lunes, 9 de febrero de 2015

Una tarde en la academia


José Francisco Pomo Villaseñor 


Son apenas las cuatro menos quince de la tarde de un lunes soleado, y, caluroso del mes de mayo. Ricardo sube con flojedad, cada uno de los escalones de la escalera que le lleva a su salón de clases. Aun con pesadez de la digestión, y, lo complicado del trafico para poder llegar a la facultad de filosofía, donde cursa ya el tercer semestre de la maestría.
Como es su costumbre, es el primero en llegar, por lo que, se dispone a acomodar los pupitres que por lo general dejan en un complicado desorden los alumnos que cursan la licenciatura de filosofía, en el turno matutino.
Aprovecha esos largos minutos que le faltan al reloj para que den las cuatro de la tarde, y así seguir devorando con avidez, el libro del Teteto de Platón que le ha recomendado el Doctor Gonzalo, como parte de la lecturas que habrá que realizar, buscando comprender los fundamentos de la epistemología; tema del semestre que cursa.
Poco a poco, y con relajada parsimonia hacen su presencia en el salón de clases, los compañeros, y las compañeras de la maestría, saludándose con emoción, y simpatía pues, dentro del grupo se ha construido un ambiente de amistad sincera y cordial, a pesar de las diferencias de edades, y de licenciaturas que avalan la especialidad de cada uno.
Ricardo siempre se ha caracterizado por una casi enfermiza y exagerada inquietud por el conocimiento de lo absoluto, lo que le ha empujado a practicar desde su infancia la religión judeo cristiana, las lecturas de las epopeyas que hablan de mitologías griegas, la vida de místicos, y la, practica del yoga, del Tao te king, del budismo, del reiki, de la Quiromancia y, sobre todo la lectura a fondo de las Upanishads, de la Teosofía, de la magia, la astrología, ciencia ficción, ciencias como la física, la química y múltiples tratados sobre ecología, metafísica, y filosofía, propias, y no propias de su licenciatura en ingeniería en comunicaciones y electrónica.
En sus últimos años han buscado en los principios fundamentales de la filosofía, que han sido necesarios a su infinita demanda de saberes que, le requieren las dudas que le atormenten los porqués de su existencia, y, de la diversidad de mundos que conforman el universo.
Es de suponer que, por malogrado que este el intelecto de la gran mayoría de los seres humanos, no esta de dudarse que aunque sea por breves momentos de nuestra existencia, a todos nos ha asaltado la duda existencial, el fenómeno de la vida, y de la muerte, y, el hacia donde vamos después de esta ultima; situación que han venido aprovechando las múltiples religiones, grupos, y sectas que pululan por todas las sociedades del mundo donde estamos viviendo.
Pero el interés despertado de Ricardo por todas estas interrogantes, le han dado motivos para buscar en la filosofía, el poder responderse todos estos cuestionamientos, o por lo menos el intentar a través de la metafísica encontrar una respuesta diáfana, sin hacer a un lado la racionalidad de las deducciones –si es que las hay-, razón, por la que está cursando una maestría pues, sabe que en el fondo esta filosofía perenne esta muy ligada con el pensamiento antiguo de las grandes disciplinas del conocimiento, incluyéndose para si, como ultimo camino la vía mística, que le ha asegurado a aquellos que lo han obtenido, el conocimiento del absoluto, el principio de todo saber, y de todo entendimiento y, de todos los fenómenos físicos y espirituales como lo experimentaron, plotino , San Juan de la Cruz, Teresa de asbadje,……
El doctor Gonzalo un apasionado de la metafísica por sus raíces escolásticas y cristianas es quien le ha recomendado profundice en la filosofía perenne que representa Wilhelm Leibniz, y su principio monadológico, tema por demás fundamental para Ricardo si, es que porfía en el entendimiento del principio de la existencia, en la afinidades, y en la diferencias de todos los seres vivos orgánicos, e inorgánicos en el libre albedrío contra un destino incierto producto de la casualidad o de la causalidad, la individuación etc. etc. Dentro de los temas que le tocan exponer al doctor Gonzalo para los cuatro semestres de la maestría, ya se hizo referencia a los principios fundamentales del conocimiento; se han leído a algunos de los filósofos que representan el pensamiento griego, el escolástico, el medieval, sin dejar a la metafísica como su base, para luego comprender a los racionalistas como  Descartes, Hume, Kant, Hegel, representantes de la ilustración y del pensamiento moderno sin dejar de incursionar en Heidegger, Habermas, Nietzsche, Gothe, y los pos modernos como Lebinas, Rorty y la amplia gama de pensadores españoles….. Con temas como el ser en el tiempo, la fenomenología del espíritu, la critica de la razón pura, el vitalismo, la ética, sin dejar de nombrar al extraordinario Schopenhauer.
No cabe la menor duda de que, todos estos temas, y todos estos grandes filósofos, han puesto en aprietos al novel filósofo quien, reconoce la sapiencia de todos y cada uno de estos, la vida entera sacrificada por encontrar una respuesta racional a todo fenómeno de nuestro ser, en harás de conocer el principio de toda manifestación, y de las seguridades de nuestra existencia.
Mas sin embargo, y, a pesar de todo este descomunal esfuerzo por exponer paso a paso, y en forma deducible los por menores del complejo sistema del entendimiento, para Ricardo ninguno de ellos o mas bien los pensadores racionalistas modernos y posmodernos pertenecientes al siglo ilustrado y de la actualidad así como de las ciencias puras del conocimiento de todo fenómeno natural se quedaban en lo trascendental, en lo empírico en lo inherente cayendo en un circulo repetitivo de antinomias, y, de paradojas que aunque valían por su esfuerzo -------- intelectual, no concluían mas que en supuestos devenires de un ser, sin un ser sustentable.
Ricardo se pudo dar cuenta que, cuando se abordaba el campo de lo moral y de la ética, se podía contar con mas posibilidades de conocimiento del ser, y de su mundo fenoménico, que con la lógica, las ciencias físicas, y matemáticas, y con toda esa racionalidad enfermiza venida a menos por su reducido espacio de movilidad.
Ricardo sin dejar su apasionada e inagotable sed de conocimiento, continua su lucha interna por encontrarse una respuesta diáfana a su existencialidad, a lo incuestionable de los horrores, y los sufrimientos de todos los seres vivos del microcosmos, y del macrocosmos, sumergiéndose en las profundidades del saber a través de la lectura de nuevos pensadores antiguos, medievales, renacentistas, modernos, y posmodernos pues esta decidido y determinado en no cejar en su intento por darse una respuesta como primera instancia y, darle una respuesta a los saberes humanos incursionando en el campo de la ininteligible como segunda instancia, todo lo relacionado con el ser, la sustancia, los principios de la individualidad sin dejar de relacionarlo todo con lo absoluto, que se quedaron pendientes de concluir con la monología, la armonía preestablecida, el principio de libertad y, todos los saberes de las ciencias físico matemáticas del mundo actual que se han venido manifestando con todos sus fundamentos para hablar de la existencia.
Al llegar a su hogar, una vez terminadas sus clases en la facultad de filosofía, continuando con sus elucubraciones y, haciéndose los cuestionamientos de todos los días del cómo, y por dónde abordar el camino del conocimiento trascendente sin caer en las antinomias del racionalismo filosóficas obligándole a incursionar por la vía meditativa, o, la mística que con tanto anhelo busca, pronto en cansancio acumulado por sus actividades vigilicas, lo encaminan a incursionar por el mundo de los sueños, y, de las experiencias oníricas, prometiéndose continuar al día siguiente con su testaruda investigación


No hay comentarios: