martes, 7 de julio de 2015

¿Dónde empezó?


Nuby Skayita
Pensando en los diversos complejos que tienen su raíz en mi fugaz niñez, me he sentido medianamente agradecida con la burda moralidad que me inculcaron mis padres. Gracias a ello la mayoría de mis conocidos coincidirían al describirme como una persona muy pacifica, de suaves modales y desprovista de energía suficiente para moverme más allá de lo necesario. Nadie imagina que en mi mente se cruzan imágenes del pasado con un deseo creciente por ejercer lo que la justicia divina ha dejado de lado.
A estas alturas de mi vida pude haber olvidado la cara de la vecina con la que me encargaba mi madre cuando tenía cuatro o cinco años pero no la serie de cosas en torno a ella, era una maldita bruja que se reía con estruendo al escucharme hablar. Tuve serias dificultades para pronunciar la "r" hasta que cumplí siete, su juego favorito consistía en hacerme decir "curro". Se reunía con cuatro o cinco mujercillas adolescentes con aspecto de prostitutas para reírse de mí, luego hacían correr y recorrer varias películas “oscuras”, aseguraban las puertas con doble llave y apagaban las luces. Yo sujetaba el enorme tazón de palomitas arrinconada en una silla vieja, de madera. Con un miedo terrible que me hacía cascabelear los dientes, ellas iniciaban travesuras obscenas que subían de tono cada vez, cuando el calor desplazaba el pudor a niveles inimaginables ¡imposible no ver!
Desde entonces comencé a pensar en la adultez, en lo soez y asqueroso de eventos fornicarios, hundiéndome de a poco en la precocidad sexual totalmente secreta y desapercibida, con ese salvajismo sodomita que jamás me hubiese gustado experimentar con ellas, pero que en el fondo me convertían en una subespecie que se degradaba a sí misma, lamiendo cualquier rastro de inocencia. Después odié a mi pobre madre quien trabajaba largas jornadas por entregar aquella infancia a una “perra” que todos los días, a través de horribles pellizcos manipulaba mi silencio.
Quizá en mis genes llevo improntado un asesino sanguinario, muy violento, que despierta en días como éste, cuando el recuerdo me ataca con ferocidad. Podría buscar a la mujerucha, más que con los ojos, con el olfato, siguiendo ese olor a grasa y mugre sobre una ropa holgada casi transparente, a manos sin lavar después de orinar, a calzones sucios, a cabeza, no lo se… Ese conjunto de imágenes que se me forman en la cabeza a partir de todo aquello y que se van torciendo hasta lograr un indeseable pero certero aire parafilico, me mantiene al borde de la locura: el conjunto de asociaciones entre los múltiples olores y formas y risas morbosas de cuando el éxtasis hace tocar las cúspides más protuberantes y visibles por las mentes mas enfermas.
-Todo empezó ahí, todo…

En aquel tiempo no sabía si reír, cerrar los ojos o pedir que abrieran la puerta a la horrible oscuridad intensificada por enormes mangales, lotes baldíos y cientos de cocuyos que brillaban como ojos de monstruos come almas en los cuales jamás he dejado de creer

2 comentarios:

Unknown dijo...

wow! mas o menos bueno. Qué perfil psicológico taaaaan interrrresante.

Tlanestli dijo...

Magnífico relato, permite asomarse al alma del ser