viernes, 12 de junio de 2015

¿ES IM/POSIBLE BUSCAR LA VERDAD?


 RESPUESTA  EN SENTIDO HEIDEGGERIANO

Alberto Rafael León Ramos
albertoleon@crespf.com.mx

El problema  de la verdad en la filosofía ha sido tema acuciante para muchos pensadores, desde Platón, Aristóteles, San Agustín, Descartes y recientemente Heidegger, Frege o Quine. Este tópico ha tenido importancia, tanto para la conformación de la epistemología, como para la filosofía del lenguaje, a lo largo de la historia del pensamiento se han dado cambios muy grandes en los sistemas. La verdad como correspondencia tuvo gran aceptación desde los tiempos helénicos así como en los tiempos medievales, llegando con gran fuerza en la época contemporánea, aunque en el siglo XIX se generó una crítica hacia este sistema, el iniciador fue Frege y le siguieron en la misma línea Rorty, Quine, Gadamer y demás filósofos actuales.
El  tema sobre la verdad nos remite primero a definir sobre aquella disciplina que aborda eso. Es decir la epistemología. O también conocida como teoría del conocimiento. ¿Qué hace la teoría del conocimiento? Pues ella se pregunta por la verdad del pensamiento, esto es, por la concordancia con el objeto[1].  La teoría del conocimiento tiene su génesis ya desde la antigüedad, pero en ese tiempo no se le denominaba así, ella surge  con el  filósofo inglés John Locke que se preocupa por el origen, las cuestiones y las certezas del conocimiento. Ahora bien, donde nace de manera oficial, la teoría del conocimiento, es con Immanuel Kant, que trata de dar una fundamentación crítica del conocimiento científico de  la naturaleza.
Para responder de manera más concisa sobre cuál es la tarea de la teoría del conocimiento,  primero hay que  dirimir sobre los impedimentos que se presentan al tratar dicha teoría.  Es de aceptación general que el conocimiento es una relación entre sujeto y objeto; un dualismo[2], pero este esquema presenta muchos problemas, lo que genera que se den distintas explicaciones tales como: el realismo, idealismo, objetivismo, etc. Muchas cuitas y óbices se presentan en relación al conocimiento. 
Aquí se retomará el tema de la verdad, de manera breve, desde dos posturas. En primera instancia se referirá a  la Alétheia (des-ocultamiento/ocultamiento) y por otro lado sobre la  Adaequatio (correspondencia o concordancia). En la primera se esbozará lo que entiende M. Heidegger con ese concepto y se verá que la Alétheia estará más de lado de una ontología fundamental, mientras que en el otro concepto la verdad se va dar en un plano epistemológico que viene cargado por toda una tradición metafísica. Pero antes de pasar al análisis de la verdad, es necesario hacer una irrupción y hablar de un filósofo que rompe esquemas y sea la causa de que actualmente el tema de la verdad  éste ausente en muchas posturas filosóficas. Hay que hablar brevemente de Frederich Nietzsche. Por tanto, prosigamos.  
Frederich Nietzsche a  partir de su gran interés por la cultura clásica griega, se empieza a interesar por problemas filosóficos como los fueron los relativos a la epistemología. Tanto le interesó este tema que en su vida llevo a horizontes radicales la concepción de la teoría del conocimiento.
No contento con las grandes explicaciones tanto metafísicas como empíricas del conocimiento, se empieza a cuestionar sobre éste. Los pensadores anteriores a su tiempo se afanaron por buscar la respuesta satisfactoria a la gran pregunta del conocer, ¿cómo se conoce? ¿Cómo se consolida lo que llamamos conocimiento? ¿Las verdades realmente son eso? ¿Cómo se justifica un conocimiento? Éstas y demás cuitas son las que trata el filósofo alemán en varios de sus textos. La tradición había concebido el conocimiento como aquella correspondencia entre el sujeto y el objeto, la verdad era por correspondencia. Se apelaba también a los grandes edificios epistemológicos metafísicos que trataban de explicar toda la realidad desde sus trincheras, sacando presupuestos y haciéndolos pasar por verdaderos sin someterlos a un examen riguroso de verdad. Se da cuenta de que no existe un criterio último que determine una verdad objetiva. El hombre se inventa ilusiones para hacer más llevadera la vida y poder comprender en el caos donde vive. El hombre por ser finito y tener capacidades intelectuales limitadas no puede alcanzar a comprender toda  la realidad en su absolutes, sino que capta una porción muy pequeña pero confusa, que lo ofusca y lleva a buscar creencias, lo importante para él es estar de acuerdo con el mundo así que se le hace necesario organizarlo de tal modo, mediante conceptos –causas, efectos, noumeno, fenómenos, armonía preestablecida, cogito…- , leyes, axiomas, etc., e inventado mentiras-verdaderas, de tal modo que pueda ser un mundo más ordenado, perfecto, que no le cause problemas.
Nietzsche estaba viviendo en un mundo donde los proyectos filosóficos aceleraban el fracaso de la razón humana. Los mitos no se disolvían en aras de una racionalidad tan ponderada, se engendró también una exacerbada devoción por el conocimiento científico, siendo éste como el último gran recurso de la humanidad para comprender su realidad.  Al fin y al cabo todo este llevo a una época donde se generaron corrientes tanto escépticas como pesimistas de la tyche del hombre. El pensador de Röcken crítica  fuertemente la concepción metafísica de la realidad que se venía manejando desde hacía un buen tiempo por considerarla falsaria de la realidad y además insuficiente para explicar el conocimiento, piensa que toda esta explicación parte de supuestos que no están fundamentados correctamente. Se propone desenmascarar las pretensiones edificantes de los sistemas filosóficos metafísicos. Ataca fuertemente toda dogmática filosófica, supersticiosa que guarda relación con el <Yo> , <el alma>, <Dios>, <motor inmóvil>, lo que quiere erradicar es el idealismo que tanto estrago a la filosofía; y ser “fieles al sentido de la tierra”. ¿Y cómo va lograr esto? Para esto tiene un método radicalmente nuevo, la genealogía.
            Esta es un método interpretativo traspuesto en parte de la filología a la filosofía que busca el sentido etimológico de los conceptos que están involucrados en la cuestión a dirimir. Pero esto no se queda ahí, el filósofo del martillo le da un giro radical; ahora la genealogía va servir para descubrir el fondo y trasfondo en los cuales se esconde el sentido de nuestras evaluaciones. No es sólo evaluar el sentido etimológico, ni analizar la verdad o falsedad de ciertas preposiciones. Ahora hay que desocultar el engaño, sospechar de aquello que se ofrece como verdadero y preguntar por los valores o formas de vida que laten detrás de tales propuestas. Pero para iniciar y llegar a su meta epistemológica parte de dos cosas: primero que nada, trata todo problema ontológico como un problema axiológico. Y segundo, es lo que llama la transmutación de los valores occidentales. Lo primero que trata de decir es que, cuando pensamos sobre el <ser>, lo hacemos a partir de una creencia  en ciertos valores. De ahí que entrar hasta el fondo y cuestiona la existencia y necesidad de la moral, en especial, como ya se dijo, la cristiana.
La reflexión filosófica se juega en diferenciar lo que vale en sí y lo  que vale para todos. Kant, sólo hace un inventario de los valores suponiendo una existencia de diferencia entre el bien y el mal. Ahora la transmutación es la crítica al idealismo –trascendental metafísico , el sistema kantiano, cartesiano, platónico- construyendo un mundo aparente. Estas filosofías, al crear ese mundo más perfecto, divino y mejor;  devalúa al hombre convirtiéndolo en un harapo, algo finito, imperfecto, es decir lo desgarra. Lo que se necesita es sustituir los valores decadentes de occidente por valores que afirmen la voluntad de poder y el sentido de la tierra. Ya que esas filosóficas lo que hacen es crear apariencia en el mundo caótico para hacerlo más llevadero y supuestamente avanzado, ordenado y cognoscible. La metafísica ha estragado al hombre, su mundo y su existencia con los “valores establecidos” (que se han tomado como verdaderos y nunca puesto en tela de juicio), lo que trata Nietzsche es sospechar esos valores “establecidos” y luchar por la creación de nuevos.
Detrás de los términos metafísicos y de la metafísica en sí, lo que hay son ilusiones humanas que le sirven de soporte en su mundo. El alemán, criticará la concepción de verdad que subyace en el pensamiento metafísico racionalista y sustancialista, como ya se apuntó anteriormente. Este tipo de pensamiento sólo ha creado confusión e incertidumbre en el hombre, según Nietzsche, y hay que erradicarlo.  Buscando donde se generó esta concepción, se da cuenta  que en los griegos ya se apostaba por este modo de ver la realidad; acusa directamente a Sócrates y en los griegos ve el obstáculo, la negación de la vida, supresión del instinto y la ponderación de lo teórico, el hombre teórico, aquel que busca <causas primeras y principios, a la sustancia como fundamento de lo real> negando así la vida. Para Sócrates, lo importante son las definiciones, la realidad debe ser entendida toda por definiciones. Aquello que no dé cuenta por medio de una definición será rechazado.  Y el pensador del martillo ataca esto frontalmente; el supuesto conocimiento objetivo y universal.  Lo que piensa Nietzsche es que no hay  conocimiento absoluto ni objetivo
Nietzsche rechaza la actitud filosófica racionalista y objetivista que caracteriza a la metafísica, al considerarla deshonesta. Dice que esta metafísica, es una ilusión necesaria que no lleva a consolidar el verdadero conocimiento que es la meta del buen filósofo. Por tanto, si la metafísica es fatua, se debe buscar un nuevo camino, una nueva Aurora del pensamiento. Para esto se necesitan filósofos que se atrevan a hacer esta tarea ardua. Las categorías de la metafísica son falsaciones útiles para ordenar y configurar el mundo. Es necesario un cambio, librarse de esos fardos. El hombre ahora no busca los fines fuera sino  dentro de sí, en su vida, su existencia, en la vida. Es tiempo de liberarse y no buscar redentores ni salvadores de la humanidad. El nuevo filósofo es aquel que corre el riesgo, independiente, critico. Se puede pensar que es una vía negativa (nihilismo) pero es todo lo opuesto, es afirmativa, es la creación y esperanza de una nueva meta. Algo que surja de la negación del pasado.
Lo que le preocupa a Nietzsche es que los lenguajes y conceptos tratados anteriormente por las otras filosofías no habían dado cuenta realmente lo que era la realidad, este los sobrepasaba. El lenguaje no tiene correspondencia directa con la realidad, no puede tenerla, no le alcanza. Lo que hace el filósofo del martillo es que el lenguaje se vuelva estético, se convierta en metáfora.  Lo que le molesta a Nietzsche es que se crea que el lenguaje que se venía usando en la filosofía era el adecuado para conocer la realidad y llegar al conocimiento, y en su texto “ sobre verdad y mentira en sentido extramoral” da cuenta de esto, ¿cómo sabemos realmente que una verdad es tal? Llegando a la concepción que realmente no sabemos que es la verdad, estas son mentiras que con el tiempo se llegaron a convertir en verdades aceptadas, en creencias que no se cuestionan y por tanto no son fiables ni un ápice. Por eso tanta insistencia en su método genealógico. Lo que hace es dar cuenta y señalar que el pensamiento conceptual se basa en operaciones falsarias, en operaciones que no corresponden con la realidad.  Nietzsche rechaza de manera categoría que  tanto la ciencia sea garante de la verdad y que la metafísica trascendente sea el único fundamento de la realidad. Esto lo lleva a afirmar un perspectivismo[i], esto es que la verdad no puede estar aislada de una concepción del conocimiento y de la realidad en general.  El alemán afirma  la imposibilidad del conocimiento “en sí” y denuncia la hipostatización que se hace de la realidad cuando hablamos de sustancias, o cuando hemos denunciado algo como verdadero, de manera convencional. Lo que debe hacer el conocimiento es estar al servicio de la vida (sentimiento de la tierra) y crear aquellas formas que permitan la manifestación de nuevas formas vitales. El conocimiento no es más que una continua elaboración de perspectivas.
Adaequatio
El concepto de Adaequatio es el más aceptado en la tradición filosófica. Y precisamente ese tipo de entender la verdad ha llegado hasta nuestros días y se presenta generalmente como la rectora de cualquier epistemología actual. Martín  Heidegger nos señala que esta concepción de verdad como adecuación o concordancia está presente desde el propio Aristóteles, puesto que afirma que la verdad se da en el juicio. Esto lo podemos constatar al adéntranos al estudio del famoso Organon.   Otra cosa que no puede dejarse de lado es que “el lugar de la verdad” está en el juicio. Esto viene a reforzar la idea de verdad como concordancia. Aquí un ejemplo.
·       “La pluma del escritorio es de color negra” (ideal)   Frase que puede ser pronunciada a o escrita por cualquiera.
·       “La pluma que está en el escritorio es realmente de color negra” (real) Confirmación de la frase antes dicha en la realidad. Con lo cual se da por entendido que “hay verdad”.
Tanto Sto. Tomás de Aquino como Avicena tomaban los términos correspondentia y convenientia para expresar adaequatio.  El problema en entender la verdad como concordancia es el siguiente.  La concordancia supone dos regiones diferentes, por un lado esta lo ideal que sería el enunciado y lo real que sería en este caso el ente que se da en la realidad. Al hacer esto se está fragmentando la realidad con la cual se pierde toda conexión de las dos partes. ¿Cómo es que se pueden conectar dos regiones tan diferentes? “lo erróneo de estos planteamientos  consiste en que ambos se  parte de una separación ontológicamente no aclarada de lo <real> (objeto) y lo <ideal> (sujeto)”[3]   se ha divido desde los inicios de la filosofía al mundo en dos,[4] razón por la cual el  problema de la verdad es mucho mayor.  Para Heidegger no  hay dos mundos, sino uno solo, por eso habla de un ser-en-el-mundo.
La misma filosofía ha roto esa relación del ser y verdad, la ha cercenado radicalmente, es por eso que para Heidegger es necesario replantear una forma nueva de entender la verdad y el ser.
Ahora bien, en la filosofía la verdad se ha entendido como Adeaquatio, con ello se ha tratado de resolver el problema pero esto ha acarreado más dudas que respuestas. En la “esencia de la verdad”, Heidegger aborda el tema de manera muy aguda. Dice: “Un enunciado es verdadero cuando lo que significa y dice coincide con la cosa sobre la que enuncia algo. También en estos casos decimos que concuerda[5]. Esta es la concepción corriente que se tiene de la verdad, que el enunciado debe adecuarse a la cosa. ¿Por qué ha sido esto así? “Al contrario, lo que ocurre es que intellectus y res se piensan de modo distinto en cada caso. Para darnos cuenta de esto tendremos que devolver la formulación habitual del concepto de verdad a su origen más próximo (el medieval). La veritas entendida como adaequatio rei ad intellectum no significa todavía lo que más tarde será la idea trascendental de Kant”[6] El análisis que hace de la cuestión de la verdad como Adaequatio, es primordial para entender después el planteamiento de la Alétheia como verdad que es des-ocultación. Primero, porque la noción que viene permeando de la verdad como concordancia es insuficiente para poder tratar el problema del ser, así como del ente. El ser en la metafísica tradicional se venía identificando con la ousia, lo que es la esencia, que hace que algo sea, el ente va tener una ousia esta forma de pensar la tradición va hacer que la metafísica vaya por otro camino. Es decir, confundir  el ser con el ente, es lo que se llamaría el olvido del ser.
La verdad entendida como Adaequatio es la noción que tiene la gente común. Cuando vemos una hoja blanca, la usamos para escribir, para doblarla, tal vez para hacer origami; no se reflexiona sobre si es verdaderamente blanca o no. Solo se sabe que es una hoja blanca. Cuando alguien dice, “pásame la hoja blanca que está en el escritorio”; rápidamente a través de nuestro entendimiento captamos la frase y buscamos la correspondencia de ese juicio con la realidad, vemos efectivamente que la hoja blanca se encuentra en el escritorio, por lo que vamos hacia ella, la tomamos y se la pasamos a quien nos la haya pedido. No hay problema en entender esta forma de verdad por concordancia. Es decir, la hoja blanca (como frase) tiene una adecuación con la realidad[7] (hoja blanca) no habiendo más problema para entenderla  y ejecutar la acción que se nos pide. Esto es muy fácil en la vida cotidiana. Es lo que llama la comprensión pre-ontológica.
En su libro Ser y Tiempo, Heidegger entra a la cuestión de analizar la verdad como concordancia.  Lo que hace aquí es indagar sobre los fundamentos de esa “supuesta” concordancia. “Preguntamos ahora por los fundamentos de esta “relación” ¿qué hay dado por supuesto tácitamente en el conjunto adaequatio intellectus et rei? ¿Qué carácter ontológico tiene lo dado por supuesto? Esto es: lo dado por supuesto, que es la idea de que la verdad es la concordancia del conocimiento con su objeto” [8]. No hay nada que concuerde, siendo  dos cosas tan diferentes, ahí es donde está el punto clave de la interrogación de Heidegger, la supuesta concordancia entre dos cosas tan distintas por un lado, y por otro, evidenciar la relación  entre un sujeto cognoscente y un objeto que conoce. Pero  ¿qué pasa cuándo lo que se nos pide no es la hoja blanca sino entender el  <ser>?. Ahí es donde hay problemas. En la filosofía se identificó el ser como  ente [9]. La pregunta por el ser en Heidegger nos va llevar ya no a una metafísica como se entiende en la tradición filosófica, sino a formular una ontología porque ahí es donde se puede captar realmente el ser del ente. Y a través de la Alétheia es como se puede acceder al ser efectivamente.


Alétheia
La filosofía en su devenir histórico ha tratado de  alcanzar la verdad y conformar el conocimiento. Desde los griegos hasta llegar a René DescartesImmanuel Kant. Martín Heidegger nos propone un modo diferente de pensar el tema. La fenomenología[10], en donde se enmarca este filósofo, es aquella que trata de mostrar los fenómenos, estos son los que se presentan en el mundo. Remitiendo  a los griegos lo que se presentan en el mundo son los entes, es decir, ta onta.  Y  lo que se encarga la fenomenología es sacar a la luz los entes. Con el pensador alemán la cuestión de la verdad va girar por otro lado. No va entender aquella  como la adecuación del intelecto con la cosa, es decir como Adaequatio, cuestión muy difundida entre la filosofía y que tuvo su auge con la filosofía escolástica. Ese no es el modo en que Heidegger va entender la verdad. ¿Entonces  cómo la entiende?
Para él va ser algo que los griegos llamarón Alétheia. Un desocultamiento. La filosofía había estado hablando del ser y del ente confundiendo los términos. Ahora hay que reformular la pregunta por el ser para que no se vuelva a confundir y a errar el camino. Hay que volver hacer la pregunta por el einai, es decir, tí tó einai ¿qué es el ser? Y no por el ente, tí to on ¿qué es el ente?, para poder responder a esta pregunta se tiene que enunciar brevemente los malentendidos que se ha generado con respecto a esto. Y no caer en lo Heidegger llama el olvido del ser.
Se ha mal entendido la pregunta por el <ser> por tres razones: A) se ha tomado al <ser> como el más universal de los conceptos. Por lo que al hablar de ser muchas veces se confunde con el ente. De manera que se quiere indagar qué es el ser por otra vía, no de la forma en que la metafísica ha venido haciéndolo. B) pensar que el concepto de <ser> es indefinible. Esto ha causado problemas para pensarlo y para preguntarse por el mismo. Heidegger quiere aclarar lo que es <ser>. C)  se ha tomado al <ser> como el más comprensible de todos los conceptos. Si es bien cierto que <ser> no es el más comprensible de todos los conceptos, porque se ha confundido ser con ente.  El pensador de la selva negra quiere saltar estos problemas y entrar a la pregunta del ser para poder llegar también a la cuestión de la verdad como desocultamiento. El tema del ser, la verdad y el desocultamiento lo va tratar en varios textos.  Para poder plantear la pregunta por el <ser en general> primero se tiene que esclarecer <el ser del mismo que hace la pregunta> el humano. El Dasein. “De esta manera el preguntar mismo está determinado por aquello por lo cual se pregunta: el ser humano se pregunta por el ser y se responde bajo el punto de vista de “su ser”.[11] El hombre no es un ente solamente ahí arrojado al mundo. Sino que en su propia forma de vida y tiene una característica peculiar, es un existente, está entre otros entes a los cuáles puede interrogar. Los otros entes no pueden preguntarse por su propio <ser>, solamente están dados  mientras que el existente humano si puede hacerlo. Él mismo se puede preguntar por su ser. En este preguntarse se va dar la vida del hombre, va tener  una historia, es histórico,  y en esa  historia se va a desarrollar su ser.  Al preguntarse el hombre por su ser se está dando una forma de descubrir el ser del ente, es estar en un estado de iluminación. El estar existiendo en el mundo hace que el Dasein se pregunte por su <ser en el mundo>.
En el mismo mundo el hombre se ve proyectado con otros entes a los que interroga. Al interrogar tiene la opción de hacerlo  o de no hacerlo. Tiene la posibilidad de hacer cualquier cosa, en esa posibilidad se da cuenta de que su marco de opciones es infinito, y una entre tantas esas opciones es la que más le llama a pensar, la muerte. Ya que esa misma muerte es la imposibilidad de tener otras posibilidades como existente en el mundo de los entes. Heidegger  trata de liberarse de lo que se ha llamado la <tradición ontoteológica>[12]. Esto significa que es el supuesto de que la verdad es de algún modo cuestión de la superación del débil por el fuerte, es decir, que las relaciones de poder constituyen la esencia de la vida humana.  En su libro: Sein und Zeit (Ser y Tiempo, publicado en 1927) Dice: “el ser (no las entidades) es algo que se <<está ahí>> sólo en la medida en que está la verdad. Y la verdad está sólo en la medida en que está el Dasein. Ser y Verdad <<son>> igualmente primordiales.”[13] Aquí Heidegger se da cuenta de que el demostrar si hay mundo y pueda demostrar su ser, no tiene mucho sentido.  Por eso es que distingue entre mundo como el dónde,  del <estar en> y <mundo como intramundano>, esto lo explica la analítica existencial, es decir, descubre al Dasein como un ente que está abierto a las cosas, definido por su <<estar en el mundo>> como un ente que trasciende de sí. Esto quiere decir que el hombre no es algo ajeno al mundo sino que es <alg>> que está dado con él.  Pues la verdad es primariamente descubrimiento del ser en sí mismo. Y este descubrimiento sólo es posible como fundado en el <estar en el mundo>, lo que lleva a que sea el fundamento ontológico de la verdad que aparece en la base misma del Dasein
Cuando dice <sólo hay verdad  en cuanto y mientras hay existir> quiere decir que el ente solo está descubierto y abierto cuando y mientras existe. Las leyes  de gravedad o cualquier otra, sólo son verdaderas mientras hay existir del ente. Antes ni después no hay verdad ni falsedad. Pues, cualquier ley resulta verdadera cuando hay un ente que las haga existir y las haga accesibles.  Eso no significa ni psicologismo ni subjetivismo.  Y la verdad coincide con el ser, ya que solo hay ser cuando hay verdad, y verdad mientras hay existir, por tanto la verdad y ser son originarios. Ahora bien, cuando se pregunta por el <ser> y apunta este <olvido del ser> afirma que desde los inicios de la filosofía se ha tendido esta pregunta, pero pocos han tratado de responderla, siempre se han fijado más en el ente, en los accidentes de éste y de su existencia en el mundo, pero realmente en el <ser> como tal  se ha generado un descuido lo que ha creado muchas confusiones entre algunos filósofos.  Para el alemán, lo primordial para poder empezar a entender la filosofía es aclarar el problema del Ser, y como bien se sabe, Ser no es lo mismo que ente. Desde el EstagiritaAristóteles-  el <ser> se ha tomado como lo más universal[14], y se entiende que <ser> es el concepto más comprensible y evidente, pues cuando decimos “el pasto es verde”, “la casa es bonita”, “yo soy estudiante”, esto es en uso cotidiano, aunque realmente entendemos lo que quiere decir tales oraciones no llegamos a comprender realmente y de fondo lo que el <ser>  es con su relación con el ente. Por eso es que afirma Heidegger que: <toda ontología es ciega si no explica primero suficientemente el sentido del ser y comprende esta explicación como su tema fundamental> y para poder entender el ser y su relación con el ente. El usar el término Alétheia no es por gusto retórico, sino porque ve en ello una forma en que realmente se puede captar lo que quiere decir. El término remite a lo no-encubierto, lo descubierto. Aquello que se oculta y que se des-oculta.
El propio <ser> se oculta y en ese ocultarse hay que estar atentos para poder captarlo. Ese ocultamiento es denominado por Heidegger el misterio (Geheimnis). Ahora bien, si se ve desde la perspectiva de la verdad el ocultamiento del ente es la no verdad. Pero esto no se puede tomar como negativo, sino como un estado previo al ser, solamente que está oculto. Para que esto oculto no caiga en el olvido no hay que dejar de pensar el ser, porque si se deja de pensar en ello y se atiende solo a las apariencias del ente,  se cae en el radical olvido del misterio.  Lo que tanto busca Heidegger es hacer un cambio en el pensamiento de la tradición para pensar el ser, más que el ente. Superar la metafísica y hacer una ontología que libre los males entendidos desde la metafísica tradicional que confundió el ser con el ente. “Pensar el ser mismo significa buscar una forma de expresar el espacio de iluminación (lichtung) por sí mismo, en su propia esencia (en su ocultarse-desocultarse)”
Para terminar hay que recapitular de manera breve. El concepto de verdad en la tradición ha estado marcado por la verdad por correspondencia o Adaequatio. La Adaequatio no es simplemente un problema que no se haya resuelto en la historia de la filosofía, sino es ella misma la historia de la filosofía ya que sobre ella se han fincado muchas de las veces sistemas filosóficos enteros. La misma epistemología ha hecho uso de esa forma de ver el mundo.  La propia ciencia ha adoptado tal forma de verdad, haciéndola consistir en su corpus. Es bien sabido que la ciencia trabaja sobre contrastación de  teorías con hechos. La verdad por correspondencia o concordancia ha llegado a su cúspide en la humanidad. Si bien en las ciencias muchas cosas son benéficas para la humanidad quedan algunos problemas por resolver. Los positivistas lógicos se enfrentaban ellos mismos a problemas en su campo de acción. La ciencia trabaja con términos empíricos pero también con términos teóricos, muchos de los cuales no tienen contrastación en la realidad. Términos como: gen, átomo, fuerza, aceleración, etc. Todos estos términos son incontrastastables en la realidad. Ahí un primer problema que se enfrentan los científicos. Aunque estos ya habían sido señalados de alguna manera por David Hume, al poner el ejemplo famoso del pegasso o de la montaña de oro, diciendo que esos términos eran invención de la conjunción de dos términos con lo cual se formaban uno más complejo. Por su Parte D. Shapere en su texto “los problemas de los términos teóricos” apuntaba también el mismo problema pero desde otro ángulo de visión. Decía que si la ciencia trata con teorías que deben ser contrastables  y desecha lo que no se puede contrastar, ¿cómo es que en las teorías científicas podían existir términos  que no tenían referente en la realidad? Con lo cual ciertas teorías quedaban descalificadas.   Como se puede hacer notar la ciencia trabaja bajo la forma de la verdad como Adaequatio y aunque ella ha  hecho avanzar el conocimiento  de la realidad, también se enfrenta con problemas.
Por el otro lado la verdad entendida como Alétheia, cosa que propone Martín Heidegger es de llamar la atención. Con esta nueva forma de entender la realidad se nos abre un nuevo panorama para interpretar el mundo en que nos movemos. Para empezar, es difícil entender los términos que Heidegger maneja en sus textos, porque todos están cargados ya de una tradición en donde el hablar del <ser> nos remite directamente a Aristóteles[15]. Si bien el <ser> se había identificado con el ente por una extraña razón, lo que quiere hacer el alemán es tratar de cambiar eso, no hay que confundir ser y ente, no son la misma cosa. Por eso acusa a la metafísica que ha confundido los términos y no ha llevado a buen término la filosofía en su búsqueda por la verdad.
 Esta forma de entender la Alétheia como ese ocultamiento y des- ocultamiento del ser del ente. La fenomenología heideggeriana se abre paso para interrogar los fenómenos que aparecen. Los inquiere y además los trata de des-ocultar en ese tan complicado ocultar- desocultar en que se va dando el ser. Lo que lo lleva a un estado de iluminación cuando puede acceder al ser del ente. La verdad como Alétheia acontece, según Heidegger, en varias formas. En una primera forma sería en el Dasein cuando se abre ante el mundo, se interroga a sí mismo como arrojado al mundo y se da cuenta de que puede preguntarse sobre <su ser en el mundo>, también en la misma obra de arte[16] nos remite a que la verdad se revela como des-cultamiento del ser, en ese ente singular que es la obra de arte se revela el ser del ente con lo que hay apertura para  la verdad del ente. La nueva forma que propone Heidegger viene de una fenomenología que va propugnar por una superación de la metafísica para poder hacer una ontología hermenéutica con la cual se puede acceder a esta nueva forma de ver la verdad. Entonces creo que sí es posible preguntarse por el ser en la filosofía actual ante la presunta “muerte de la verdad”, claro que el tema tiene que ser más extenso, analítico y crítico.
Bibliografía
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·       Heidegger, Martín, “De la esencia de la verdad” PDF
·       Heidegger, Martín, Ser y Tiempo, traducción de Jorge Eduardo Rivera, editorial Universitaria.
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  • Luján, Enrique, Perspectivismo y genealogía. Un ensayo sobre Nietzsche, editorial UAA
·       Marías, Julián, Historia de la filosofía, editorial Alianza Universidad de Textos
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  • Nietzsche, Friederich, La gaya ciencia editorial. Colofón
·       Reale, Giovanni, Guía de lectura de la <<Metafísica>> de Aristóteles, traducción por: J.M. López de Castro, ed. Herder
·       Rivero, Paulina, Alétheia, la verdad originaria, BUAP, México
·       Rorty, Richard, Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporáneos. Escritos filosóficos 2, editorial Paidós Básica
·       Waelhens, A., La filosofía de Martín Heidegger, traducción de Ramón Ceñal, editorial Universidad Autónoma de Puebla.
·       Zubiri, Xavier (1999),  El hombre y la Verdad,  España, Alianza y Fundación Xavier Zubiri.
·       Zubiri, Xavier (2008), Sobre la esencia (segunda edición), España, Alianza y Fundación Xavier Zubiri
·       Zubiri, Xavier, (1995), Los problemas fundamentales de la metafísica occidental, España, Alianza- fundación Xavier Zubiri
·       Zubiri, Xavier, (2006), Inteligencia y realidad,  España,  Alianza y Fundación Xavier Zubiri
·       Xolocotzi, Ángel, Facetas Heideggerianas, Los libros de Homero,México


[1] Aunque Martín Heidegger va tomar esta definición y la va cuestionar hasta sus últimas consecuencias, de ello sacará otra forma de entender la verdad, es decir, la Alétheia.
[2] Heidegger va cuestionar esta forma y decir que la metafísica ha impuesto esta forma de entender el mundo, con lo que la verdad como concordancia ha tenido que lidiar. Va proponer otra forma de entender, sin dualismos y se querer llegar a superar esto a través de la ontología.
[3] Rivero, Paulina, Alétheia, la verdad originaria, pág., 88
[4] Heidegger muy aguzadamente advirtió esta problemática y trató de resolverlas dejando de lado la metafísica para pugnar por una ontología. También su alumno Xavier Zubiri tratará el tema del dualismo metafísico y será punto nodal en su filosofía de la nooología.
[5] Heidegger, Martín, “De la esencia de la verdad”, pág., 3.
[6] Ibid., pág., 3.
[7] El problema de la realidad se ha tratado poco en la historia de la filosofía. Si bien como se ha comentado el mundo parece estar dividió en dos esferas de las que no se puede salir, por un lado está la res extensa, para hablar en términos de Descartes, y por otro lado está la res cogitans, ninguna de estas dos se puede comunicar efectivamente con la otra.  Es el problema del dualismo que no sólo permea la situación de la filosofía sino que se va hasta la epistemología.
[8] M. Heidegger, Ser y tiempo, parágrafo 44. P. 234.
[9] En ese mismo tenor Xavier Zubiri hablará de dos problemas en que ha caído la  historia de la filosofía y por lo cual el dualismo cartesiano no se ha podido romper, estos son la entificación de la realidad y la logificación de la inteligencia. Para poder generar una pregunta autentica por el ser y la verdad se necesita superar estos óbices.
[10] Fenomenología: Estudia los fenómenos tales como aparecen.  Hacen una descripción para poder entrar en el tema de la filosofía. Heidegger al tratar de salvar los problemas de la tradición como metafísica va abandonar y tratar de superarla por los problemas que presenta.
[11] Rivero, Paulina, Alétheia, la verdad originaria, pág., 59
[12] Aunque debemos entender esto que en la metafísica occidental que ha olvidado el ser, onto es ser pero  como esencia y mundo estático, teo es porque esa esencia está ligada a lo  divino, teleo porque el ser tiene una  finalidad puesta  por dios y logia es porque esto  se capta en el concepto.
[13] Heidegger, Martín, Ser y tiempo,  pág. 57
[14] Aristóteles tratará el tema en La Metafísica y lo va desarrollar a lo largo de los XIV libros.
[15] Aristóteles dice que el ser se dice de cuatro maneras: el ser, per se o per accidens, según las categorías, el ser verdadero y ser falso, según  la potencia y el acto.  En las categorías hablara de diez, pero la primordial sería la sustancia porque todas las demás se refieren a ella. Pone ejemplo la sustancia hombre, con lo cual se empieza a dar el mal entendido de ser-ente.
[16] En el texto sobre el origen de la obra de arte, a través del análisis hermenéutico – fenomenológico hace patente como el ser del  la obra de arte se nos presenta, en las botas del campesino que esta plasmado en el cuadro de Van Gogh. En ellos se puede ver más que unos zapatos de campesino sino el propio acontecer del ser revelándose a través de la obra de arte, con lo que indica que en el arte hay verdad.




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