viernes, 15 de enero de 2016

Cuento brevísimo del Chinchirrino enamorado (o de amar en negativo)


Alberto Rafael León Ramos
leon.ramos.rafael@gmail.com

El amor es un sentimiento que los humanos desarrollamos de manera casi natural, por personas o cosas e incluso por uno mismo. Pero bien, ¿qué es el amor y cómo se aprende? Mi amigo Platón diría que es el amor es una búsqueda. Esto lo explica en el diálogo del Banquete,  dice que el amor es querer poseer siempre lo bueno y lo que hace dichoso. Esto de manera general, pero de manera particular es la producción de belleza, ya sea mediante el cuerpo o mediante el alma (Platón, Banquete,: 342-343).  La anterior explicación del filósofo ateniense ha perneado en lo mas hondo de la conciencia social implantándose como un chip en la mayoría de las sociedades occidentales. Tú y yo estimado lector, tenemos un poco de aquella forma de entender lo que sea el amor en general y lo que es en particular.  El amor es algo que aprendemos básicamente en el seno familiar, ¡amamos a los padres!, ¡a los hermanos!, ¡a la familia cercana!, entre otros. Ahí se inculcan de una u otra manera el amor hacia otras personas. Ahora bien, puede ser que muchas familias sean poco expresivas, o reservadas,  aunque incluso ellos demuestran amor de otras formas, como lo son proporcionando comida, techo, bienes materiales a los seres que viven con ellos, si bien el dar cosas a una persona es una mostraron del sentimiento, no es aquel y no lo remplaza: surge una pregunta ¿cómo es posible expresar algo intangible pero demasiado trascendente? El sistema de vida actual dice que el amor se compra a doce meses sin intereses, o que viene en una cajita feliz, y repetidamente mencionan que al destapar un refresco. Es risible esa percepción que se tiene de lo que sea amar, incluso de demostrar lo que es el amor. Es bien sabido,  los libros no me dejaran mentir, que el dinero no trae la felicidad.  Lo más sublime del amor y de aprender a amar es que no se puede expresar con ningún objeto material, tampoco con palabras, menos con regalos e incluso las acciones son viciadas.  Para contestar la pregunta afirmo: se aprende amar en negativo. Y para  tratar de mostrar mi punto de visto utilizaré  un brevísimo cuento.

