lunes, 7 de marzo de 2016

Algunas Efemérides del mes de marzo

Wilfrido Sánchez Márquez

En este mes acaecieron acontecimientos importantes que determinaron en gran medida el devenir histórico de nuestro país; algunos de ellos son conocidos y celebrados, otros no obstante su importancia y trascendencia son ignorados por la gran mayoría de nuestros compatriotas.
Esta aportación para los lectores de Tlanestli presenta algunos escritos selectos, documentos históricos información actualizada y comentarios sobre hechos, personajes y fechas memorables que han influido de manera decisiva en el pasado y el presente de nuestra querida patria.
13 de marzo de 1325.- Fundación de la ciudad de México. Tenochtitlan.
14 de marzo de 1565.- Murió en Uruapan, Michoacan don Vasco de Quiroga.
18 de marzo de 1938.- Expropiación petrolera.
21 de marzo. (cada año) Equinoccio de primavera.
21 de marzo de 1806.- En San Pedro Guelatao, Oax., nación el Lic. Benito Juárez García.


Vasco de Quiroga uno de los iniciadores de la educación funcional de adultos en México.

En estos tiempos de neoliberalismo a ultranza, es un pecado sociocultural discurrir sobre temas históricos, ya que para los autodenominados “modernistas”, la historia, por ser un estorbo, debiera restársele importancia en los planes y programas de estudio de la educación básica. No obstante dicho criterio neoliberal, me voy a tomar el atrevimiento a riesgo de caer en la obsolescencia, de abordar el tema: “antecedentes de la educación de adultos en México” con la convicción, compartida con muchos de mis contemporáneos, de que la historia es memoria y maestra de la humanidad y que sus luces nos hacen comprender mejor el presente y prever con mayor claridad el porvenir.
La educación de los adultos es tan antigua como la humanidad misma, para los propósitos de este escrito, me voy a ubicar, como momento de partida, en la primera mitad del siglo XVI, periodo en el que se inició la conquista de México.
Como acertadamente dicen los historiadores, las durezas inhumanas empleadas por los españoles en la conquista material, se hicieron extensivas a la intelectual y cultural.
En vista de que los conquistadores no pudieron transmitir de un golpe su civilización y sustituir con la suya las culturas aborígenes, una vez que advirtieron el fracaso de sus procedimientos, buscaron otros medios de penetración en el pensamiento, los sentimientos,  la voluntad de los pueblos subyugados, a fin de lograr los cambios que ellos deseaban.
Para el objeto, consideraron que “el único camino capaz de trasladar la cultura europea hasta aquellos hombres extraños de color cobrizo y que adoraban al sol y al lucero de la tarde, era la evangelización por medio de la educación”.
“Por este medio, el mejor ejército que tuvieron los conquistadores en esta cruzada, fue el de los misioneros que en vez de la espada, empuñaron la cruz y el alfabeto, logrando de este modo, una conquista más efectiva que la realizada con la fuerza de las armas”.
En esta fase histórica denominada “La Conquista Espiritual de México”, destacaron por su ardua y tesonera labor tres órdenes religiosas: la franciscana, la dominica y la agustina; los jesuitas vinieron después.
Entre los notables bienhechores que iniciaron el proceso de aculturación de los pueblos nativos: por la grandeza, profundidad, trascendencia y ejemplaridad de su obra social y educativa, me voy a referir en particular a dos de ellos: Pedro de Gante y Vasco de Quiroga.
Según Robert Ricard, “Fue Pedro de Gante quien tuvo la iniciativa de introducir en la escuela situada junto a la capilla de San José de los Naturales, la enseñanza de artes y oficios. Reunia en ellos indios ya adultos y los transformaba en herreros, carpinteros, albañiles, sastres, zapateros; había instalado allí todo un equipo de pintores, escultores, aurífices, que trabajaban haciendo estatuas y retablos para las iglesias y forjaban toda clase de ornamentos, tales como candeleros, cruces, vasos sagrados, etc.”.
Para el maestro Ezequiel A. Chávez, “lo más admirable es que Fray Pedro supo enseñar a los niños como niños, a los adolescentes como adolescentes y a los adultos como adultos”.
Don Vasco de Quiroga, misionero extraordinario, primero en Santa Fe del Distrito Federal y después en el estado de Michoacán, desarrolló una labor hasta ahora inigualada tanto en la educación en general como en la de adultos en particular.
En apoyo a la apreciación de la obra educativa de Don Vasco, valoremos el siguiente testimonio de uno de sus contemporáneos: “Luego que se vio en su obispado, trató de reducir a civilidad a sus amados indios, …les procuró que se hiciesen útiles recíprocamente y al público, haciendo que aprendiesen las artes y oficios; …les introdujo muchos de estos que no conocían; y finalmente, para mantener el comercio de unos lugares con otros, les formó un plan maravilloso, en el que todos eran recíprocamente necesarios. Ordenó que en sólo uno se traficase en cortar maderas (Capula), que en sólo otro se labrasen y pintasen (Cocupao). Otros sólo entendían en curtir pieles y hacer toda obra con ellas (Teremendo), otros solo en hacer utensilios de barro (Tzintzuntzan y Patamban), finalmente, otros en hacer obras de hierro”.
“Tata Vasco” como lo llamaron los indígenas purépechas fue el primero en nuestro país en promover y fomentar el desarrollo integral de las comunidades mediante el trabajo colectivo y situando a la educación de niños, jóvenes y adultos como uno de los principales componentes del desarrollo social.
La magnífica estrategia de transformar la cultura partiendo de la atención de las necesidades primarias de cada grupo social, vuelve a ser aplicada a principios del siglo XIX por un cura párroco llamado Miguel Hidalgo y Costilla, de quien el Gral. Ernesto Higuera, uno de sus biógrafos relata: “Hidalgo establece en su casa una escuela nocturna para formar artesanos. Construye en terrenos de la iglesia, altos muros de setenta y ocho varas de frente por setenta de fondo: ocho piezas para obreros especializados en alfarería, carpintería, herrería, curtiduría; monta un telar en el que se elaboran telas de lana y seda. Los muebles que se fabrican, las pieles que se curten, los artefactos de hierro que se hacen, son vendidos por comerciantes que Hidalgo refacciona con créditos a corto plazo, sin cobrarles intereses usurarios. Ensaya el cultivo de la morera, plantando los primeros árboles, … Hace traer abejas de la Habana, y emprende la apicultura en gran escala, produciendo cera y miel en abundancia”.
“Por la noche se reúne en la escuela con los obreros a quienes instruye en las materias de su ramo para que vayan superando sus recursos técnicos en la fabricación de la loza talaverana, que llegan a producir con decorados primorosos y coloridos perfectos; los artículos de talabartería, de factura irreprochable; aperos de labranza, sillas de montar, picas y azadas, y acuña moneda para facilitar las transacciones comerciales”.

 

LXXVIII Aniversario de la Expropiación petrolera

Han transcurrido 78 años desde aquel glorioso 18 de Marzo de 1938. Los hechos acaecidos en esa fecha y en los días inmediatos, son inolvidables, aleccionadores e intensamente formativos de la personalidad social de muchos compatriotas, particularmente de quienes tuvimos la fortuna de haberlos vivido y de haber sido, en cierta mediad, coparticipantes y testigos presenciales de aquellos acontecimientos importantísimos para el devenir histórico de nuestra Patria.
Los alcances de aquel documento histórico y el llamado del entonces presidente de la republica Gral. Lázaro Cárdenas del Rio para que pueblo y gobierno juntos enfrentaran las amenazas y las insolencias de las poderosas compañías inglesas, holandesas y norteamericanas, desencadenaron en toda la nación reacciones jubilosas y unánimes de apoyo al primer mandatorio por su valiente y patriótica determinación de rescatar, para el bien de México, el control de la explotación y el usufructo de los yacimientos petrolíferos.
Las respuestas del pueblo al llamado presidencial fueron de tal naturaleza y magnitud que aun en la actualidad constituyen ejemplos vivos e imperecederos de civismo, de unidad nacional, de mexicanidad y patriotismo auténticos, de confianza mutua entre el pueblo y sus gobernantes, de ejercicio pleno de nuestra soberanía nacional, de dignidad, de autodeterminación y de rechazo a los intentos de injerencia e intromisión extranjera en asuntos de la competencia exclusiva del estado mexicano.
Continúan siendo admirables y dignos de encomio: el desempeño consciente, responsable y organizado de los miembros del sindicato de trabajadores petroleros antes y después del acto expropiatorio, la participación entusiasta del pueblo en la gigantesca y vibrante manifestación de unidad nación en torno al gobierno de la república, efectuada el 23 de marzo en la plaza de Constitución y las espontaneas y conmovedoras aportaciones de dinero y en especie entregadas por niños, jóvenes y adultos de todos los estratos sociales, como contribución voluntaria para el pago de la llamada “deuda petrolera”.
A tres cuartos de siglo, el proceso de independencia económica iniciado por el general Lázaro Cárdenas y continuado por el licenciado Adolfo López Mateos, prácticamente se ha estancado y revertido; parece que los ideales históricos de redención nacional ya no tienen vigencia. Ahora las cosas suceden al revés y los acontecimientos apuntan hacia el retroceso. En la actualidad, somos económica y administrativamente más dependientes del exterior; se imponen al pueblo sacrificios económicos inauditos para pagar deudas que no son suyas y también se encubre y protege a funcionarios corruptos, a banqueros, empresarios y especuladores voraces, causantes directos del desastre nacional; se fomenta la cultura de la mentira; se hipotecan las utilidades futuras de la industria petrolera nacionalizada; priva un ambiente de desconfianza entre gobernadores y gobernados; el proyecto histórico de país por el que lucharon Hidalgo, Morelos, Juárez, Zapata, y Cárdenas y se inmolaron millones de compatriotas ha sido suplantado por un proyecto neoliberal, amañado y paradójicamente denominado: “reforma energética”.
El estado de crisis económica, social, política y moral en el que estamos inmersos, nos induce hacia el ingrato destino de ser protagonistas de la antihistoria positiva del pueblo mexicano.
Sr. Presidente de la república, C.C. Gobernadores, señores Senadores y Diputados, los bienes de México y de cualquier estado soberano no se negocian ni se venden.

Primavera

Gabriela Mistral


Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.

Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.

Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!

Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...

No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?

¿Cómo va a encontralas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?

De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.

Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...

Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:

Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.

El lenguaje de las flores

(fragmentos)

Federico García Lorca

Madre, llévame a los campos
con la luz de la mañana
 a ver abrirse las flores
a ver abrirse las flores
cuando se mecen las ramas.
Mil flores dicen mil cosas
para mil enamoradas,
y la fuente está contando
lo que el ruiseñor se calla.

Abierta estaba la rosa
con la luz de la mañana;
tan roja de sangre tierna,
que el rocío se alejaba;
tan caliente sobre el tallo,
que la brisa se quemaba;
¡tan alta!
¡cómo reluce!
¡Abierta estaba!

Sólo en ti pongo mis ojos
-el heliotropo expresaba-
«No te querré mientras viva»,
dice la flor de la albahaca.
«Soy tímida», la violeta.
«Soy fría», la rosa blanca.
Dice el jazmín: «Seré fiel»,
y el clavel: « ¡Apasionada! ».

El jacinto es la amargura;
el dolor, la pasionaria;
SOLTERONA I.a
el jaramago, el desprecio
y los lirios, la esperanza.

Dice el nardo: «Soy tu amigo»,
«Creo en ti», la pasionaria.
La madreselva te mece,
la siempreviva te mata.

Siempreviva de la muerte,
flor de las manos cruzadas;
¡qué bien estás cuando el aire
llora sobre tu guirnalda!

Abierta estaba la rosa,
pero la tarde llegaba,
y un rumor de nieve triste
le fue pesando las ramas;
cuando la sombra volvía,
cuando el ruiseñor cantaba,
como una muerta de pena
se puso transida y blanca;
y cuando la noche, grande
cuerno de metal sonaba
y los vientos enlazados
dormían en la montaña,
se deshojó suspirando
por los cristales del alba.

Sobre tu largo cabello
gimen las flores cortadas.
Unas llevan puñalitos,
otras fuego y otras agua.

Las flores tienen su lengua
para las enamoradas.

Son celos el carambuco;
desdén esquivo la dalia;
suspiros de amor el nardo,
risa la gala de Francia.
Las amarillas son odio;
el furor, las encarnadas;
las blancas son casamiento
y las azules, mortaja.

Madre, llévame a los campos
con la luz de la mañana
a ver abrirse las flores
cuando se mecen las ramas.

LA RAZA DE BRONCE

(Fragmento)

Amado Nervo

EN HONOR DE JUÁREZ

ISeñor, deja que diga la gloria de tu raza,
la gloria de los hombres de bronce, cuya maza
melló de tantos yelmos y escudos la osadía:
!oh caballeros tigres!, oh caballeros leones!,
!oh! caballeros águilas!, os traigo mis canciones;
!oh enorme raza muerta!, te traigo mi elegía.

II
Aquella tarde, en el Poniente augusto,
el crepúsculo audaz era en una pira
como de algún atrida o de algún justo;
llamarada de luz o de mentira
que incendiaba el espacio, y parecía
que el sol al estrellar sobre la cumbre
su mole vibradora de centellas,
se trocaba en mil átomos de lumbre,
y esos átomos eran las estrellas.

Yo estaba solo en la quietud divina
del Valle. ¿Solo? ¡No! La estatua fiera
del héroe Cuauhtémoc, la que culmina
disparando su dardo a la pradera,
bajo del palio de pompa vespertina
era mi hermana y mi custodio era.

Cuando vino la noche misteriosa
—jardín azul de margaritas de oro—
y calló todo ser y toda cosa,
cuatro sombras llegaron a mí en coro;
cuando vino la noche misteriosa
—jardín azul de margaritas de oro—.

Llevaban una túnica espledente,
y eran tan luminosamente bellas
sus carnes, y tan fúlgida su frente,
que prolongaban para mí el Poniente
y eclipsaban la luz de las estrellas.

Eran cuatro fantasmas, todos hechos
de firmeza, y los cuatro eran colosos
y fingían estatuas, y sus pechos
radiaban como bronces luminosos.

Y los cuatro entonaron almo coro...
Callaba todo ser y toda cosa;
y arriba era la noche misteriosa
jardín azul de margaritas de oro.

III
—¿Qué abismo os engendró? ¿De qué funesto
limbo surgís? ¿Sois seres, humo vano?
Tuve valor para decirles esto;
mas mi espada temblaba entre mi mano.

IV
Y un espectro de aquéllos, con asombros
vi que vino hacia mí, lento y sin ira,
y llevaba una piel sobre los hombros
y en las pálidas manos una lira;
y me dijo con voces resonantes
y en una lengua rítmica que entonces
comprendí: —«¿Que quiénes somos? Los gigantes
de una raza magnífica de bronce.

»Yo me llamé Netzahualcóyotl y era
rey de Texcoco; tras de lid artera,
fui despojado de mi reino un día,
y en las selvas erré como alimaña,
y el barranco y la cueva y la montaña
me enseñaron su augusta poesía.

V
Y otro espectro acercóse; en su derecha
levaba una macana, y una fina
saeta en su carcaje, de ónix hecha;
coronaban su testa plumas bellas,
y me dijo: —«Yo soy Huilicamina,
sagitario del éter, y mi flecha
traspasa el corazón de las estrellas.

VI
Y otro espectro me dijo: —«En nuestros cielos
las águilas y yo fuimos gemelos:
¡Soy Cuauhtémoc!  Luchando sin desmayo
caí... ¡porque Dios quiso que cayera!
Mas caí como águila altanera:
viendo al sol, y apedreada por el rayo.

VII
Y el fantasma postrer llegó a mi lado:
no venía del fondo del pasado
como los otros; mas del bronce mismo
era su pecho, y en sus negros ojos
fulguraba, en vez de ímpetus y arrojos,
la tranquila frialdad del heroísmo.

Y parecióme que aquel hombre era
sereno como el cielo en primavera
y glacial como cima que acoraza
la nieve, y que su sino fue, en la Historia,
tender puentes de bronce entre la gloria
de la raza de ayer y nuestra raza.

Miróme con su límpida mirada,
y yo le vi sin preguntarle nada.
Todo estaba en su enorme frente escrito:
la hermosa obstinación de los castores,
la paciencia divina de las flores
y la heroica dureza del granito...

¡Eras tú, mi Señor; tú que soñando
estás en el panteón de San Fernando
bajo el dórico abrigo en que reposas;
eras tú, que en tu sueño peregrino,
ves marchar a la Patria en su camino
rimando risas y regando rosas!

Eras tú, y a tus pies cayendo al verte:
—Padre, te murmuré, quiero ser fuerte:
dame tu fe, tu obstinación extraña;
quiero ser como tú, firme y sereno;
quiero ser como tú, paciente y bueno;
quiero ser como tú, nieve y montaña.

Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre!
Soy un gujarro; ¡enséñame a ser cumbre!
Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!
Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala!
Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala,
y que Dios te bendiga, padre mío!.

VIII
Y hablaron tus labios, tus labios benditos,
y así respondieron a todos mis gritos,
a todas mis ansias: —«No hay nada pequeño,
ni el mar ni el guijarro, ni el sol ni la rosa,
con tal de que el sueño, visión misteriosa,
le preste sus nimbos, ¡y tu eres el sueño!

»Amar, ¡eso es todo!; querer, ¡todo es eso!
Los mundos brotaron el eco de un beso,
y un beso es el astro, y un beso es el rayo,
y un beso la tarde, y un beso la aurora,
y un beso los trinos del ave canora
que glosa las fiestas divinas de Mayo.

»Yo quise a la Patria por débil y mustia,
la Patria me quiso con toda su angustia,
y entonces nos dimos los dos un gran beso;
los besos de amores son siempre fecundos;
un beso de amores ha creado los mundos;
amar... ¡eso es todo!; querer... ¡todo es eso!»

Así me dijeron tus labios benditos,
así respondieron a todos mis gritos,
a todas mis ansias y eternos anhelos.
Después, los fantasmas volaron en coro,
y arriba los astros —poetas de oro—
pulsaban la lira de azur de los cielos.

IX
Mas al irte, Señor, hacia el ribazo
donde moran las sombras, un gran lazo
dejabas, que te unía con los tuyos,
un lazo entre la tierra y el arcano,
y ese lazo era otro indio: Altamirano;
bronce también, mas bronce con arrullos.

Nos le diste en herencia, y luego, Juárez,
te arropaste en las noches tutelares
con tus amigos pálidos; entonces,
comprendiendo lo eterno de tu ausencia,
repitieron mi labio y mi conciencia:
—Señor, alma de luz, cuerpo de bronce.

Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre!
Soy un gujarro; ¡enséñame a ser cumbre!
Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!
Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala!
Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala,
y que Dios te bendiga, padre mío!.

Tú escuchaste mi grito, sonreíste
y en la sombra infinita te perdiste
cantando con los otros almo coro.

Callaba todo ser y toda cosa;
y arriba era la noche misteriosa
jardín azul de margaritas de oro...

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