miércoles, 12 de febrero de 2014

Editorial


 

Extravíos de la educación


Escuchar o leer al profesor Wilfrido Sánchez referirse a los extravíos de la educación, traslada a los múltiples problemas relacionados con la misma y con los diversos involucrados. Es muy significativo el tema debido a la necesidad urgente, reclamo social, a través de los problemas que genera o que enfrenta, y que encontraría soluciones al clarificarse los fines de la educación en sus diferentes niveles. Al transcurrir del tiempo, el cambio estructural social y demás factores incidentes en el tema, estos fines han cambiado y deben estar perfectamente claros para los actores, no sólo el profesorado y los educandos, sino autoridades e instituciones públicas y privadas de educación.

Es evidente el rebase que los medios de comunicación e información han tenido sobre la escuela como institución, también lo es el aprovechamiento del uso de las tecnologías, canalizado para el beneficio empresarial omitiendo el conocimiento, educación y el bien común. De ahí la preocupación del profesor Sánchez Márquez al afirmar que “En la actualidad, niños, adolescentes, jóvenes y adultos de ambos sexos recibimos de manera indiscriminada, sin control reglamentario y a toda hora emisiones  de radio, televisivas, y de otros géneros, cuyos contenidos son inmorales, agresivos, de mal gusto y pésima intención.”, refiriéndose precisamente a el escaso nivel cultural o educativo de la programación y contenidos de los medios.

Hacemos propia la propuesta subrayándola aquí: “No olvidemos que los educadores veracruzanos somos herederos y depositarios de los legados que hicieron los grandes maestros forjadores de los sistemas educativos nacional entre los que debemos recordar y aplicar el que dice: “Para lograr el crecimiento cuantitativo y el desarrollo cualitativo de los servicios educacionales, es necesario e indispensable la coexistencia de educadores capaces entregados en cuerpo y alma al servicio de su profesión y gobernantes honestos que, sin posturas demagógicas y populistas, patrocinen políticas educativas auténticamente funcionales y eficientes”.

El amor por la tierra


 

Raúl Hernández Viveros

 

Para recordar este año al escritor Ángel de Jesús Rafael Delgado, quien nació en Córdoba, Veracruz, el 20 de agosto de 1853, y falleció en Orizaba, Veracruz, el 20 de mayo de 1914, escribo las siguientes notas. Durante estos meses se organizarán conferencias con motivo del centenario de su muerte.

            Ahora recuerdo que hace muchos años, tuve la oportunidad de asistir todas las tardes, como estudiante a la Escuela Secundaria y de Bachilleres Nocturna de Orizaba, Veracruz. No puedo olvidar la fotografía sepia de Rafael Delgado que se distinguía enganchada a la entrada de la biblioteca con el nombre del autor de La Calandria. Para mí fue un verdadero misterio, tratar de investigar algunos datos sobre aquel rostro con bigote, ojos iluminados y frente ancha que advertía la firmeza de una vital y terrible inteligencia. Desde luego, Rafael Delgado impartió cátedras en el entonces llamado Colegio Preparatorio de Orizaba, donde se desempeñó como director y promotor de varias generaciones de estudiantes, en sus aulas promovió la divulgación de autores universales.

Al poco tiempo, me enteré de que a la ciudad, la bautizó como Pluviosilla. En ese entonces, cuando éramos jóvenes, a la cual nos referíamos como el pueblo de las aguas alegres, por sus lagunas y ríos todavía transparentes. Después, entre los libros de la biblioteca descubrí varios ejemplares de la revista trimestral “Universidad Veracruzana”. En el número 2, Año II, Abril-junio de 1953, me aproximé por primera vez a la lectura y conocimiento de un cuento, género literario que hasta la fecha representa una de mis vitales preocupaciones frente a la creación que me agobia cada día, en mi trabajo cotidiano de narrador.

Tal vez en aquel instante nació mi decisión por entregarme a la creación literaria. Leí varias veces el cuento  “La chachalaca” Casi entre lagrimas y sollozos llegué al final  de las descripciones  bajo cita seleccionada por Rafael Delgado: “El pensamiento humano, / como el mar, sus cadáveres arroja.”  Sin duda alguna, la comprensión de cada párrafo me llevó a enfrentarme con la experiencia juvenil, la inocencia infantil, el interés o curiosidad más bien por los asuntos de la vida, delante de la perversidad en los seres humanos.

La desgracia de navegar entre la vida de los adultos y el papel del frágil paso de la infancia a la adolescencia. No puedo olvidar el final de esta pequeña obra maestra de la narrativa mexicana: “Esta es la historia, amigo mío. Cuando la recuerdo, y la recuerdo todos los días, y siempre con dolor y remordimientos crueles, me pregunto: -¿Qué sentirá el asesino cuando le ponen delante de su victima?”.

En otra ocasión, revisé el sumario del número siguiente de “Universidad Veracruzana”, y mi asombro llegó a alturas infinitas. Encontrar páginas dedicadas en homenaje a Rafael Delgado; fue una revelación hacia el amor por el autor de Los parientes ricos, Historia vulgar, y Angelina. En esta monografía se recogieron excelentes ensayos que estudian la obra literaria, con motivo de la celebración centenario de este autor, quien nació en Córdoba, 1853, y murió en Orizaba, 1914. Por lo cual se organizaron eventos culturales, y concursos literarios a nivel internacional. También la Universidad Veracruzana editó las Obras completas, de Rafael Delgado, con los volúmenes: “Poesías”, “Conversaciones literarias”, “Estudios literarios”, “Discursos”, y “Lecciones de literatura”, (en dos tomos). 

Fue trascendental la ubicación de las líneas de Federico Gamboa: “…un caballero de  buen pergeño oscuro, de poblado mostacho de mirar hondo y expresivo, de voz opaca y tarda, parco en ademanes y sonrisas,   armada la diestra de cigarrillo de papel cuya lumbre adquiría relieve y cuerpo en las crecientes y tercas agonías crepusculares…” Por su parte, Amado Nervo hizo esta descripción: “Delgado era un hombre de mediano estatura, de regulares carnes, de inteligente cabeza, coronada por cabellos ligeramente rubios y en la cual se advertía insipiente calvicie, ojos de sincera mirada, correcta nariz y boca de expresión bondadosa”.

Toda esta información actuó en mi espíritu como conocimiento, para abrir las puertas a la imaginación, y aceptar el mundo de la fantasía. Hasta ahora me pregunto qué aconteciera si en mis días adolescentes, hubieran pertenecido a otra historia. Existía la necesidad de comunicarme con experiencias fuera de la vida provinciana, y me llamó la atención que a pesar de la pequeñez en el ambiente orizabeño, Rafael Delgado logró la trascendencia a través de sus libros.

En un rincón de la biblioteca, entonces con bastante asombro pude alcanzar el libro Lecciones de Litera­tura (Estilo y composición), obra editada por  la imprenta del Gobierno del Estado de Veracruz, en 1904. Comencé el recorrido por el análisis y estudio de estilo y composición. Estoy de acuerdo en que representó una enciclopedia sobre el arte de la escritura, desde el punto de vista de un verdadero escritor, y un mentor que transmitía su experiencia literaria.  

Estos apuntes que Rafael Delgado dictaba a sus alumnos en la Escuela Preparatoria de Xalapa, que fueron posteriormente recogidos en un libro,  significaron el proyecto de escribir bien porque con ello se identifican el talento, el alma y el gusto. Con suficientes fragmentos de sus autores preferidos, Rafael delgado reflejó que era un contemporáneo de los escritores de su tiempo, y demostró su amor por el contacto de otros idiomas. Desgraciadamente, la segunda parte “Retórica y Poética”, no pudo salir a la luz pública.

Sin embargo, la lectura de Lecciones de Litera­tura (Estilo y composición), me permitió aproximarme al arte de escribir, a buscar la técnica del estilo literario, que se puede aprender y perfeccionar. Iluminado por mi encuentro con las obras de Rafael Delgado, lentamente abrí las posibilidades del recurso a la descripción; de cómo se puede escribir para rescatar infinidad de recuerdos o historias inolvidables, amores imposibles y derrotas sentimentales, como lo advirtió Rafael Delgado en estos versos: “ella empieza a vivir y nada sabe! / él sabe todo y a olvidarlo empieza!”.

Fue considerado como parte de una trilogía de novelistas realistas, al lado de Emilio Rabasa y José López Portillo y Rojas. Puede consultarse la nota crítica de Carlos González Peña, en su Historia de la literatura mexicana, editorial Porrúa, 1928. Escribió poemas, cuentos, novelas y breves obras de teatro. Fue apreciado como un autor que describió el paisaje maravilloso y real de su lugar de origen, en el centro del estado de Veracruz.   

Rafael Delgado fue uno de los creadores e impulsores de las formas del realismo literario, en base a la observación profunda y minuciosa de las relaciones humanas, y principalmente por su amor a cada una de las cosas de su lugar de origen o vivencia dentro de la exuberante naturaleza veracruzana. Del romanticismo enlaza a un costumbrismo que es ampliamente superado en la concepción directa de los conflictos y ambiciones, que plantea y proyecta la conciencia de los seres humanos.

Toda esta experiencia del hecho de vivir impulsó las meditaciones retrospectivas de un personaje agobiado por su profunda cimentación religiosa frente a la preocupación de las cosas materiales. Rafael Delgado obtuvo el impulso de la comprensión y análisis de escritores que le fueron contemporáneos, y ahondó en las fuentes extraordinarias de las propuestas literarias de Cervantes, Shakespeare y Flaubert. Por lo tanto, su escritura exploró diversos temas, vivencias y hechos significativos entre las frustraciones y victorias del espíritu creador.  

A su muerte, Salvador Díaz Mirón escribió: “El alto varón murió en la fuerza de la edad, consumido por su genio como un cirio por su llama”. Falleció luego de realizar un recorrido en caballo de Jalapa a Orizaba, igual que su personaje Gabriel “pretendía ser muy hábil en su oficio, y se preciaba de consumado jinete”, p.44, en “La calandria”, cuarta edición, “Clásicos mexicanos agotados, 1931”. Pocas veces la palabra escritor se logró unificar con la de maestro. Un poeta por obra y gracia de la naturaleza. Un narrador con un misticismo persistente, pero alejado de los dogmas, y arraigado en el escenario de la familia, la enseñanza y el respeto por el paisaje veracruzano.

Dos poemas de Rafael Delgado


 

 

ODA A LA RAZA LATINA

 

 

¡RAZA gigante: yérguete

al eco de mi canto,

tú, siempre trágica,

que del mayor quebranto

siempre resurges fúlgida

con nueva juventud!

¿Quién dice, raza indómita,

que al fin estás vencida?

¿Quién dice que en ergástulo

yaces de muerte herida

y que sucumbes mísera

sin gloria ni virtud?

 

¿Se olvidan de tus ínclitas

innúmeras fazañas?

¿Qué fueron a tus próceres

desiertos y montañas,

ni a tu bajel velífero

el ponto aterrador?

Doquiera tus ejércitos

plantaron sus pendones,

y domeñando Régulos

y pueblos y naciones

doquier dejaste vívido

tu verbo inspirador.


 

Díjote Dios: "Entrégate

como heredad el mundo ... !

A tu poder somételo;

por la unidad fecundo

el deshonor del Gólgota

propicio aceptará.

A tu valor los límites

del Orbe dejo abiertos,

que al retornar tus águilas

y al encontrar desiertos

los templos de sus ídolos

el Cristo vencerá".

 

¡Y fueron tus manípulos

del Universo espanto ... !

¡Cuál se empapó de múrice

la fimbria de tu manto!

¡Siempre tiñó de púrpura

sus clámides el rey!

 

¡Misterios del Altísimo!

¡Así al Eterno plugo!

Cimbrios, Germanos, Gétulos

rindiéronse a tu yugo,

y entre mundiales vítores,

justa imperó tu ley.

 

Desde Albión a Heliópolis,

de Gades a Palmira,

¿en qué regiones bárbaras

la Humanidad no admira

entre ruinas épicas

la huella de tu pie?

¡Qué de gloriosas páginas

y de vencidos reyes!

¡El Septentrión y el Austro,

sumisos a tus leyes,

caudillos y 'procónsules,

heraldos de la Fe!

 

   Tal suele iurte súbito

que rueda desquiciado

y con horrible estrépito

desciende hasta el poblado

sembrar de muerte présago

estragos y pavor;

mas cuando luego plácida

la primavera torna

y con sus galas múltiples cimas y prado exorna,

en flores en los cármenes

y en la heredad verdor.

 

Si alguien pregona gárrulo

que vives en la escoria,

y que tus pueblos débiles

mueren sin fe ni gloria

bajo la clave férrea

del Anglo y del Sajón,

respóndele que armígera

el Orbe recorriste,

y cuando entre los ámbitos

de Europa no cupiste

un nuevo mundo -América-,

puso a tus pies Colón.

 

 

jOh nave que llevándome

rumbo hacia allá navegas,

y al céfiro del trópico

pendón hispano entregas,

canta el poema cíclico

del Nauta Genovés!

Repetirá tu cántico

 

la Cordillera Andina,

y el regio Citlaltépetl

que al cielo se avecina,

repetirá contándote

los triunfos de Cortés. 

 

En alta empresa mística

por el Señor lanzada,

con brillo de relámpago

resplandeció tu espada,

y de heroísmo pródiga,

fuiste verdad y luz

¡De tu legión mirífica

recuenta las fazañas…

Reina de cien repúblicas

madre de dos Españas,

fué tu glorioso lábaro

la enseña de la Cruz.

 

Orgullo de los árboles

el roble corpulento

humílimo doblégase

en su enriscado asiento,

si en torbellino rápido

le envuelve el huracán;

mas la raíz prolífica,

hincándose en la roca,

la furia de los ábregos

impávida provoca,

y allí los siglos próspero

y firme le hallarán.

 

Aún vive, raza heroica, tu verbo poderoso,

aún llenas con tu espíritu el arte prestigioso,

aún brindas en tu crátera

divina inspiración.

¿Quién no bebió en tus ánforas

excelsa poesía

ni oyó el cantar idílico

que dulce prometía

rara progenie célica

y eterna redención?

 

Escucha... aún vibran mágicas

como en el ancho Foro,

del orador de Túsculo

las cláusulas de oro

con resonar fulmínico

de ronca tempestad...!

Y aún llega de Parténope

a las tendidas playas,

entre las ondas rítmicas

del golfo azul de Bayas,

la voz del fiero Espártaco;

clamando libertad.

 

Raza invencible: yérguete

y en tus esfuerzos fía,

de tus destinos árbitra

reina serás un día

y emperatriz de América

los pueblos te verán!

y el Amazonas túrbido

y el anchuroso Plata,

y el Tequendama undísono

que en iris se desata,

en coro a nuestros pósteres,

tu gloria cantarán.

 

 

A unas flores

FLORES que ayer cubiertas de rocío,

a los destellos de la luz primera,

fuisteis de venturosa primavera

dón y presagio para el huerto mío:

 

Hoy que a vosotras cariñoso fío

dulce recuerdo en carta mensajera,

repetid a la niña que os espera;

que encadenó mi suerte y mi albedrío.

 

Decidle, si su frente se arrebola

en leve tinta del carmín huída

o robada al color de la amapola

 

que a su virtud mi voluntad rendida

guardo en el corazón para ella sola

todo el amor de mi alma y de mi vida.

 
Orizaba, 1904.

EI Poeta


 

 

Francisco R. Vargas

 

 

 

Hemos logrado hacer un florilegio, durante los años de búsqueda de las obras de Delgado, que incluye noventa y un poemas originales y cinco traducciones.         

Existen perdidas diez y siete poesías más, cuyos nombres conocemos, así como la fecha de su factura: A Cenobio Paniagua (10 de agosto de 1873), A Hidalgo (15-1X¬1873), Al Citlaltépetl (II de 1875), Primavera del alma (IV-1878), Discreción (4-XII- (1878), La Mariposa (24-VUI-1878), Amor ===== (V-1879), A 1a Patria (15-1X, 1879), Invitación al Baile (1881), La Siesta (VIII-1882), Décima (Dic. de 1886), Poesía (12 de octubre de 1892), A la señora Pazos de Lezama (1896), A Federico Alatorre (1913), La Civilización, A Isabel, EI Cohete (Soneto).

El estudio de lo conocido, nos permite decir que el aeda cordobés dio a sus rimas  características idénticas a las de la prosa; fue sencilla y gallarda, grácil y elegante, por su cultura vasta, basada principalmente en sus conocimientos sobre la literatura del siglo de oro español, fue impecable en la forma y exacto en la idea, en cuanto a la veracidad y con relación al molde en el cual encajarlo; el desarrollo fue de acierto envidiable y la vestidura elegante y justa. Y muchos de sus poemas, sobre todo las odas, tuvieron la sonoridad de los cantores italianos, que a orgullo habrían tenido calzarlas con su firma.

El estilo en lo general, de pureza y conclusión esmerada permite que el poema deje en el espíritu, de quien lo oye lo lee, sabor de vino añejo, sensación de grandeza y de altura, serenidad y profundidad de pensamiento y satisfacción y deleite completo.

Qué enorme placer se guarda en el alma  y cuánto paladea el gusto artístico escuchar'  al aedo cuando canta "A la Raza Latina" diciendo:

 

"Si alguien pregona gárrulo

que vives en la escoria,

y que tus pueblos débiles,

mueren sin fe ni gloria,

bajo la clave férrea

del anglo y del sajón;

responderé  que armígera

el orbe recorriste,

y cuando entre los límites

de Europa no cupiste, 

un mundo nuevo -América-

puso a tus pies Colón!

 

 

Con seguridad envidiable versifica el poeta y da gallardía a su verso; esa gallardía que es menester cuando la raza es el motivo del canto; gallardía que ha de dar al, poeta épico, empuje necesario para encumbrarle y apartarle de la sima del ridículo.

El narrador de hazañas aparece después, de que entierra en la tumba de sus recuerdos  el amor añorado y que le llenó de infortunios, aquel amor que hizo brotar llanto de sangre a los diez y siete años de edad; publica su poema "Gil Pérez" en el que se vuelve a notar la difícil facilidad en la versificación y la atinada elección del tema,  que traen remembranzas de trovadores antiguos y sabor de romancero español:

 

"No lejos de Valdemosa

En lo alto de una montaña,

se eleva feudal castillo

de la llanura atalaya:

............................

y no falta exclamación valiente, precisa.

de alguien que sabe morir por su rey,

por su dama y por su -honor:

 

“¡adelante mi mesnada

que no morir es deshonra!"

 

Y después de ese citado poema nos regala con "Una Venganza Sacrílega", leyenda brillante, amena, delicada, atrevida, sangrienta, vengativa y medieval:-              

 ............................

 

“En tu mansión feudal tras alto muro,

sin testigo y con dolo, a puñaladas

muerte le diste tú... cuentas te pido!

Señor de Valdemar, llegó tu hora

Dios tus años contó y han terminado…'"

 

También se distingue cuando a través de consejos a su tutoreada pinta la filosofía de la vida, adornando su relato con un fondo de descripciones excelentes:

 

.........................................

ella empieza a vivir y nada sabe!

él sabe todo y a olvidarlo empieza!

.........................................

.........................................

 

Por las llanuras y en las verdes lomas

blanqueaba risueño caserío

como nívea bandada de palomas,

posadas en las márgenes del río".

 

Y enamorado de los clásicos en quienes abrevó su sed de cultura, aparece el poeta bucólico, lleno de gracia, que con sencillez luminosa deja para su pensamiento triste un ropaje galano y adecuado:

 

"Y: el campanil de rústico santuario

con plañidera voz tocaba a muerto.

 

Sorprende y agrada en este poema delicado la facilidad asombrosa de su diálogo.

Y ya es necesario advertir en el poeta veracruzano su enorme facultad descriptiva, aunada a su peculiar y elegante manera de manejar el epíteto, aunque a veces abuse de él y recargue en mucho su dicción.

Y acaso nació la necesidad de vestir el vocablo por usar, de la contemplación de esta rincón paradisíaco del Estado de Veracruz, donde corrieron sus años mozos, la naturaleza en esta feraz tierra también pide adjetivos porque los necesita: el árbol que crece en la vega o en la montaña no puede ostentarse solo y atalado; ha menester el adorno lujurioso de la exúbera selva; en su copa se adorna con el canto de las avecillas enamoradas; en sus horquetas prenden las triadas, multiformes florecillas, se enrosca en el tronco y ramas como una guirnalda abajo un aleteo de mariposas alfombra con sus policromías la tierra bienhechora lugar. ¡Qué riqueza de epítetos ha colocado Natura en el cuadro que se contempla! y Delgado fue un enamorado de lo que veía y contemplaba y, por ende, hubo de vestir el sustantivo con la galanura que el adjetivo que le daba.

            Y estos cuadros, en miniatura, supo engarzarlos con maestría, en sólo catorce renglones o en pequeños poemitas incluirlos en sus obras de largo metraje; poemitas, pero que podían ser separados y tener vida propia; sin desdoro alguno.

Como prueba de lo asentado ahí están todos sus sonetos de los alrededores de Orizaba. Y el dedicado a Xalapa, y como ejemplo de los incluidos en poemas grandes, esta muestra delicada y galana:

 

"El sosiega la furia de los mares,

la leve bruma del torrente trisa,

y hace cantar a la nocturna brisa

un idilio de amor en los palmares.

El cuida de la endeble trepadora

que al viejo tronco del saúz se agarra,

da luz a la lucerna voladora,

miel a la abeja y canto a la cigarra;

grana a la mies que en el feraz planío

en olas de oro se revuelve inquieta,

desata el arroyuelo para el río,

y corona la mística violeta

con brillante diadema de rocío".

 

Y vaya otra pequeña cuarteta, que es todo un grandioso poemita:

 

"Junto al raudal que le besaba al paso,

soberbio de su agreste gallardía,

un lirio de los valles entreabría

su corola magnífica de raso",

 

Con cuadros deliciosos nos regala cuando se acerca a la naturaleza y es el epíteto belleza de colorido y luz en su obra pictórica;

 

"Vellón de armiño donde amor anida,

cesto de lisco, colombina pluma,       

en tu collado tu beldad se esfuma

mientras menos visible más querida.

De níveo razo y de crespón vestida,

-velo nupcial a tu esplendor de bruma-

eres flor de la niebla, flor de espuma,

por el viento del trópico mecida.

Brillas en la serena lontananza

con prestigiosa irradiación suprema,

de fuegos en munífico derroche;

y saga de ilusiones y añoranza,

pareces en la sombra una diadema

caída de la frente de la noche".

(A Xalapa)

Y para cerrar con broche de oro vaya el delicadísimo soneto intitulado "En las Montañas de Tlilapan":

 

"Todo lo enerva la pesada siesta,

en el maizal el céfiro reposa;

y busca la cerúlea mariposa

el húmedo frescor de la floresta

 

al terminar la campesina siesta

que en contorno cien pueblos

alboroza en pintoresca procesión piadosa

sube la gente la empinada cuesta.

 

Cesa el petardo de atronar el viento,

acalla el campanario su alegría,

en el fondo del valle soñoliento,

y repitiendo va la serranía

el son del tamboril pausado y lento,  

y el llorar de la triste chirimía".

 

En este soneto clásico y elegante está encerrada la poesía de Rafael Delgado; en él se encuentran todas las cualidades del aedo, en el que se hallarán todas las carac­terísticas de su numen y de su facultad pic­tórica y descriptiva.

Estudio Crítico de la obra de Rafael Delgado


 

Carlos Aguilar Muñoz

EL PRECEPTISTA O DIDACTA

 

En la imprenta del Gobierno del Estado de Veracruz, se imprimió, en 1904, la primera parte de sus Lecciones de Litera­tura (Estilo y composición), dedicadas a alumnos del Colegio Preparatorio de Xalapa, en donde, como en Orizaba, profesó literatura por varios años. La segunda parte no llegó a imprimirse. El maestro dictaba los apuntes en clase. Dicha segunda parte se denomina Retórica y Poética.

La obra, como el mismo Delgado lo hace constar en el prólogo, no es del todo original. "Tiene mucho de Lefranc", nos dice, hasta el grado de haberla traducido (frecuentemente) con fidelidad minuciosa".  

Pese a la honradez del autor, hay en la obra mucho de cosecha propia y, desde luego, el mayor elogio que puede hacerse que en ella revela su calidad de esteta  crítico, porque siendo como era férvido orador de lo clásico, y, enemigo, por tanto, del decadentismo no tiene empacho en decirnos: "Además, -debemos decirlo- los autores de esas obras, en su mayor parte andan mal informados, tal vez ayunos  en cuanto se refiere a los procedimientos del arte contemporáneo, maravillas en sus aciertos, y digno de interés hasta en sus mayores extravíos".

Al hablar de que a muchos causará extrañeza que haya dado poco lugar a los clá­sicos españoles de los siglos XVI y XVII, también nos dice:.. Esto quedará explicado más adelante, al tratar de la forma­ del éstilo. Nos limitaremos a decir que cada época tiene el suyo y que actualmen­te el estilo de aquellos célebres ingenios resulta para los estudiantes, penoso, cansa­do y casi siempre oscuro. Las lenguas se modifican y se perfeccionan y si bien es cierto que pierden mucho de su carácter nacional y castizo, ganan, y no poco, en fle­xibilidad, soltura y eufonía. Digámoslo con el respeto que nos inspiran tales ingenios: cuántos escritores contemporáneos de tantos como al presente abundan en España, escriben mejor que muchos antiguos, cuya autoridad invocamos a cada instante".

