el oficio de escritora. Con clara intención de llevar a cabo un ejercicio de escritura mayor fue seleccionando material para mediar sus recuerdos: hurgó en libretas, cartas, periódicos, fotografías, revistas, libros, hasta conformar un discurso que diese cuenta cabal de su historia personal. Ante ella fue surgiendo su otro yo que le posibilitó darle un sentido a su vida entramando pasado y presente, presente y pasado en el tamiz de la escritura: el personaje adquirió fuerza y Aurora vida plena.

La tercera razón: encauzar el flujo creativo. Resulta muy grato percibir cómo en el corto espacio de unos años se empieza a perfilar un estilo escritural. La maestra Aurora no se conforma con narrar su biografía, estudia cómo hacer haikú, cuentos, adivinanzas, novelas, reseñas. Se transforma en una lectora voraz y en una escritora disciplinada. Aprende a transformar la historia real en ficción y a trascender el silencio explícito en la selección de sus datos autobiográficos. Como en el título de Mónica Virasono, De ironías y silencios, la autora maneja la ironía y desvela su silencio a través de un discurso metafórico, de descripciones detalladas, de delineados perfiles psicológicos de los personajes. Narración rememorante que conjunta la solidez de una formación académica, de una larga vida plasmada en sabiduría existencial, de una visión de mundo que confronta valores del pasado con los del presente. Todo da luz sobre una época en donde la maestra Aurora le tocó ser pionera de grandes transformaciones sociales en el ámbito educativo y donde asumió con gran inteligencia, responsabilidad y valor los retos que se le presentaron. En su biografía refiere a varios de ellos a través de una narración amena y cautivante que deja traslucir cómo la literatura ha impregnado su mente, cuerpo y corazón.

Y ahora la cuarta razón: recuperar un sentido de identidad familiar. Podría decirse que el hecho de que la autora desarrolle diversos estilos literarios es para hallar eco en todos los miembros de las tres generaciones que orgullosamente formó al lado de su esposo Rubén Hernández Félix. Ella organiza, retomando el título de Daniel Prieto La fiesta del lenguaje, con sus textos, un festín de textos. Pero la piedra angular la constituye Lo que guarda una memoria. La escribe de principio a fin en esa trinidad conjunta: con una mente aguda y lúcida, con un cuerpo que revive con cada hoja escrita y con un corazón que late acompasado por el sonido del grafito en el cuaderno y del teclado de su computadora. Mediante ellos plasma una larga, profusa y enriquecedora historia familiar: origen, andanzas, pesares, alegrías, pérdidas, logros. Lo que guarda una memoria es un libro escrito con el propósito de que cada miembro se reconozca en dicha historia pero, sobre todo, que se sepa amado pues finalmente el libro es una bella historia del amor familiar.

Y, por último, la quinta razón refiere al descubrimiento que la maestra Aurora hizo, en su largo andar, sobre lo que implica La importancia de leer y el proceso de liberación, como el título del libro escrito por Paulo Freire. Su biografía describe su mundo con el propósito de fortalecer conscientemente, mediante la palabra escrita, la memoria de los lazos familiares en cada uno de sus descendientes: sutil y profunda enseñanza.

Así, Lo que guarda una memoria se propone como un libro enriquecedor que surge con una extraordinaria vitalidad: da luz sobre una época que, poco a poco, empieza a difuminarse en el olvido; ilumina el andar de las jóvenes generaciones, no sólo familiares sino de todas las que se acercan a su lectura y, sobre todo, nos guía hacia la construcción de una vida productiva mediante una argamasa de amor y sabiduría

No hay comentarios: