lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Revolución, anarquismo o vandalismo?


Mario Jesús Hernández Pérez

En la actualidad el mundo se encuentra sumergido en una grave crisis, que es resultado de la transición que la sociedad está viviendo en el paso de la posmodernidad a la hipermodernidad, un cambio paradigmático que no es aceptado por muchas sociedades, que ven su desarrollo acotado  a los remanentes que la modernidad aportó al mundo durante el siglo XX, y que ellos en la primera década del siglo XXI todavía tienen como parte importante de sus componentes.
Pero obviamente que estos cambios impactan directamente en todos los rincones del orbe, de distintas maneras porque los intereses de los países poderosos, del capital, y de los organismos internacionales como el Banco Mundial  y la OCDE, que mueven los hilos de todos los aspectos económicos, políticos y sociales del planeta, ellos así lo determinan y los países sólo se sujetan a sus lineamientos.
Obviamente que la posmodernidad pareciera que se consolidó después de las grandes revoluciones del orbe durante el siglo XIX y el siglo XX, y las revoluciones son violentas, implican ganar o perder, todo o nada, la posmodernidad, buscó cambiar estos procesos y buscó consensos, pero ¿qué revolución no es violenta?
Quizá es posible identificar revoluciones no violentas, como la de Mahatma Gandhi en la India, o hablar actualmente que estamos en aras de la revolución tecnológica, de la revolución del conocimiento con nuevos paradigmas, e incluso se ha dicho que hay una revolución educativa, pero sinceramente, una verdadera revolución implica un cambio de estructuras y esto no se consigue de manera pacífica, es un movimiento violento, como asegura Krishnamurti: la violencia es rebeldía que implica una mera reacción sin entendimiento contra el orden establecido, y por lo tanto,  cierto es que las revoluciones llevan a la violencia en contra del Estado predominante.
En algunos casos como el de nuestro país, encontramos que en los albores de la modernidad tuvo la necesidad de llevar a cabo una revolución social, sea dicho de manera directa, una revuelta social y política donde a través de las armas, los grupos de la  burguesía tomaron las armas contra los que ostentaban el poder político y económico de México en ese momento, y en aras de consolidar una nación democrática, liberal, incluyente, que consolidara el desarrollo que hasta ese momento tenía, generó un cambio social importante, y que ahora a pasado a ser sólo una fecha en el calendario con una conmemoración gris y sin un sentido revolucionario, porque la posmodernidad exige nuevos conceptos y los gobiernos lo aceptan sin menoscabo.
Pero al parecer esa rebeldía sin orden de la que nos habla Krishnamurti, cuando se sale totalmente de lo establecido genera anarquía, que puede conducir al caos, al descontrol, generando así un desorden político, un conflicto institucional o una crisis social.
La anarquía es por lo tanto paradójica, porque parece que no lleva una línea establecida, un ideario político o una tendencia definida, pero al generar el caos, sí tiene perfectamente establecido lo que quiere alcanzar, sobre todo cuando se trata de asuntos políticos contra el Estado, en una situación de descontrol, en la que el Estado se debilita y ya no puede ejercer el monopolio del uso de la fuerza, es posible entonces que esa anarquía busque enarbolar la bandera de la revolución.
El anarquismo como corriente está totalmente definida, se define como una doctrina política que pretende la desaparición del Estado y de sus organismos e instituciones representativas y defiende la libertad del individuo por encima de cualquier autoridad. Esta corriente se expandió en la segunda mitad del siglo XIX y sostiene que mediante la abolición de la autoridad se puede crear una autoridad justa, basada en la bondad innata del hombre y su voluntad de cooperar pacíficamente con el resto de la sociedad.
Sin embargo, en nuestro país debido a los acontecimientos derivados del asunto de Ayotzinapa, se ha visto la aparición de grupos que se autodenominan “anarquistas”, pero será ¿qué sus fundamentos doctrinarios buscan un cambio estructural de las condiciones actuales del gobierno mexicano? La respuesta de las autoridades nos hablan de vandalismo como la premisa principal de ese movimiento, pero obviamente que toda manifestación fuera de los parámetros de gobernabilidad del sistema, estarán siempre fuera de la ley, y pueden considerarse entonces como actos vandálicos.
Pero deberíamos preguntarnos ¿a qué intereses sirven estos grupos?, ¿son en verdad anarquistas que buscan un cambio estructural del sistema mexicano a través de la violencia?, o ¿son grupos que solamente buscan desvirtuar la movilización de la sociedad civil?
Quizás son más las preguntas que las respuestas, pero de algo si debemos estar seguros, las condiciones de nuestro país ya no son las mismas de hace algunos años; la transición hacia la hipermodernidad lleva visos de modificaciones en una sociedad que actúa, que es activa, que es informada. Por lo tanto, el tiempo y la historia darán la razón: ¿revolución, anarquismo o vandalismo?
Comentarios y sugerencias: mariojesushp@gmail.com


No hay comentarios: