viernes, 11 de diciembre de 2015

EL COCO. SU PODER ALIMENTICIO Y CURATIVO.


Benito Carmona Grajales.
La ciencia comprueba su eficacia medicinal metabólica como una potente esperanza de salud integral.
En México, cada hora mueren 10 personas por infarto agudo al miocardio; mientras, por el mismo padecimiento, en Los Estados Unidos, cada cuarenta segundos, muere una persona. La causa principal es la placa de ateroma que se forma debido al consumo de carbohidratos refinados y de carnes rojas, más que el consumo de alimentos con colesterol o de grasas. Con el bloqueo del flujo sanguíneo de la arteria coronaria, se produce ataque al corazón. Cuando el bloqueo ocurre en la arteria carótida, ocurre el infarto cerebral.
     En estudios que se realizaron en islas del pacífico como Pukapuka y Tokelau,  donde el coco ha sido el principal alimento, se comprobó que enfermedades coronarias, diabetes, cáncer, hipotiroidismo y otros problemas de salud, eran desconocidas. También en algunas poblaciones del Pacífico sur, como Kitava y en Papúa, el infarto al miocardio es desconocido.
     En sanscrito al coco se le llaman kalpa uriksha: “árbol que da todo lo necesario para la vida”. Tan sólo en La Polinesia, por largos tiempos   se ha sobrevivido a base de este fruto.
     Su consumo  se da bebiendo su agua, preparando leche y comiendo su pulpa. Se ha generalizado la utilización de su aceite en los países que carecen de la fruta fresca. Del coco se aprovechan los hidratos de carbono, proteínas, sales minerales, como calcio, fósforo y magnesio; en este último supera a los alimentos de origen animal; pero, sobre todo, es rico en grasas, lo que lo hace un alimento que da mucha energía. Por lo anterior, lo recomendamos para cuando hay problemas de descalcificación ósea, artrosis, osteoporosis, dolores osteomusculares  e hipertensión. En los niños es excelente para la dentición; también revierte la debilidad del cabello y las uñas. Estimula la regulación en la producción de plaquetas para los que experimentan un índice bajo de éstas.
     Una piel reseca y áspera se pone suave y tersa en unas cuantas semanas. Las escamas desaparecen tan sólo en un mes. El aceite de coco alivia el dolor de oídos, protege contra quemaduras de los rayos del sol y de los mosquitos, sana llagas, erupciones y herpes. Es común su uso en las zonas ecuatoriales contra amenorrea, asma, bronquitis, contusiones, quemaduras, resfriados, colitis, estreñimiento, tos, erisipela, fiebre, gripe, gingivitis, gonorrea, hematemesis, hemoptisis, ictericia, cálculos renales, piojos, desnutrición, náuseas, parásitos, tisis, sarpullidos, sarna, escorbuto, dolor de garganta, dolor de estómago, hinchazón, sífilis, dolor de muelas, tuberculosis, tumores, fiebre, úlceras y heridas.
     En  Filipinas se usa para tratar ampollas, asma, articulaciones rígidas,  artritis reumatoide, arrugas, congelación, contusiones, dolor de cabeza, dolores de encías, dolor de muelas, eczema, estreñimiento, hemorroides, heridas, infecciones de los senos nasales, músculos adoloridos, ojos enrojecidos, picaduras de insectos, pústulas, quemaduras, rasguños, resfriados y tiña.
     El poder curativo se debe a que las moléculas de los ácidos grasos de cadena media del coco son más pequeñas y se digieren más fácilmente; tienen solubilidad en el agua. Son una fuente de nutrición rápida, no agota el sistema enzimático del cuerpo. Desde que salen del estómago, se encuentran descompuestos en ácidos grasos individuales y no requieren enzimas pancreáticas ni bilis. Al entrar al intestino, son absorbidos de inmediato por la vena porta que los conduce al hígado para   producir energía. No requieren de las lipoproteínas intestinales y las del hígado. Así, ayudan a la absorción de otros nutrientes como el magnesio, el calcio, las vitaminas B y las solubles en grasa.
     La principal importancia  del aceite de coco radica en que es el producto de la naturaleza que más eleva el metabolismo; gracias a eso, también se elevan los niveles de energía. Estudios científicos en la universidad de McGil en Canadá, afirman que si se desechan todas las demás grasas y aceites por el uso del aceite de coco, se  pierden hasta dieciséis kilos de exceso de peso al año. Siempre y cuando no se coma en demasía. El aceite de coco, al estimular el metabolismo, sacia el hambre; esto ayuda a perder peso. Con una alimentación sana a base de frutas y verduras, buenas vitaminas y minerales y el consumo diario de aceite de coco, se corrigen los problemas de la glándula tiroides.
     El Dr. Jon Kabara, desde hace algunas décadas, ya hablaba de las propiedades antimicrobianas de los ácidos grasos de cadena media del coco. Actualmente está comprobado científicamente su poder contra levaduras, hongos, como los que causan tiñas,  pie de atleta y candidiasis. También contra los virus de la gripe, herpes, sarampión, mononucleosis (aumento anormal del número de leucocitos mononucleares circulantes en la sangre), hepatitis y del sida. Pueden matar parásitos como la tenia.
     Los triglicéridos del coco se activan al transformarse en monoglicéridos y ácidos grasos libres en el aparato digestivo. Los principales ácidos grasos del aceite de coco son el láurico, el  cáprico y el caprílico. Los monoglicéridos de estos ácidos grasos son: monolaurina, monocaprina y monocaprilina.  Los tres se convierten en germicidas potentes. Los microorganismos más vulnerables son los que están encapsulados en una membrana lípida, como virus y bacterias. Los Ácidos grasos del aceite de coco atacan la candidiasis y otros organismos causantes de enfermedades, sin dañar las bacterias benignas.
     La enfermedad de Crohn afecta cualquier parte del tracto digestivo desde la boca hasta el recto. La colitis ulcerosa es una inflamación crónica del revestimiento del colon y del recto. Para equilibrar el intestino y mejorar su salud nada mejor que el consumo de coco y la eliminación de los carbohidratos refinados.
     En las clínicas Mayo y en la Universidad de Wisconsin, los estudios han comprobado que los monoglicéridos de los ácidos caprílico y cáprico resuelven los problemas de litiasis. En otros estudios, también han encontrado buenos resultados en la degeneración macular y en los ataques epilépticos, gracias a que el aceite de coco protege contra la peroxidación de las grasas saturadas. Propicia, además, que las enzimas antioxidantes se produzcan normalmente en nuestro organismo para detener las reacciones en cadena de los radicales libres, frenando así el proceso de envejecimiento prematuro.  
     Otros estudios científicos han concluido que el aceite de coco tiene un efecto protector contra padecimientos de los riñones como la nefropatía diabética. Es bueno recordar al lector que la insuficiencia renal es una de las principales causas de fallecimiento. Esta acción benéfica se debe al efecto desintoxicante del aceite de coco.   Además, su efecto alcalinizante, evita el desarrollo de cáncer, artritis, psoriasis, fatiga crónica, fibromialgia y muchos otros problemas degenerativos de la salud en un  organismo excesivamente ácido.
      Otra gran ventaja de estos ácidos grasos es que no necesitan insulina para atravesar las membranas celulares y entrar a las mitocondrias, que son las fábricas de energía. De ahí el gran beneficio para los enfermos de diabetes que pueden curarse de la neuropatía diabética, ya que el páncreas descansa y puede producir mejor insulina. Así, las células son más sensibles a su presencia, tienen mayor tolerancia a la glucosa, al aumentar el metabolismo. Por eso las poblaciones isleñas difícilmente padecen de esa enfermedad.
     Al principio mencionábamos el problema de los ataques isquémicos, tanto en el cerebro como en el corazón. Se ha demostrado que la manifestación anterior a estos acontecimientos es la hipertensión arterial. Tan sólo en Los Estados Unidos afecta a más de un tercio de la población adulta. Contribuye a medio millón de derrames cerebrales y más de un millón de ataques cardiacos al año. El mundo occidental, incluyendo a México, no anda muy alejado de estas estadísticas.
     Se ha comprobado también que la mayoría de esos ataques se dan por la ingestión de alimentos que propician el aumento de omega 6, causante de la inflamación. El omega 3 del aceite de pescado contrarresta la producción de eicosanoides proinflamatorios; sin embargo, los ácidos grasos de cadena media del coco pueden diluir los efectos de los ácidos grasos de omega 6 y combatir la inflamación.
      Los pueblos que se alimentan a base del coco muestran ausencia de hipertensión. Otras pruebas han demostrado que la principal causa de la enfermedad cardiovascular es la homocisteína, más que el colesterol y las grasas. La homocisteína, que abunda en la carne, es un aminoácido derivado de la descomposición metabólica de la metionina, uno de los aminoácidos esenciales obtenidos de la proteína de nuestra alimentación. Su nivel elevado inicia y acelera la aterosclerosis.
     Los niveles bajos de vitaminas B6, B12, y B9 provocan la elevación de homocisteína, ya que las enzimas que la metabolizan dependen de esas vitaminas.
     La inflamación silenciosa, como algunos científicos llaman a la inflamación crónica, daña los tejidos,  causa desarrollo de la placa arterial y la aterosclerosis. La relación entre inflamación arterial y enfermedad cardiovascular es un indicador mucho más fiable del riesgo de padecer ataques isquémicos.
     Por último, cabe mencionar que el estrés oxidativo, causante de la inflamación, se produce cuando el cuerpo carece de antioxidantes que son los protectores de la acción de los radicales libres. El aceite de coco reduce el estrés oxidativo ayudando así a proteger contra la enfermedad cardiovascular.
     Hipócrates, el padre de la medicina moderna, aconsejó: “Que el alimento sea tu medicina; que la medicina sea tu alimento”, esa sentencia se ajusta perfectamente al consumo del coco: a su agua, a su pulpa y a su aceite. Amigo lector, cuando encuentres una palmera de coco mecerse con el aire, imagina que es tu propia existencia que, en signo de agradecimiento, ondea frente un horizonte inmenso de bienestar. Pero antes, consume ese exquisito manjar de la naturaleza, rico en nutrientes, rico en sabor, rico en energía y que, desde la humildad del campo, llega hasta ti para darte una vida rebosante de salud.
Benitocarmona52@hotmail.com. 

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