lunes, 7 de marzo de 2016

DECISIONES

Carlos Bernal Romero 


 Siempre he pensado que las normalistas ni las amas de casa, reales o virtuales, deben dar clases en preparatoria

                           Jean Piagget considerado el “Padre de la Pedagogía”

 

Algo sucede en la mente de los automovilistas (el 99.99% hombres) que al estar cerca de las vías del tren y escuchar el silbato de que está por pasar; le quieren ganar el paso y aceleran.

         Hasta ahora nadie ha podido lograrlo. Es más ni el mismísimo David Silva en “¡Esquina bajan!” (Alejandro Galindo Amezcua 1948) en su papel del chofer de autobús; Gregorio del Paso

         Ernesto Mendoza Hernández desde chico tuvo problemas económicos, los cuales propiciaron que dejara de estudiar y terminara con muchos trabajos la primaria.

         La pobreza de la familia hizo que abandonara los estudios y tuviera la necesidad de aportar dinero para el mantenimiento de la misma que era numerosa.

         En total la conformaban 10 integrantes (Sus padres y siete hermanos) de edades muy diferentes, pero con la misma estrechez económica que él, que era el mayor

         Así desde los 12 años desempeñó varios  oficios, permitidos y no por la Ley del trabajo infantil; las cuales le generaban mucho o poco dinero; dependiendo del lugar.

         Hasta que a los 18 años encontró un trabajo estable; contratándose como chofer de una de las tantas líneas de microbuses que abundan el Estado   México.

         Ernesto era un conductor atípico: Bien vestido; amable con los pasajeros; escuchaba la música a un volumen normal, pero sobre era muy respetuoso para conducir.

         En el 2015 a los 20 le  ofrecieron más dinero para manejar en otra línea; aunque no estaban las unidades en tan buenas condiciones; aceptó porque ya se había casado y era padre de una niña.

         Continuaba siendo un chofer serio; sin embargo, empezó a tener varios incidentes de tránsito, debido a las fallas mecánicas de las unidades que manejaba.

         Hizo los reportes correspondientes, pero al ver que eran completamente ignorados;  decidió no quedarse más y adecuarse a sus condiciones actuales de trabajo.

          Un día a finales de diciembre del 2015; se levantó con una hiperactividad bastante rara y completamente inusual para su tranquila personalidad.

         Se despidió de manera muy efusiva de su esposa, dándole también un beso también a la pequeña hija de ambos, antes de dirigirse al paradero de microbuses.

         Su ruta iba del Municipio de Cuautitlán de Romero Rubio en el Estado de México a la estacan del Metro Politécnico del Distrito Federal  el cual había cubierto infinidad de veces.

         De pronto al acercarse a las vías del tren y  oír el silbato del de la maquina anunciando su paso, un torrente de adrenalina se apoderó de todo su cuerpo y aceleró para ganarle la carrera.

         El motor y el microbús se detuvieron a la mitad de las vías y cuando rezaba resignado el choque con todas sus consecuencias:

         Ernesto Mendoza Hernández:

         Se despertó sudando.

 

         (1).-  Título de una canción del Maese panameño Rubén Blades

 

Sala de mi casa  

22:00  -  23:00

20/II/2016                     


QUE 20 AÑOS NO SON NADA

Para Lucina
Gracias por los recuerdos

Si me preguntan mi talla; prefiero decirles mi edad
Paquita la del Barrio

De los pocos logros obtenidos por los gobiernos perredistas en la Ciudad de México es dejar entrar gratis a los discapacitados y personas mayores de 60 años al Metro.
         Así la gente que se encuentra en la llamada “Tercera edad” con mostrar su credencial  del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) a los policías que cuidan la entrada a las estaciones, pasan sin dificultad.
         Las historias en este sentido varían según el sexo del usuario. Los hombres la sacan instintivamente de la bolsa de su camisa para enseñarla la identificación que debe ser oficial.
         Mientras que las mujeres por lo general  pasan sin ver al “azul”,  ignorándolo por completo; dan por hecho que se les debe permitir la entrada nada más por su condición femenina,
         A ellas no les importa si cargan o no con el documento y mucho menos si tienen 60 años o más; les basta con aparentarlos, Tan solo pasan y ¡Ay de aquel! que se interponga en su camino.
         Marcela Juárez Fernández tenía una edad indeterminada como las mujeres de las historias de  Gabriel García Márquez; aunque todo parecía indicar que temía más de 50 años; o por lo menos su media docena de hijos lo hacía suponer; no tenía la credencial del INAPAM.
         Esa circunstancia no le quitaba el sueño y cada vez que se subía al Metro, hacía el truco de buscarla en su bolsa de mano; y de esa manera se metía al interior de las estaciones sin mostrar nada y sin pagar boleto.
         Además estaba consiente que difícilmente la iban a detener: exigiéndole la dichosa credencial. Parecía de 57 años y por tres que le faltaban nadie se iba a pelear.
         Acostumbrada a esta situación y a la facilidad con la que creía que engañaba a los oficiales, dejó de echar identificaciones personales a su bolsa; confiando únicamente en sui truculenta búsqueda.
         El viernes 4 de marzo llegó a la estación “Insurgentes”  que por cierto ya eran sus “clientes” favoritos y habituales y se dirigió a la puerta por donde entraba las personas mayores; para empezar con su pantomima.
         Al salir siempre victoriosa empezaba a portarse un poco arrogante y ya no volvía para al oficial, por lo general un hombre al que le tendría que enseñarle la credencial.
         60 segundos después cuando encaminaba sus pasos al anden a:
         Marcela Juárez Fernández
         La detuvo un policía tan viejo como el tiempo; diciéndole
         “Sigo esperando su credencial: Jovencita”
Sala de mi casa
20:00  -  21:00 p.m.

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