jueves, 15 de enero de 2015

Editorial


Don Julio Scherer García


Referirse a Julio Sherer García es complicado aun posterior a su deceso. Desde la óptica de quienes vivimos inmersos en los medios de comunicación e información la subjetividad inevitablemente emerge.

Aun así es incuestionable su personalidad. El PERIODISMO está vedado para gente cobarde, visceral, analfabeta, irracional, irascible, pusilánime, estúpida. Scherer, evidentemente, estuvo desprovisto de ello. Fue analítico, critico, visionario, concertador. Ejerció liderazgo entre intelectuales, periodistas de oficio, encabezando proyectos con claro sentido social sin soslayar su pertenencia a una empresa.

Sobrevivió al poder del Estado respondiendo con nuevo proyecto: Proceso. Su consagración a la revista, más aún al PERIODISMO no deja duda del placer, gusto, vocación provocada en él. Esa vocación capaz de sobreponerse al poder mismo que la actividad otorga. La escuela, su legado, es un ejercicio y defensa de la Libertad de expresión con dignidad.
Descanse en paz Don Julio Scherer García.



Tropezón



¿Scher o no Scher?
El proceso de Scherer

será juzgado por la historia

El esbozo de los recuerdos

Raúl Hernández Viveros

Cuando un escritor obtiene el Premio Nobel de Literatura también consigue en primer lugar alejarse un poco del olvido, y volver  otra vez el reconocimiento internacional. El reciente caso del francés Patrick Modiano lo comprueba con su larga trayectoria que trascendió desde la entrega  del Premio Goncourt 1978 que se le concedió a su novela: Las calles de las bodegas oscuras, y dio a conocer la editorial Monte Ávila al mismo tiempo en Venezuela y España, a principios de los años ochenta del siglo pasado.
Además Monte Ávila Editores ya había publicado su novela Villatriste. La mencionada Las calles de las bodegas oscuras fue dedicada a su padre Rudy, por Patrick Modiano, ahora Premio Nobel 2014. Durante estos meses en la editorial  Anagrama, Jorge Herralde se propuso reeditar la mayoría de sus novelas que se consuman por los lectores interesados en dichas aportaciones narrativas. Aunque se debe reconocer y destacar que Patrick Modiano recurre constantemente a recordarnos su admiración por la literatura policiaca.
Desde La calle de las bodegas oscuras planteó la estructura del misterio de buscar la identidad perdida y olvidada en los recuerdos de cosas, que a veces no intentamos enfrentar y menos resolver. Responder a las interrogantes de la realidad sobre nuestros pasos en el mundo: ¿que somos, qué hicimos o propusimos con nuestras vidas? Tal vez permanezcan las fotografías de aquel niño, adolescente y hombre que fuimos, o bien en la etapa final de las caricaturas grotescas; imágenes de la vejez.
En el trabajo de investigación sobre una biografía permanecen los datos hechos y aportaciones de cada persona. Es la carrera que se emprende al comenzar nuestra propia y única biografía; cuando las neuronas elaboran la captación de las imágenes de los sentidos. El desarrollo de la construcción de la memoria personal que se vincula con la colectiva, permite la recopilación de sentimientos, valores, los cuales  desembocan en la actitud de tomar decisiones frente a los problemas individuales y sociales. Desde la niñez y juventud armamos nuestro banco de datos, acontecimientos y retratos de nuestras vidas; la descripción de los semejantes que acompañaron la evolución de nuestras vidas, a pesar de que muchas se consideran vacías.
Durante el proceso de la creación literaria se recurre al estudio de diversos y plurales puntos de vista del narrador. En Francia se revisó la estructura de la nueva novela, la antinovela y el relato de la objetividad. Los antecedentes continúan en el modelo  de Alain Robbe-Grillet, con su novela La doble muerte del profesor Dupont, en donde se recurrió a la intriga policiaca pero con recursos enriquecedores sobre hechos aparentemente ínfimos y banales, bajo la excesiva persecución de la escritura, y siempre en una atmósfera misteriosa. Dentro de un tiempo circular se anotan pasajes existenciales a lo largo de itinerarios y recorridos donde el tiempo no existe, semejante a mirarse en un espejo y descubrir los reflejos que acontecen como punto de partida de una historia demasiado personal. También en las anotaciones que se hacen en un diario de campo, y particularmente en el de cada uno de nosotros.
Con el transcurrir del tiempo, dentro de los infinitos espacios y en la evolución de los avances de la causalidad,   Patrick Modiano elabora su literaria lineal que abarca el espacio de la memoria, en forma esencial, sin dejar resquicios del pasado llega hasta el presente inmortal. Con técnica precisa y exacta en sus dos chipi  recorre sus rincones, calles y avenidas de París: exactamente como los realizó magistralmente James Joyce sobre Dublin, en la novela Ulises.
Patrick Modiano  observa su mundo y sus personajes desde el balcón, la terraza o las ventanas de un edificio en cualquier calle de París, igual que Margarite Duran en su sentencia: “No es más que esto: no es más que la vida”. Sin duda alguna en la novela Un pedigrí, Anagrama, con dos ediciones, una en noviembre de 2007 y otra de octubre de 2014, abrió las puertas de su formación como escritor que tuvo que padecer la marginación y el aislamiento de la postguerra en Francia. Gracias a la escritura pudo sobrevivir, o crear y consolidar si obra narrativa. De su madre escribió: “Nunca pude hacerle confidencias ni pedirle ayuda alguna. A veces como un perro sin pedigrí y muy dejado de Dios, siento pueril tentación de escribir negro sobre blanco…”        

La biografía de un escritor

A través de la lectura de cada capítulo de la novela Un Pedigrí, Patrick Modiano se propuso revelar los profundos secretos de su vida en los internados, a donde su padre lo envió para dejar en manos de otras personas su educación o formación frente a la vida. Afuera y alejado del cariño también de su madre quien siempre andaba en giras como actriz, porque participaba en varias obras de teatro, y nunca tuvo ni tampoco buscó los consejos maternos.
Aunque en los colegios de internos comenzó a conquistar y dominar el territorio de la lectura. Entre la soledad de aquellos viejos edificios o casa de alojamiento o en la suciedad de los camastros mal olientes y con las sábanas sucias que no se cambiaban durante varias semanas, Patrick Modiano  se entregó a la disciplina de hacer tareas y lecturas religiosas encargadas por los mentores vigilantes. Por suerte, siempre pudo ubicar los espacios de las bibliotecas, y en los días libres iba a cualquier ciudad a investigar los pocos negocios con mesas de libros usados.
Constantemente acudía los domingos a descubrir tesoros bibliográficos y al mismo tiempo que se entregaba a la curiosidad de revisar páginas culturales de revistas y periódicos. O bien se las ingeniaba para adquirir ejemplares de Les Lettres françaises y Les Nouvelles littéraires. “Los leo de cabo a rabo. Todos esos semanarios se amontonan en mi mesilla de noche. Recreo después de comer, durante el que oía el transistor. A lo lejos, detrás de los árboles los quejidos del aserradero. Días interminables de lluvia bajo los soportales del patio”, anotaba casi en forma de un diario personal cada uno de sus recuerdos de aquella lejana juventud.
En otras líneas, Patrick Modiano a manera de sincera confesión aclaraba: “escribo estás páginas como se levanta acta o como un currícula vitae a título documental y seguramente para liquidar de una vez una vida que no era la mía. Sólo es una simple y fina capa de hechos y gestos”. Con toda la intención  de definir la claridad de su escritura mediante la objetividad y la fuerza expresiva por demostrar la pasión y amor hacia la creación literaria.
Se  retrotrae entro del espacio de la imaginación en búsqueda e los días infantiles hasta llegar a los descubrimientos de la adolescencia. Al evocar las imágenes del pasado intentó rendir homenaje a Marcel Proust, porque a su manera emprendió el enfrentamiento con “À la recherche du temps pardu” todo con bastante claridad que ofrece el manejo perfecto de la escritura, por la cual las palabras  toman vida delante de los lectores que tienen la posibilidad de recorrer algunos alrededores de París; barrios, pueblos y ciudades de las regiones francesas, y retratar personajes familiares y rostros que nunca dejará de olvidar.
“Por lo visto, quieren alejarme de París. En septiembre de 1960 me matricularon en el Colegio Saint Joseph de Thônes, en las montañas de Alta Saboya”; vivió Patrick Modiano casi su juventud ingresado en diferentes internados, abandonado por sus padres que lo visitaban nada más en algunos días feriados. Entre la soledad decidió primero dedicar su tiempo a la lectura, y luego a comenzar a edificar su proyecto novelístico.
Cuando la entrega del Premio Nobel de Literatura expresó que: “Es la primera vez que me veo en la necesidad de pronunciar un discurso ante una asamblea tan numerosa, por lo que siento una cierta aprehensión”, en reconocimiento a su manera de aislarse de la vida cotidiana y mantener un espacio casi secreto para el culto hacia la creación literaria. En forma contundente agregó que: “Un escritor está marcado de manera indeleble por su fecha de nacimiento y por su tiempo, aunque no haya participado directamente en la acción política, aunque dé la impresión de ser un solitario replegado en su ‘torre de marfil’”.
Además Patrick Modiano recordó su lugar de origen: “un niño de la guerra (...), un niño que debió su nacimiento al París de la ocupación”. Reconoció su humildad frente a hablar en público. Desde 1968 comenzó a aceptar que: “Es un poco como conducir, en la noche, en invierno, sobre hielo y sin ninguna visibilidad. No se tiene otra opción que continuar. No se puede retroceder, hay que seguir diciéndose a uno mismo que en algún momento las condiciones cambiarán, y que la neblina se disipará”.
Su admiración por Jean Nicolás Arthur Rimbaud, y a su “primo lejano”, el pintor Amedeo Clemente Modigliani: “una especie de vidente o quizás de visionario”. Modiano es el decimoquinto autor francés ganador del premio Nobel de literatura. Entre sus primeras obras hay que mencionar: Los mundos de Catalina, (1988),  La Calle de las bodegas oscuras (1972), Villa Triste (1975), y Dora Bruder (1997), 

La mantarraya estaba pariendo


Manuel Gámez Fernández

Por el camino blanco hacia Punta Nizuk la camioneta avanzaba dejando su volumen de sonidos y polvo como una larga cola que la noche ocultaba. Pero dentro de la cabina el ambiente era de camaradas, se trataba del primer viernes de febrero y la fecha estaba ya marcada en el calendario de los pescadores desde hacia muchos meses. La costumbre era salir cada atardecer de los viernes rumbo a puntos cercanos del Caribe a la pesca del pargo, la barracuda, el jurel, mero, cazón o cherna, por decir algo.

Con la tonada típica del yucateco, el ingeniero repitió para que todos los que iban en la cabina lo escucharan: “hoy me traigo un cazón como el de la última vez que venimos”.
“Mare, Yo creo que hoy va a picar el pargo y la cubera” –dijo sonriente la teoría -“porque hay marea alta pero sin recalón”.
“Me importa poco el recalón” –gritó Rivero mientras giraba el volante –“ya ven ese día que venimos con todo y norte, el agua nos daba en las rodillas subidos en el arrecife y así pegó el cazón como si estuviera la noche especial para esos canijos”.
“Tuvieron suerte” –siguió la teoría- “porque habiendo recalón todo el engodo se va para la orilla y el pescado no puede oler la carnada”.
“De perdida un jurel” –dijo Manuelito- “pero yo no llego a Cancún sin desayuno”.
En medio de los buenos deseos y las carcajadas nocturnas llegaron los pescadores al lugar escogido. Dejaron la camioneta junto a las letras luminosas del Mediterranee y se metieron entre el monte hasta alcanzar la punta de roca blanca de Nisuk, una ola plana de  cien metros de plancha calcárea metiéndose al verde esmeraldino del caribe (Corría el año de 1978).

Las lisetas enteras, de superficie plateada brillante y ojos de terciopelo negro,  surcaron el aire lunar atravesadas por los anzuelos.
Cada lanzamiento era un zumbido del cordel de nylon que se comían las suaves olas del Caribe.
Los pescadores aguardaban sentados a que algún animal se tragara de un solo mordisco la carnada y que comenzara esa extraña fascinación psicosomática que les exaltaba los sentidos y los hacia sentir un gozo indescriptible cuando picaba algún buen pez.
Y no tuvieron que esperar mucho tiempo, a la media hora de mirar como surgían entre el azul del cielo las estrellas y como el sol se volvía un reflejo sanguíneo en el horizonte, los dedos de Manuelito empezaron a sentir que el cordel se escapaba primero lentamente y después con una fuerza que le quemó las manos en el primer intento de detenerlo.
“¡Ya picó! ¡ya pícó!” –gritó Manuelito haciendo esfuerzos por aguantar el primer jalón, que inició como un zangoloteo del cordel y en seguida un pesado tirón consistente y duro-.
“¿Está grande?” –preguntó el ingeniero desde el extremo de la roca-.
“¡Dale cordel!” –aconsejó la teoría- “¡déjalo que corra! ¡juégalo!”.
“¡Está gigante!” –exclamó Manuelito- “¡vengan a ayudarme!”.
El carrete del ciento veinte comenzó a brincotear sobre la roca a medida que el animal se alejaba más de la orilla, tal vez presintiendo que esta sería su última batalla. Los dedos de Manuelito comenzaron a flaquear y la desesperación lo fue atrapando junto con el dolor que le producía el nylon al encarnarse en la mano derecha donde lo había enredado para tener mayor fortaleza.
“¡Vengan a ayudarme, se me va a escapar!”- se escuchó el grito confundido con el viento y las olas.
El primero en llegar hasta Manuelito fue Rivero, buscó a la luz de la luna el carrete danzante y lo afianzó enredándose el cordel a la cintura.
“¡Suéltalo!”-le gritó a Manuelito- “¡aquí lo detengo, suéltalo!”.
El cordel escapó con la sangre de Manuelito en su superficie y Rivero aguantó con sus noventa kilos el segundo jalón del animal.
“¡Dale cordel!” -exclamó la teoría al acercarse con la lámpara hasta Rivero- .
Pero Rivero ya se estaba arrepintiendo de haberse enredado el cordel en su cintura y cada jalón del animal era un latigazo en su piel y lo que ahora estaba pensando era como zafárselo aunque el animal se escapara.
“¡No lo dejen ir!” –gritó el ingeniero al acercarse esquivando las puntas de la roca-.
“¡Dale cordel Rivero!” -gruñó la teoría- “¡no lo quieras detener a puro cuerpo porque se va a escapar!”.
“¡Si lo que quiero es desatarme el nylon!” -pujó Rivero- “¡ayúdame porque me arrastra!”.
La teoría y el ingeniero se acercaron hasta el cordel en tensión y comenzaron a forcejear ayudando a Rivero.
“¡Es una linda mantarraya!” –cantó la teoría- “estoy seguro que es una linda mantarraya”.
Poco a poco el animal empezó a ceder y oponer menos resistencia. Rivero y la teoría lo manejaban dándole línea y después recuperando cuando aflojaba el peso.
“¡Es una mantarraya!” –gritó el ingeniero- “¡allá está!”.-señaló con el brazo levantado-.
La mancha negra salía hasta la superficie sobre las diminutas olas y por momentos dejaba ver también el reflejo lunar en su pálido vientre.
“¡Te lo dije, es una mantarraya!” –aseveró la teoría- luego gritó: “¡Ingeniero tráigase el gancho!”.
Manuelito enfocaba la luz de su lámpara en las olas donde se veía retozar la sombra negra de la mantarraya.
Con movimientos sincronizados Rivero y la teoría después de casi una hora de forcejeos lograron llevar el animal hasta la orilla de la playa blanquecina, a cien metros de la roca donde Manuelito recibió el primer jalón.
“¡Cuidado con el aguijón!” –advirtió la teoría, al tiempo que el ingeniero le clavaba el gancho en una de las alas y comenzaba a jalarlo hasta la arena seca-.
La mantarraya exhausta y decidida a morir daba coletazos violentos buscando alguna parte blanda en la que pudiera hundir la ponzoña del aguijón de hueso macizo y resbaloso que era una de sus defensas naturales.
Manuelito sugería que la pusieran boca arriba para que se muriera con mayor rapidez. Rivero y el ingeniero la voltearon entre los bufidos arenosos del enorme espécimen.
La luz de la lámpara resbalaba en la blanca piel del vientre y los ojos de los pescadores la recorrían admirando su tamaño casi de un metro y medio de punta a punta en las alas y pensando en los cien  kilos que pesaría en la báscula, aunque también era importante la pelea que había presentado el animal y el valor que cada uno puso para poder sacarlo.
Cuando los cuatro se encontraban contemplando la mantarraya que respiraba con gran dificultad, de su parte trasera comenzó a surgir un apéndice negro semejante al tentáculo de un pulpo.
-¡Está arrojando un pulpo!- pujó la teoría.
-¡Nada!- exclamó el ingeniero –está cagando-.
-¡Fíjense bien!- gritó admirado Rivero -¡Dios mío está pariendo!
Entonces como una flor que se abre al mundo brotó el animalito como de un plástico negro reluciente agitándose sobre el cuerpo de la madre.
-Al agua- dijo Manuelito inclinándose a recogerlo –este todavía puede vivir – y lo llevó hasta su ambiente acuático dejándolo a merced de su supervivencia en las olitas transparentes que la luna encendía.
Pero la mantarraya en sus espasmos finales comenzó a arrojar otro descendiente y otro y otro hasta hacer un total de seis que cuidadosamente fueron depositados en el mar por los pescadores.
De haberlo sabido –dijo la teoría meditabundo- cortamos el cordel y la dejamos ir –al mismo tiempo exhaló un suspiro que no le habíamos escuchado anteriormente.
Quién lo iba a saber –contestó Manuelito- un tanto compungido.
En esos instantes un viento triste con sabor a sales de recuerdos  los hacía sentir breves remordimientos por el fenómeno presenciado.
 Rivero apretando con fuerza el vientre de la mantarraya carraspeó rompiendo el silencio: ya sacó todos, ha de pesar como noventa kilos, sesenta de hueso y treinta de filete.
Una extraña sensación de metales en el estómago los hizo reaccionar.
Como si alguien invisible les hubiera dado una instrucción precisa, cada uno se dirigió al arrecife a recoger sus cordeles volviendo pronto hasta la mantarraya. Entre los cuatro la cargaron clavándole los anzuelos en las alas y con grandes esfuerzos la trasladaron hasta la camioneta emprendiendo inmediatamente el regreso, pues los moscos y los chaquistles habían detectado ya el calor de los cuerpos y se les pegaban por docenas en la piel descubierta.
Entre los ronquidos de la camioneta que ya emprendía el veloz regreso  la voz de Rivero se incrustó en los oídos de los pescadores cuando chilló -¿se la van a comer?- a manera de pregunta y reclamo.
Los tres escucharon la pregunta pero el sabor de sus meditaciones impidió que contestaran de inmediato.
Por mi parte –anunció Rivero- llévensela toda que yo no quiero.
¿No vas a querer? –inquirió el ingeniero-.
Nada –exclamó Rivero- ese animal estaba pariendo y tiene la sangre enferma.
¡Qué bruto eres Rivero! –le contestó la teoría- ese animal está más sano que cualquier otro , cuántas veces te has comido la marrana, la vaca o la borrega recién parida y ni sabes ¡ nada te ha pasado!.
Eso es diferente –dijo Rivero- este animal es de agua, no tiene ombligo.
Es lo mismo –intervino Manuelito- de tierra o de agua los dos deben tener la sangre sana para poder tener crías.
¡La saliva de las mujeres embarazadas es infecciosa! –terció Rivero-.
¡Puros cuentos! –gritó la teoría- una mujer embarazada debe estar más sana que la que no lo está, si no que se puede esperar del niño que nace ¿no es cierto ingeniero?.
Bueno –tartamudeó el ingeniero- yo pienso que la sangre debe estar cargada de defensas pero no se si haga daño, la verdad que ya me puso en que pensar Rivero.
¡Mamadas! –gruñó la teoría- mañana la comemos entomatada.
¡Ustedes se la comen! -respondió Rivero- yo no me arriesgo.
Espérense -dijo Manuelito- hay que ser razonables, lo mejor es preguntarle a alguien que sepa del asunto, llegando le preguntamos a Don Irán y a Don Alfonso, ellos deben saberlo.
Será lo que sea, pero yo no me la como –afirmó categórico Rivero cuando la camioneta estaba tomando la desviación del aeropuerto y acelerando enfilaba de regreso hacia el campamento de Puerto Juárez.
A lo lejos todo era oscuridad, en el camino se atravesaban tarántulas negras, cangrejos que levantaban amenazantes sus tenazas, mamíferos pequeños que huían de las luces, aves nocturnas y muchas palomitas sorprendidas por el resplandor inesperado.
Rivero se quitó dejando la camioneta y la mantarraya a merced de los pescadores.
¡No! ¡No! –exclamó Don Irán metiéndose las manos en las bolsas de su holgado pantalón- ¡son pendejadas desperdiciar esta carne, el animal está más sano que todos nosotros juntos!.
…Pero Rivero dijo que tenía la sangre enferma…
¡Rivero es un ignorante y cabeza de tonto, qué va a saber él! - gritó Don Irán exasperado- nada mas fíjense que el calostro de la vaca es la mejor leche de todas, porque es la primera y es la mejor, porque la vaca acaba de parir, solo por eso.
….Pero este animal es de agua Don Irán, no tiene ombligo….
¡Mare! y eso que tiene que ver –contestó- son brutos o ¿qué pasa?
Bueno  -intervino Don Alfonso con la parsimonia que lo caracterizaba-  hay que admitir la diferencia, los becerros traen ombligo y este animal viene despegado de la madre.
¡Que madre ni que nada! –vociferó Don Irán- este animal se come y no le hagan caso a lo que dijo Rivero, yo me hago responsable.
Lo que hay que hacer –dijo la teoría- es preguntarle a su compadre Nacho Don Irán, él tiene pescadería y debe saberlo por experiencia.
¡No hay necesidad! –se exasperó Don Irán- yo se los digo por mis cincuenta y cuatro años de vida que este animal se come y que no pasa nada.
Mejor lo deberíamos vender –dijo Manuelito- así nos quitamos de dudas y sacamos para pagar la carnada.
Es una buena idea –apoyó el Ingeniero- vamos con Nacho y se la vendemos.
Primero le preguntamos –dijo la Teoría- no vaya a resultar que se intoxique la gente que se la coma y resulte peor el asunto.
Ya te convenció Rivero –sentenció Manuelito- dirigiéndose a la Teoría, primero que no pasa nada y ahora que le digamos a Nacho.
Para qué le vamos a advertir –dijo el Ingeniero- si lo sabe nos va a cuentear con que no se come y claro que nos va a querer pagar menos.
¡Yo no me hago responsable! –amenazó la Teoría- por mi parte que se tire y asunto concluido ¡mare!
¡Madres! –gritó Don Irán- si la van a tirar mejor me la regalan que yo mañana me la trago solo.
No se moleste Don Irán, total, le preguntamos a Nacho y tenemos dos alternativas: o se la vendemos o nos la comemos, y si dice que no sirve la tiramos y asunto concluido.
¡Y dale con tirarlo! –terció Don Irán- miren, vamos con mi compadre para que se convenzan y nos dejamos de cuentos.
Vamos yendo de una buena vez que ya tengo sueño –advirtió la Teoría-.
La pescadería estaba cerrada y en la casa de Nacho no había luz. Don Irán llamaba a su compadre en voz alta provocando que los cuatro perros de la casa salieran de la oscuridad a correrlos con sus ladridos espasmódicos.
Encima de ellos, un cielo totalmente inundado de innumerables estrellas y constelaciones parpadeantes los observaba.
De ahí todos callados se llevaron la mantarraya en la camioneta hasta el campamento donde vivían compartiendo el espacio con trabajadores del agua potable, que a esa hora se encontraba en total silencio y armonía.
Un viento de incertidumbre pálido y recio sopló desde algún lugar y los impregnó.
Bueno –dijo la Teoría en voz baja- ¿en qué quedamos?
Quedamos en que la van limpiando porque mañana aquí nos la comemos –dijo Don Irán en tono concluyente-.
¿Qué hacemos Ingeniero?- continuó la Teoría-.
Pues lo que tiene que suceder que suceda –contestó como si sus palabras anunciaran una profecía_.
Pensándolo bien –dijo Manuelito- no le veo nada de malo en comerlo.
Además muchacho –dijo la Teoría- cuantas veces habrás comido animal que recién parió y ni cuenta te has dado porque en la carnicería no te van a decir que esta vaca acaba de parir ¿o no?
Teoría –indicó en forma sorpresiva Manuelito- tráete el cuchillo y la lima que vamos a limpiar esta pendejada –iniciándose en ese instante una secuencia de hechos inexplicables y perfectos-.
¿Le damos ingeniero? ¿Don René?
Ni lo preguntes  -contestó Don René- tráiganse el cuchillo y la lima –señaló- mientras nosotros  arrastramos este animal hasta la luz –escuchándose el ruido de un caparazón de hueso restregándose en la arenilla y el piso de grava-.
Como un experto en disecciones culinarias, la Teoría comenzó a separar cuidadosamente la carne de la osamenta. A intervalos se detenía y con la lima frotaba el filo del cuchillo de uno y otro lado de la hoja hasta que del metal saltaba un brillo instantáneo, entonces lo volvía a hundir en la carne rayada de venitas rojas de la mantarraya.
Casi estaba por terminar su tarea cuando apareció Marcial tambaleándose junto al grupo de amigos, que por momentos callaron al ver el estado “pisto” del recién llegado.
¡Mare! ¡que lindo animal! -exclamó Marcial-.
¡Mamao el hombre! dijo la teoría levantando la vista y viéndolo directamente a los ojos.
¿Quién lo sacó?- preguntó Marcial- pensando en felicitar a los pescadores.
Entre Rivero y la Teoría –dijo Manuelito-.
¿Dónde quedó Rivero? -inquirió Marcial-.
Se quitó hace rato –contestó un murmullo-.
¿Cómo está eso? ¿no quiere comer mantarraya?-preguntó Marcial-.
Don René intervino y dijo medio encabronado: ¡no quiere comerla porque cuando la sacaron la pinche mantarraya estaba pariendo!
Marcial abrió los ojos como asombrado, luego meditó largos momentos con los ojos entrecerrados, y después preguntó:
“¿Parió en el agua o parió afuera?”
Parió en la arena –contestó adelantándose  Manuelito-.
Marcial se quedó callado, acomodando sus pensamientos entre los vapores del alcohol ingerido, se llevó la mano a la frente dándose un golpe seco y como un profeta ebrio declaró: ¡me carga la chingada!, ¿y como tuvieron sangre para sacar del agua  a este pobre animal?, -conteniendo el aliento en su pecho-.
¡No vengas con fregaderas Marcial! -refunfuñó la Teoría levantando el cuchillo hasta su nariz- ¿quién iba a saber que estaba preñada?
Si hubiera estado sano, continuó Marcial,- resbalando las palabras-  ni entre los cuatro lo hubieran podido sacar, ¡lo sacaron porque estaba enfermo!
¡Enfermo madres! -gritó Don Irán - ¡El animal está bueno y así lo vamos a comer!
Yo no se los recomiendo –carraspeó Marcial con un acento serio en la voz- de que se lo pueden comer ni hablar, pero moralmente este animal inocente no debería comerse……… les puede hacer daño.
Anda a tu cuarto –sentenció Don René- que ya estas mamado y dices puras pendejadas.
Como amigos –continuó Marcial con una voz chillona completamente inesperada- no les recomiendo que lo coman.
Anda que se te hace tarde – azuzó Don René- mañana te invitamos a las empanadas.
¡Ya me voy! ¡Ya me voy! pero no digan que no les advertí –dijo casi llorando- ahí nos vemos.
¡Anda marcial! -remató Manuelito-.
La Teoría finalizó el proceso de destazar al animal, se lavó cuidadosamente las manos, puso el cuchillo a un lado de la mesa y estirándose con los brazos levantados hacia el cielo estrellado de Puerto Juárez comunicó:
¡”Ya estuvo”!
Déjenle la carne a Flor para que la guise mañana -exclamó Don René- aquí tenemos de todo, lo único que hay que comprar son las tortillas y lo refrescos.
En ese momento, como si una voz mágica lo hubiera llamado, se acercaba Flor hacia los pescadores con pasos decididamente agresivos cuyos tacones resonaban secos en la noche sofocante de calor y mosquitos.
Se detuvo en medio de todos, miró los huesos de la Mantaraya, miró el montón con más de treinta kilos de carne roja que estaban a una lado, y dijo dándose media vuelta, quedando de espaldas con las nalgas exageradamente levantadas:
¡“yo no guiso esa chingadera”!
Ya fue Marcial con el cuento -lo enfrentó Don René encabronado- ¡pero aunque no quieras lo vas a guisar! ¡porque para eso te pagamos!-gritó-.
¡Pues ni tanto que me pagaran! –exclamó Flor temblando del cuerpo- ¡no se porqué he venido a sufrir a este campamento de hombres malos!.
¡Lo guisas por que lo guisas! -amenazó Don René rayándose de coraje-.
¿Me van a obligar? –preguntó Flor con voz opacada-.
¡Si! –gritó nuevamente Don René- ¡te vamos a obligar así que jala mijito!
Entre el silencio de los pescadores y de la calmada noche recogió Flor los filetes, los volvió a enjuagar cuidadosamente, y sin mirarlos, preguntó en voz baja pero que todos escucharon:
¿Cómo los quieren putos?
Hubo un silencio de sonrisas encubiertas.
¡Igualito que como guisas el cazón! –contestó Don René- y jala que se hace más tarde cabroncito.
Flor se dispuso con pasitos apresurados a preparar la carne de la mantarraya y los pescadores se despidieron metiéndose cada cual en el cuarto que les correspondía, a lo lejos, alguien cantaba “Laila, di porqué me abandonas….”, la media noche estaba ya encima con su trozo de luna en el cenit del firmamento y un sinfín de apresurados grillos hacían surgir desde la oscuridad su música de innumerables presagios.
Al otro día, a las nueve de la mañana, el comedor del campamento se comenzó a llenar de un aroma extraño y exquisito que se metió en todas las puertas y levantó a todos sus habitantes de su modorra sabatina como si aquel olor tuviera un magnetismo que los transportaba íntimamente a ¡paraísos de comida!
La Teoría desde las seis de la mañana se había levantado a colaborar con Flor en la preparación del fríjol colado y la salsa de cebolla morada con naranja y chile habanero. Pero desde que Flor comenzó a cocinar la mantarraya y el vaporcito de la carne le impregnó las mucosas nasales, la Teoría resintió como nunca la necesidad de contener la saliva que le llenaba la boca y el hambre en el estómago se le anudó a tal extremo que comenzó a comerse las cebollas todavía crudas.
En el transcurso de una hora, todos los habitantes del campamento se hallaban en el comedor ayudando a Flor y a la Teoría en la preparación del guiso de Mantarraya que en realidad eran varios guisos. Allí estaba el Ingeniero Canul con su esposa Locha y sus dos chamacos, Don Irán Soberanis con dos tragos mañaneros en el estómago, el Contador Alesio con su madre Dinora y sus dos hermanas solteronas, el ingeniero Javier Canto Cetina y su recién desposada Bertita de ojos azules y transparentes, el buen Bibiano Chan y su hermana Sarita, Don René  que llegó con una flota de compadres y amigos entrañables, el güero Carlos y su hermano el bisco, el galán Héctor y el filósofo Shulz, y un montón de niños que nadie supo de donde salieron. Ausentes Rivero y Marcial por su propia decisión.
Como en un acto ritual, Flor y la Teoría daban indicaciones precisas  para cocinar la carne sacrificada de la Mantarraya, y todos actuaban dóciles y conscientes en la preparación de diferentes y exquisitos guisos, algunos completamente desconocidos por los ingredientes que llevaban y la forma de prepararlos. Sin embargo Flor tenía la idea completa de éste extraño ágape, porque en la madrugada, cuando todos se fueron a dormir, sacó de los cajones y escondrijos de la cocina un montón de hierbas secas, especies y polvos olorosos, frascos de aceites rezumantes de aromas, pedacitos de troncos medicinales, y cortó en el patio un buen ramo de plantas aromáticas que tenía sembradas. Preparó varias salsas, polvos de hierbas y concentrados en la madrugada y el amanecer lo alcanzó cantando con la radio encendida a todo volumen.

¡Pelaná! Gritó Don Irán –ante el asombro de todos- ¡Ya no aguanto el hambre!
¡Ha! –exclamó la Teoría- ¡Véngase a moverle a la carne viejito para que no se desespere!.
¡Qué véngase ni que nada! –contestó Don Irán- mejor apúrate a menearle y tú Flor ¡jala mijito!
Yo –dijo indignado Flor- no soy gato de nadie, hago las cosas por puro gusto viejito.
¡Mare! –gruñó Don Irán- ahora sí te pones cabrón.
¡Calma! ¡calma! –intervino La teoría- oiga Don Irán si apenas son las once de la mañana y ya anda usted mamado.
¡Que voy a andar mamado! –se defendió Don Irán- si apenas llevo dos tragos.
Si –intervino el ingeniero desde el otro extremo del comedor- pero de a cuarto cada trago.
Brotaron risas alegres de todos los presentes.
Mira viejito –dijeron Héctor y Shulz a Don  Irán- que te parece si te invitamos unas chevas aquí al ladito. Varios de los presentes se juntaron a la huida y salieron un rato a la cantina.
Se preparó el arroz rojo con zanahorias, camarones secos y hojas de chaya, el frijol negro hervido con cebolla morada y manteca de cerdo y después molido y colado, una ensalada fresca de pepinos con zumo de lima, limón, sal y polvo de especias dulces, tortillas de mano hechas con masa de maíz molido en la mañana aderezadas con briznas de anis, una salsa picosa de chile habanero, cebolla morada y jugo de naranja, y el plato fuerte: la mantarraya guisada en cinco estilos diferentes.
Exactamente a las doce del día los habitantes del campamento del Agua Potable de Puerto Juárez comían todos juntos con familia e invitados en la mesa más grande del comedor y por vez primera tenían la oportunidad de disfrutar una comida tan extraordinaria en aromas y colores.
Todos gozaron con la exquisitez de los aromas que desprendió la carne caliente, roja y blanca , tersa y pegajosa, dura y blanda, carne de cazón y de ternera, de caracol de campo y de cordero, carne dulce y salada, carne olorosa a camarón fresco y ostras de río, carne fuerte de chito y de espinazo en caldo, olores de cecina frita, de chucumite al mojo de ajo, de carne de cerdo en horno de leña, aromas frutales y transparentes se mezclaron con los penetrantes y ásperos olores del queso añejo y la carne quemada.
Flor los veía comer embelezado y a cada rato les cambiaba las tortillas, el frijol colado y la salsa dulce de chile  habanero. En un transparente instante Internamente reconoció que nunca en su vida de cocinero había visto a sus comensales comer con tanta gula y deliciosa alegría. Niños y adultos parecían retozar en los miles de aromas que surgieron de los guisos de la mantarraya.
Entonces salidos de la nada llegaron Marcial y Rivero a tropezones, abrazados para no caerse de borrachos.
¡Mare, yo se los dije! –anunció Marcial en voz alta.
¡Yo también les advertí! –Continuó Rivero-.
Marcial subió tambaleante a una de las sillas, abrió los brazos y exclamó: ¡vomiten lindos! porque esa carne es mala y aquí traemos la prueba, por eso venimos a salvarlos, por favor vomiten chulos –rogó exagerando su exclamación- causando un estado de inquietud en los asistentes, algunos ya en estado ebrio por las chelas ingeridas durante la preparación de la comida.
El Ingeniero y la Teoría se abalanzaron  sobre marcial reclamándole porqué salía con tales estupideces.
Los asistentes al ágape indignados también se abalanzaron sobre Marcial y Rivero convirtiendo la convivencia en una batalla ciertamente campal.
Finalmente dominados por la mayoría, los intrusos pidieron clemencia.
-¡Ya, ya ya!- tranquilos – gritó tumbado en el piso Marcial- ¡somos como la voz que clama en el desierto!
Rivero en su situación de ebriedad extrema, dominado por los otros, pidió paz y sacó de su bolsillo un pedazo de periódico arrugado que se puso a leer en voz alta para que todos lo escucharan.
¡Aquí dice! –gritó- en este periódico de la ciudad de Mérida, que la semana pasada una familia completa se murió porque comieron carne de tiburón que acababa de parir, no digo mentiras, aquí dice eso mismo –agitando el ajado papel sobre su cabeza-.
El Ingeniero corrió a arrebatarle el pedazo de hoja y junto con Manuelito leyeron el contenido ante un silencio absoluto de todos los presentes.
Ambos se cuchichearon al oído rápidas frases y apurado el Ingeniero se dirigió indignado a Rivero y Marcial diciéndoles: ¡Pelaná! ¡que brutos son ustedes dos! ¡cabezas de tonto! Esta nota de periódico que ni siquiera está firmada por nadie dice “que la familia de los aficionados murió envenenada saboreando la carne de El Tiburón cuando paría su primera victoria”  y se refiere al equipo de béisbol que así se llama.
¡Par de ignorantes! –les gritó el Ingeniero! El Tiburón es un equipo de béisbol no es un tiburón marino, ¡par de borrachos! Manuelito: quema este papel de porquería.
Manuelito ya tenía lista la flama del olvido y en cuanto recibió la hoja arrugada le prendió fuego y la sostuvo en su mano hasta que no quedó nada legible, entonces soltó el papelito carbonizado que se elevó por todo el cuarto y se hizo pedacitos minúsculos que inundaron la atmósfera del mismo.
Todos miraban estupefactos lo que ocurría.
Rivero con lágrimas en los ojos pidió perdón a todos los presentes y juró abandonar el estado briago.
Don Irán recitó el poema de “La última copa” haciendo llorar a varios de los comensales.
Marcial se persignó y los bendijo arrepentido.
Flor permanecía a la expectativa de otro acto teatral, esperando un desenlace sangriento que nunca llegó. Dentro de sí pensaba que quizás él fuera el único culpable de todo lo ocurrido por tener manos de ángel y sentidos exóticos y delicados para el arte de la cocina.
La teoría, el Ingeniero y Manuelito intercambiaron miradas de complicidad imperceptibles.
A esta hora, el aroma de la mantarraya continuaba impregnado en todo el ambiente y el calor arreciaba.
Los pescadores pidieron más cerveza y perdonaron al par de detractores.
La comida continuó hasta el amanecer del otro  día.
La siguiente pesca estaba ya marcada en el calendario de los pescadores.


El violín en el desván


Edgar Germán Valdez Gómez

Es París aquella anhelada ciudad, la cual mi cuerpo y mi alma ansían palpar, saborear y conquistar. Pero ¿Cómo llegaré allá? ¿Qué necesito para ser partícipe de la música embelesadora que fluye como un río, como la sangre dentro de mí?

Creo que ya tengo la respuesta, buscaré en aquel desván empolvado, lleno de telarañas, de antiguas fotos manchadas de humedad, de viejos juguetes, de aquella infancia de mi padre que ahora es sólo un recuerdo. A mi mente llegan imágenes,  sé que hay un pequeño violín  en este sucio y descuidado lugar, en el cual mi padre modestamente, podía tocar.

¡Aquí está! Jamás imaginé que se vería así, tan triste,  tal vez se deba a la soledad, pero... hoy cobrará vida para mí, será el instrumento más envidiado de todos, llenará salas de conciertos, aprisionará el alma de aquellos que con brío aceptaron su estadía para después ser liberados, renacer una y otra vez en sus dulces notas.

Las cuerdas están rotas, que decepción, pero tengo dinero ¡sabía que eso de estudiar algún día daría frutos! Ese dinero proveniente de aquella beca  absurda que me obligaba a cambiar la pelota por el libro, hoy me da libertad y esperanza para cumplir mis sueños.

Ya tres años y he aprendido rápido a tocar, mis vecinos entusiasmados vienen a verme, dicen que para ser un niño de 10 años, no toco tan mal. Quizá ahora sí pueda viajar por el mundo y cumplir los sueños de mi padre quien en su juventud llegó a ser el mejor, hasta conocer a mamá, y bueno… también él aún me reprocha que mi nacimiento le impidió ser el moderno paganini aunque en otras ocasiones me llena de mimos diciendo que soy su mayor premio. La verdad ¿Quién entiende a los adultos?...

Tengo doce años y mi sonido mejora cada día, aquellos círculos armoniosos recorren, como la electricidad mi cuerpo, me hacen vibrar, yo soy música, mi violín es mi cuerpo. Cuando llega la noche, siento como si tuviera que amputar mi cuerpo pero al salir al sol corro a cirugía dando como resultado una reconstrucción perfecta.

Han pasado ya tres años más y he recorrido con mi violín lugares hermosos donde he podido apreciar ese queso en el cielo, redondo y amarillo, que refleja en sus ríos la luz natural, he tocado en castillos de aquellos que con dinero me han pedido en privado tocar para que ellos puedan llorar, sonreír y suspirar sin que una cámara los esté intentando captar.

Hoy a mis 17 años mis sueños han crecido igual que yo, el tiempo, cual ráfaga de luz han volado, sin embargo hoy al culmen de mi concierto en Italia he observado una criatura hermosa, de ojos enormes y brillantes, sonrisa angelical y un cuerpo espejo a mi violín, creo que después de tanto volar mi corazón dice que es momento de aterrizar.



Veintiún  años hoy y me encuentro en esta sala, cual mar blanco doctores de aquí para allá, quejidos y alaridos de quien ya no aguanta más, pero con el alma exaltada por la llegada de aquél que mis sueños venga a finalizar. Hoy comprendo muy bien a papá ¡cuánta razón tenía! No hay duda que cuando ha de acabar el destino no se puede cambiar. El recuerdo de mi padre aqueja a mi mente cuando observo….
nuestro violín en el desván.


La década de los 60


Juan Francisco Gaspar Velázco
La rebeldía es lo que hace nacer al hombre.
Nicolás  Berdiaeff
 
 




La segunda mitad del siglo XX  se caracterizó por la transformación  ideológica, social y por una crisis  de los estados totalizadores, estos eran aquellos  que estaban fincados en la imagen de un gobierno autoritario, en el cual  el dialogo, la confrontación  no eran aspectos presentes en sus agendas gubernamentales. Esa segunda mitad estuvo caracterizada por una clase media   que empezó una movilización  con el propósito  de romper  con los esquemas tradicionalistas y despóticos  que se habían vivido desde los inicios del siglo XX. Estos clase medieros seguidores de una corriente denominada “la onda” en donde ubicamos a Gustavo Sainz, Parménides García Saldaña, René Avilés Fabila y por supuesto a José Agustín,  quienes  influenciados  por el rock and roll  y la necesidad de crear una literatura distinta  a la impuesta  en sus obras  encontramos aspectos interesantes como: la complicada vida de un adolescente, los problemas urbanos de una sociedad, a decir de Carlos Monsiváis este movimiento estuvo inspirado en el beat niks  en donde aparecen Allen Ginsberg, William Burroughs  y Hunter Thompson quienes en Estados Unidos junto con muchos otros jóvenes   buscaban mezclar  el rock, la literatura  y la droga como una manifestación de rebeldía ante la situación que estaban viviendo.
Un fenómeno bélico entre Vietnam y los Estados Unidos será  una nueva musa  que inspira la rebeldía dado al hecho  que una pequeña isla  en Asia  contra un gigante  que desde fin de la primera guerra mundial  se había presentado como nueva potencia  no pudo vencer aquel territorio, representando esto uno de los peores fracasos para los Estados Unidos, esto a su vez presentó manifestaciones  dentro del territorio norteamericano ya que por culpa de esa guerra absurda, Estados Unidos había perdido una generación. En este escenario  aparece el fenómeno de la droga;  los jóvenes  de los 50 y 60 cuestionaban a los gobiernos sobre la utilización de drogas en el ejercito, y por que se impedía a la sociedad la utilización de esta, como  todo joven inquieto  aquellas generaciones  optaron  por la mariguana ya que esta representaba  una afrenta  al totalitarismo. La revolución cubana  que en enero de 1959 alcanza el triunfo representó una nueva ilusión  para la izquierda latinoamericana, ya que frente a las costas de Estados Unidos se había instaurado un gobierno socialista y esto hacia que Norteamérica perdiera  la hegemonía. En este escenario  las figuras, del Che Guevara y de Fidel Castro son un referente importante  debido a que representan  las aspiraciones   de una transformación  mundial; es aquí donde se recuerda  aquella expresión de Carlos Marx “tomemos el cielo por asalto”.
Un evento  que representa   uno de los movimientos de mayor importancia  para el mundo  es la elección  de Angelo Giuseppe Roncalli, alias Juan XXII, quien fue papa desde 1958 hasta 1963, él  recuperará  el pensamiento social de la iglesia  que se había venido presentando desde el pontificado de León XIII quien en su encíclica titulada Rerum Novarum había inclinado los ojos de la iglesia hacia la clase proletaria, diciendo que estos  eran la base fuerte  de la iglesia, Juan XXIII continuando con este pensamiento  de 60 años atrás se encargó de  perfilar a la Iglesia hacia una nueva imagen.  Es en este periodo  al que algunos historiadores lo denominan el papado anárquico puesto que  rompe  con muchos dogmatismos y sobre todo  con la ideología  cerrada  que había mantenido la iglesia católica  desde el concilio de Trento. 1962 será un año de  trascendental importancia para el mundo ya que el papa convoca al concilio Vaticano Segundo, en la inauguración de este,  Juan XXIII  con la frase en griego “Efeta Eclesia” que significa  ábrete iglesia, con esta exhortación el papa pedía en términos metafóricos que se abrieran las ventanas de la iglesia  para que le llegaran  aires nuevos y frescos. Todo el desarrollo del concilio estuvo centrado en los debates sobre el quehacer social de la iglesia, y el nuevo compromiso  que tomaría la institución con los desfavorecidos del mundo.
Ese fenómeno  provocó reacciones por todo el mundo, tanto en Europa, así como en todos los continentes; en América Latina   cobró auge un movimiento  de sacerdotes obreros en Brasil, quienes   a ejemplo de Cristo querían sufrir  como sufren los trabajadores  de las industrias y desde allí evangelizar  con el ejemplo, por todas partes del orbe  aparecieron  ministros religiosos  que inclinaron  su trabajo pastoral para favorecer  a aquellos que históricamente  han sufrido la desgracia de la miseria, aparecieron  del mismo modo  ministros que buscaban  darle un nuevo rumbo a la iglesia, incorporando nuevas teorías, una nueva organización tal es el caso del obispo mexicano Sergio Méndez Arceo  y el sacerdote sociólogo Mariano Amaya Serrano.
Tras la muerte de Juan XXIII ocupó la mitra papal  Giovanio Battista Enrico Maria Montini, apodado Pablo VI, quien continuará  con el camino emprendido por su antecesor y lo manifiesta  en su encíclica  Populorum Progessio, en la cual  se exigía a las naciones desarrolladas que por caridad cristiana  apoyaran a las hermanas naciones  subdesarrolladas  para que pudieran progresar, esto  sin ninguna condición  en la cual  se atentara contra la soberanía de los pueblos,  este documento inmediatamente  se propagó por el mundo y era una lectura obligada  de toda la gente de izquierda. Estos aspectos  provocaron que muchos jóvenes emprendieran movimientos estudiantiles por todas partes del mundo reclamando el derecho de autodeterminación  de todos los pueblos, el papa Pablo VI exhortó  a la juventud a pensar, con la siguiente frase  “joven te invito a que pienses lo que quieras, pero piensa”.
Lo anterior también provocó  que muchos sacerdotes   argumentando un compromiso de fe, tomaron la vida armada para que de ese modo   se integrará el uno con el otro es decir el pastor con su pueblo, ya que el pastor  no era ajeno al pueblo, sino que formaba parte de este pueblo, es en este pensamiento  donde ubicamos al joven sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo, quien  hombro con hombre con su feligresía lucharon  por los derechos  que se les habían negado desde hace muchos siglos, el asesinato de Camilo Torres en 1966 inspiró otros movimientos  en otros diversos  que de igual manera  estuvieron encabezados por curas, tal es el caso del sacerdote  Carlos Bonilla Machorro quien  desde su humilde parroquia en la comunidad de Carlos A. Carrillo acompañó como dirigente tras la captura  de Roque Spinoso Foglia, fue él quien continuó con el movimiento cañero veracruzano.
Aquellos años 60  representaron también   una inspiración, desde las conferencias en torno al concilio vaticano,  una liberación  relacionada a la familia ya que  las reflexiones  en cuanto al uso del anticonceptivo estuvieron presentes  en aquellos debates eclesiásticos, del mismo modo el aspecto referente al celibato sacerdotal  fue punto de discusión  en esos momentos. En ese escenario cobra sentido  el movimiento de teología de la liberación ya que esta representaba una nueva interpretación bíblica y por ende  una reestructuración de la doctrina de la iglesia.
Sobre la década  de los 50 y 60 hay mucho que decir, mucho que escribir  y sobre todo  mucho que pensar; desgraciadamente  en nuestro paradigma mexicano  solo recordamos  el 2 de octubre del 68, el cual fue un evento triste, pero   también  dejó muchos beneficios  aquel movimiento para los mexicanos,  las manifestaciones de los 60  no solo son tema para la sociedad mexicana son también   memoria e historia  de muchos países del mundo,  debido a que  aquella sociedad tenían una máxima ambición: la liberación, terminaré  con una frase  que me dijo un maestro  y que a su vez yo la quiero decir “juventud que no se arriesga  y sangre que no se riega, no es sangre ni es juventud”




  

Décimas/Árbol fuerte, Alma fuerte

Itzel Amor García Gutiérrez.



Décimas


Soy mujer positiva confieso
y disfruto el momento oportuno
al compás de un baile norteño
con cadencia de tango nocturno.

Soy poeta que siempre subsiste
sensible, amistosa y feliz
tengo el paisaje que reviste
y sucumbo al sublime matiz.

Camino por mi propio mundo
en busca de la tranquilidad
 y aún cuando pierdo el rumbo
me arraigo en mi tenacidad.

Diplomacia es la cualidad
que practico día a día
así también la soltería
que me otorga el bienestar.


Agradezco a toda la gente
que me ofrece su corazón
personas de nivel ascendente
poseedoras de mi admiración.

 Si envidian o me mienten
no me causan alteración
Tampico es mi referente
orgullo de la educación.

Así concluyo ésta décima
no sin antes quizá mencionar
Xalapa tierra adoptiva
ciudad de las flores, capital.













Árbol fuerte, Alma fuerte



Alma fuerte procedente de las raíces sinuosas
 forjadas en el tiempo;
tronco carcomido por el pesado fardo
de múltiples adversidades
hojas verdes escarpadas, por el recorrido constante
de gotas que se deslizan a lo largo de una vida.

Alma fuerte combatiente de múltiples batallas
roble enmohecido, testigo de innumerables torbellinos
copa de árbol, símbolo sonoro  en que  algunas aves
la adoptaron como estancia.

Ramas generosas meciéndose al compás
del alba ,como flautas que interpretan
sinfonías de libertad y alegría
alma fuerte, alma blanca, alma pura
descansas inerte sobre tierra blanda;

Árbol grande, fuerte, inquebrantable, frondoso
que has brindado por tantos años
 con el jugo del más exquisito vino,
encerrando sabiduría, compartiendo tu soledad .

Hoy yaces erguido, imponente, solemne,
 apacible y ferviente de esperanza,
¡eres el mejor de los regalos!
amigo entrañable del río que a veces parece
acercarse a ti
elemento grato de quienes te observamos
proyectando esa hermosa sombra, en la
que día a día solemos descansar…



MUJER PLATONENSE

Alberto Paulín Rodríguez


Cuando visites Platón
y te enamores de alguna
pregunta de quien es hija
y haber si tiene fortuna
si sus billetes se carga
luego llevarla a la luna.

Si oportunamente hay baile
no te vayas a aventar,
porque muchas tienen novio
y te pueden despreciar,
lo mejor es que te aguantes
no te vayan a golpear.

Gente tan trabajadora
es la gente de Platón
cuando siembran en tabaco
van toditos al girón,
y luego a cortar sus hojas
después se pone al pilón.

Alberto Paulín Rodríguez


Cuando empiezan las cosechas
abandonan su quehacer
van los hombres a la vega
y llevan a su mujer,
con su morral y su lonche
y allá se lo han de comer.

Es muy pasiva la gente
bailadora y además
viene música de viento
y  al baile van a parar
las chamacas bien pintadas
que el olor le han de dejar.

Amigos no se apasionen
por las mujeres bonitas
cuando visiten Platón
las vez andar solititas
paseándose por el parque
agarrándose de las manitas.

Ya con este me despido
con el permiso de ustedes,
Huasteca que linda eres
por tus bonitas mujeres,
las que con una mirada
dan muchísimos placeres.

Scherer y la defensa de la libertad

Hay días que concentran la desgracia. Con unas cuantas horas de diferencia, el miércoles 7 falleció el periodista Julio Scherer García y fueron asesinados 12 comunicadores del semanario satírico francés Charlie Hebdo.
Dos hechos que trascienden al periodismo, que apuntan a una de las libertades fundamentales del hombre y las consecuencias por ejercerla.
Defensor irrestricto de la libertad de expresión en el México autoritario y en el del oropel democrático, Scherer forjó la escuela del periodismo sin concesiones, del proceso de los hechos y proceso a los hechos y a sus protagonistas. De ahí el nombre y la definición editorial de la revista que fundó en 1976 tras el golpe de Excélsior.
Un ir hacia adelante que permanece. En un país cuyos dirigentes y élites no están dispuestos a la rendición de cuentas ni al control de sus actos, el periodismo crítico tiene mucho más quehacer.
Es un “poder que no se ciñe a la legitimidad”, como lo expresó la revista cuando se presentó ante los lectores, el 6 de noviembre de aquel año.
Pero 38 años después, con la alternancia política como mera distribución del poder, ese periodismo es todavía más necesario cuando detrás de los fatuos democráticos el poder político se ha amalgamado con la delincuencia, haciendo de la impunidad moneda de cambio.
A la traición y la inquina, Scherer y quienes le acompañaron respondieron con la creación de un semanario “persuadidos de que es importante contribuir a que la nación se conozca a sí misma para que a partir de su propia conciencia pueda delinear su porvenir justo y libre”.
A casi cuatro décadas, tal propósito parece una quimera, con un poder político sometido a los poderes fácticos, formales e informales, para los cuales la crítica y la libertad de información y expresión siguen siendo peligrosas.
“No se metan con nosotros” es lo que esos grupos quieren de la prensa. Si no, aténgase a las consecuencias. Lo de menos es una demanda judicial de un poderoso. Una respuesta igual de intolerante fue la de los fundamentalistas religiosos que atentaron contra las instalaciones del semanario Charlie Hebdo, en el peor ataque de su tipo en Francia en medio siglo.
La respuesta de la sociedad francesa y europea fue de abierto rechazo a la intimidación. Ejemplar fue el editorial compartido publicado el jueves por varios medios europeos reivindicando la crítica y la libertad de expresión.
El ataque indignó al mundo, hasta al presidente Enrique Peña Nieto, quien en el caso de las agresiones, intimidaciones y asesinatos de periodistas en México ha guardado un ominoso silencio. Como en el régimen priista del siglo pasado y los fallidos gobiernos panistas, el primer presidente mexicano hecho por y para la televisión no soporta a la prensa crítica.
Al igual que esos gobiernos, tiene aversión a la prensa crítica, la que no se somete y a la que por tanto hay que castigar con el retiro de publicidad y el vacío informativo.
“Ni un solo peso a Proceso”, ha ordenado el secretario de Hacienda Luis Videgaray a las dependencias del gobierno respecto de pautas publicitarias. “Son nuestros enemigos políticos”, ha dicho el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño. Ellos “se han cerrado las puertas”, dice el director de Comunicación Social de la Presidencia, David López.
De esa estatura democrática fueron Luis Echeverría (promotor del golpe en Excélsior), José López Portillo (“no pago para que me peguen”), Vicente Fox (con la demanda judicial de su esposa a esa “revistucha”) y Felipe Calderón, quien con el argumento de que la revista parecía promover un golpe de Estado en su contra, redujo a cero la pauta oficial al semanario.
No ha sido ajeno Andrés Manuel López Obrador, quien no soporta “la mala leche” de la revista y hace linchamientos de la prensa que lo critica.
El poder abusivo, autoritario, de todo signo ideológico, quisiera ver en la muerte de Scherer un golpe de gracia a Proceso. Lo que no ve es que mientras ha visto desfilar a los hombres del poder y los ha sometido al proceso de los hechos, el semanario se ha convertido ya en una institución periodística que por la construcción de un verdadero Estado democrático hay que defender.

Memorias del subsuelo


Fedor  Dostyievski                                   Corrientes subterráneas


                                                                                                 Aurora Ruiz Vásquez
Memorias del Subsuelo, es una novela corta concebida por el escritor ruso  Fedor Dostoyevski (1821-1881), del siglo XIX, imprescindible de conocer y comentar dentro de la Literatura Universal, publicada en 1864. Requiere una lectura concentrada e interpretativa, ya que su argumento aparece un poco complicado y confuso. Consiste en un largo y sombrío monólogo en que intenta dialogar con el lector o un público que no existe. formulándole preguntas e inventando respuestas. Habla de sí mismo sin identificarse, sin definirse, en primera persona el “yo”, el protagonista expone sus ideas como un ser despreciable, fácilmente irritable.”No he conseguido nada, ni ser malvado ni ser otro, no he conseguido ni ser perverso ni ser bondadoso; ni canalla ni honrado….” “Sí, Señores, el hombre del siglo XIX tiene el deber de estar esencialmente despojado de carácter, está obligado a ello”. Claro está él representa las miserias del hombre del subsuelo de ese su interior íntimo.
En la primera parte de la obra, el narrador personaje se presenta ante nosotros con su habitual misantropía como un enfermo, como un malvado y en la segunda, cuenta algunos sucesos de su vida. Se manejan pocos personajes: Lisa, la muchacha, Apolonio su criado y unos condiscípulos de la Universidad.
Dostoyevski utiliza el lenguaje interior o flujo de conciencia y el libre albedrio para exponer sus ideas; desvaría, sufre crisis nerviosas, estalla en cólera injustificada, ataques de ira, furioso contra si mismo sin poderse contener.  le asaltan deseos de venganza y deseos de matar. Habla con cinismo “porque no soy más que un guiñapo”.
La novela se desarrolla en San Petesburgo, el narrador dentro de la obra realiza una penetrante descripción del alma humana y le preocupa la humanidad, que lo llevan a indagar las facetas del espíritu humano, rastrea sus conflictos interiores, sus debilidades y anhelos, basándose en el surrealismo,  en el inconsciente y en el existencialismo. Recurre  al realismo psicológico y abarca areas del campo de la filosofía.
Dostievski, en sus escritos, señala la realidad, luego eL sueño y el ensueño, para volver otra vez a la realidad.  Anticipa, especula con su imaginación los posibles hechos que pudieran suceder, y luego vuelve a la realidad.

En una escena se reúne con sus condiscípulos; casi en forma forzada, pues no lo han invitado. no le hablan, les parece un ser despreciable; al fin quedan en reunirse en un café a las cinco de la tarde para despedir a uno de ellos. Se presenta puntual y tiene que esperar una hora, ya que han cambiado la cita a las seis,  sin avisarle, eso le exaspera lo enfurece y siente deseos de venganza, agredir a alguien hasta el grado de batirse, para salvar su honor. En la reunión todos toman alcohol hasta perder la conciencia, a él lo hacen a un lado, se siente humillado y enfurecido. Salen de ahí hacia un prostíbulo, no tiene dinero, pide prestado. Entran en un subterráneo semi-oscuro donde apenas se distinguen unos ojos inmóviles que brillaban en los rincones. En uno de ellos con el reflejo de la luz de un cabo de vela que se consume, advirtió a  alguien que tímidamente le sonreía, se acercó. Unos ojos penetrantes lo siguieron, cuando la oscuridad se hizo total y el silencio se impuso. Después de unos momentos que pasó la emoción,  se atrevió a hablar.
─Cómo te llamas
─Lisa
─¿Cuantos años tienes?
─Catorce
Sintió un sentimiento atroz, producto del romanticismo y le habló de manera paternal, explicándole los peligros a que estaba expuesta,  el porvenir fatal que le esperaba. Lisa hundió la cara en la almohada bañada en llanto.
Él arrepentido, avergonzado, se odiaba a si mismo por haberla mortificado por  cosas sin importancia. De momento recordó a su criado Apolonio que no le había pagado y le entró un odio por él. Legó a su casa todo trastornado como un loco pensando en Lisa que tal vez lo buscaría, pues  le había dado su dirección y se dedicó a esperar. No quería verla para que no descubriera la pobreza en que vivía, y a la vez la esperaba para pedirle perdón, pero la odiaba según él.
LIsa llegó una tarde y lo desconcertó.  Después de unos minutos de silencio no sabía qué hacer, cómo tratarla; ella le mostró una carta de un enamorado de su infancia que la exaltaba, y  demostraba con orgullo, que también era  digna de un amor honrado.
 En la visita hubo momentos de silencio, después  él pensaba, A ¿?qué hora se va? ¿la quiero o la odio? Estaba furioso consigo mismo.
_¿A qué has venido?
─”Quiero… irme… para siempre… de allá abajo” – del sótano.─ Empezó a decir ella, para poner fin a nuestro silencio.” Yo empecé a insultarme en un ataque de nervios, soy el hombre más vil, el más mezquino, el más ridículo, el más estúpido.
Lisa, profundamente aturdida, se levantó con violencia y en lugar de rehuirme me tendió sus brazos, se arrojo por fin hacia mí y me rodeó el cuello con alegría, pero yo permanecí apartado de ella,  sin comprender el amor.
Lisa se quedó inmóvil sentada en la orilla de la cama, como en un sueño, le dí unas palmaditas para despertarla y volverla a la realidad. Se paró sobresaltada y empezó a recoger sus pertenencias rápidamente dirigiéndose a la puerta.─ ¡ Adios ¡ me dijo. Por  pura maldad, había yo puesto en su mano un billete; no quise verla partir, y me fui  al  fondo de la habitación, más tarde corrí detrás de ella desesperado y lleno de vergüenza, pero ya no la alcancé. Regresé a mi cuarto, encontré el billete arrugado tirado en el suelo, me vestí precipitadamente y  fui tras ella ¿es que puedo hacerla feliz?.
 Jamás he vuelto a ver a Lisa.

Los temas recurrentes en las obras  de Dostievki son: la condición humana, la pobreza, el amor, el egoísmo, la venganza, la purificación por medio del sufrimiento y todo lo concerniente a la conducta del hombre.
 El libro contiene una parte que me gustó mucho, cuando habla del valor del amor paternal y familiar, que al destruirse, se se viene abajo todo. Refleja una gran sensibilidad y comprensión de los sentimientos y problemas humanos.
 Leer a Dostoievki es adentrarse en reflexiones profundas, motivo de discusiones inteligentes. Les deseo momentos placenteros con su lectura.
Otras obras de la pluma de Dostievski son. Crimen y castigo, Los  hermanos Karamazov, El idiota, Los endemoniados, Humillados y ofendidos, La casa de los muertos, entre otras.

Dostoievski, Fedor (2003)  Memorias del subsuelo: Barcelona Juventud