“Érase una vez dos chinchirrines[1] que se conocieron a destiempo, por que ni él ni ella sabían que los dioses chinchirrinos iba a pasar, en un importante congreso de chinchirronologia en la universidad de chinchirrines del estado de chinchirrinilandia, ahí los presentó un amigo chinchirrin  en común, esa fue la primera vez que se vieron, nada fuera de la común (al parecer) vieron el uno del otro; solo ojos, alas, cabeza,  cuerpo, patitas, antenas, entre otras cosas,  pero jamás se dieron cuenta que estaban en sintonía. Al pasar de las tardes y las mañanas, él decidió invitarle una copa agua fresca del lago, por lo que al poco tiempo de conocerse brevemente empezaron a salir, su primera cita (a la cual ella llegó tarde) fue a tomar unas gotas de agua en el lago más cercano, porque que el abrevadero estaba muy lleno y a ellos no les agradaba del todo estar con toda la chinchirrinada; platicaron de todo, reían mucho y aunque se conocían poco siempre pasan largas horas platicando (chinchirrando) sin cansarse. Por alguna extraña razón se conectaron. Y el primer abrazo que se dieron fuera de la casita de hojas secas de aquella, fue la prueba de ello, al hacerlo los dos sintieron una energía especial que los invadió, como la fuerza de un imán.  Así pasaron varios días y noches saliendo juntos a chinchirrinear, hasta que pudieron ser una pareja de chinchirrines como cualquier otra (o eso pensaban); iban al estanque a menudo, volaban de aquí para allá, viajaban, se divertían y como toda pareja de chinchirrines, practicaban el amor aéreo. Muchas cosas hacían y compartían juntos, tenían una felicidad que parecía no la opaca  nada. Pero la vida de un chinchirrin puede cambiar e incluso acabarse de un soplido. Ya que son muy frágiles. Así pasaron su vida juntos por más de 545 días, noches y tardes. Como toda pareja empezaron a tener problemas, unas veces por cosas sencillas: por ejemplo si ella llegaba tarde a comer o al estanque, otras porque el chinchirrin macho estaba de mal humor y se le daba en gana maltratar a la chinchirrinita, que por cierto radiaba una energía suave y tropical, incluso había veces que el chinchirrin no tomaba en cuenta las acciones bonitas de la chinchirrina, como cuando le llevaba comida, o le ofrecía de su agua, o simplemente estaba a su lado compartiendo lo mas valioso de un chinchirrin, que es su tiempo. Todo aquello empezó por deteriorar la relación de los chinchirrines. La pareja chinchirrina llego a varias crisis por lo que terminaban su relación, aunque luego volvían, esto sucedió más de tres veces.  Y un buen día la chinchirrina se cansó de esperar amor del chinchirrin que más amaba, por lo que decidió tomar distancia, así fue un tiempo. Al final pudieron volver otro tiempo, con lo que tanto él como ella estaban felices, hasta cierto grado, pero como la vida (los dioses chinchirrinos) tiene ganas de jugar; pasó un día que al chinchirrino se le acabaron sus siete vidas y ¡de un paro al miocardio le sobrevino fugaz la muerte! Por fortuna o por lección de vida, no murió del todo, pues los dioses del mundo chinchirrino le dieron la oportunidad de regresar, no sin antes decirle “la vida de un chinchirrin es muy valiosa, tienes la dicha de haber nacido en esta forma superior y no en una inferior como la de un humano o  la de un cochicuino que es la peor, por lo que reflexiona sobre esto y sobre todo ama”. Así pues, el Chinchirrino regresó al mundo de los chinchirrines y se dio cuenta de que lo único que había hecho en su corta existencia (de no más de 813 días) era sembrar miedo, rencor, ira, odio y desamor; no solo a él sino a la chinchirrinita que siempre le tuvo paciencia y le demostraba el amor (aun no sabemos del todo como funciona el amor de chinchirrinos), por lo que empezó a buscar a aquella frágil y bonita chinchirrinita, le explicó lo que le había pasado, le dijo todo lo que había entendido del amor, de la vida, de la existencia, le dijo una y otra vez “que la forma es vacío y el vacío es forma” y que entendía del todo que su vida no podía haber sido la mejor, porque había hecho todo en negativo, pero gracias a eso pudo entender que el amar es la cosa mas maravillosa que hay en el mundo de los chinchirrines. Le dijo en una carta que escribió en papel de hoja seca que ella y él eran los polos opuestos (como en el imán) y por tanto se atraían irremediablemente, aunque el anteriormente no lo supiera. Así que desde entonces el chinchirrino macho entendió que amaba inmensamente, mansamente, irremediablemente, ilógicamente, irracionalmente, fuertemente, tácitamente, negativamente[2]… y que en ella le incitaba a producir belleza  para el cuerpo y el alma, en particular y a la vida en general.”  
En la vida las personas buscan incansablemente el amor, eso es bien cierto, pues nuestra cultura ha inculcado que amar es “buscar algo de…”, aunque enfocado solamente en formas bellas, cuerpos estilizados, posición social, bienes económicos e incluso he visto que al amor lo visten de angelito y tiene una fecha especial en el calendario. ¡Estas formas de presentar el amor son falsas!...puesto que solo se aprende a amar en negativo. Esto no quiere decir que se necesita negar e incluso ser nihilista. ¡No! Es pues, que amar es un sentimiento y se aprende en negativo. Aquellos que todavía no lo entienden es porque no se han convertido en chinchirrinos.


Bibliografía
Platón, El Banquete, en http://www.filosofia.org/cla/pla/azc05297.htm   




[1] Chinchirrín es una forma especial o regional de nombrar a las libélulas en la zona sur del estado de Veracruz.
[2] Negativamente significa que amaba muchas cosas de ellas aunque antes no se hubiese dado cuenta: como el que usara unas calcetitas de colores estridentes, que al hablar usaba sonidos extraños y juguetones para expresar palabras, que para salir de su casa o algún lugar se tomaba su tiempo tratando de buscar algo que jamás encontraba, que al reír utilizaba la patita derecha para  tapar su gran sonrisa, también que al llegar a un lugar observaba todo como si necesitaba su aprobación para estar ahí, y muchas más cosas que hacían feliz al chinchirrín.   

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