Ponderación de crítico y de esteta que, enamorado de la belleza, la confiesa donde existe.

Tiene, además, las Lecciones de Lite­ratura, el mérito de su nacionalismo, por la abundancia de citas y de ejemplos de escri­tores mexicanos y como es lógico, con pre­dilección veracruzanos, a cuyo Estado lla­ma "benemérito de las letras nacionales".

Todo ello revela que Delgado tenía do­tes de preceptista y depurado gusto estéti­co, y la elección de trozos literarios de di­versos autores que como ejemplos ilustran la teoría del texto, no pudo haberlo hecho a menos de estar poseído de esas dotes.

Si por didacta entendemos al autor de textos de las diversas disciplinas de la in­teligencia, cabe analizar aquí su Geogra­fía Histórica que tampoco es original, ya que en ella, más que en la Literatura, se nota el acopio de material extraño, como el mismo Delgado lo hace notar.

Esta cátedra la impartía, en Orizaba, en el Colegio Preparatorio del que, como es sabido, llegó a ser profesor y rector. Amena e interesante no prestó gran contingente al desarrollo intelectual de los educandos.

Naturalmente, adunada a sus dotes de preceptista, andaba su dote de educador o maestro, sobre todo en su cátedra de Literatura, y sólo la frivolidad de la juventud o la carencia de vocación literaria, pudieron contrarrestar, en ocasiones, el mérito de esa labor educativa.

"Delgado tenía vocación de maestro. Entraba en camaradería franca con el discípulo y hacía sugestiva y atrayente su clase, entre otras causas, amén de su cultura literaria, por su don supremo de conversador. Infundía el amor a las letras, porque él, como sacerdote de la belleza, oficiaba en sus aras con devoción y fervor. Tenía gran cariño por sus discípulos que le seguían fuera de las horas de clase. Cuando murió, buena parte de esos discípulos estuvo en su lecho de enfermo velándolo por varias noches, y en los instantes de su muerte, esa juventud gallarda en su sinceridad y en sus sentimientos, lloró con amargura la ausencia del maestro; y hoy todavía, a una distancia de muchos años, aquellos corazones ayer juveniles, humedecidos en lágrimas los ojos, bajo el peso doliente de los años, cubierta la cabeza de canas y surcado de arrugas el rostro, vienen a confesar el credo del maestro; su fe en el amor y su fe en el arte.

 

EL ORADOR

¿Cabe analizar a Delgado como orador? Fueron pocos sus discursos, alocuciones y brindis. Los pronunciados en las distribuciones de premios a los alumnos del Colegio Preparatorio de Orizaba; en la segunda exposición de flores y pájaros, en Coyoacán; en la presentación de José Segarra y Joaquín Juliá, en el Teatro Llave de Orizaba; en la colocación de la primera piedra del monumento al caritativo cura párroco don José Nicolás del Llano y alguno otro más, no lo acreditan como orador.

No podemos hablar del pronunciado en la .velada literaria organizada en Puebla para celebrar la erección de la Universidad pontificia, porque ha sido imposible localizarlo y lo desconocemos por completo.

Por otra parte, Delgado no improvisaba sus discursos. No era orador de palabra hablada (el verdadero orador), sino de pa­labra escrita. Carecía de las dotes físicas  del orador, sobre todo de voz que era "tarda y opaca"  1 Orador sin voz no es orador. La voz, en la oratoria, es de mágica virtud que puede un discurso carecer galas literarias y si la voz es cálida,  emo­tiva, de fácil dicción, si la tonalidad responde  al movimiento de las pasiones, el orador conquista al auditorio.

Pero, ni literariamente esos discursos y alocuciones nos muestran al orador. Maestro de Delgado, el sabio jurisconsulto: don Silvestre Moreno Cora, adolecía, a si ­mismo, del gravísimo defecto de una voz, sin registros, uniforme, monótona, apaga­da, y, sin embargo, en sus discursos halla­mos más pensamientos elevados y más al­tos conceptos filosóficos.

Hasta aquí creeríamos, por lo dicho que Delgado no fue orador, pero llega el 8  de julio de 1905. La Sociedad Sánchez Oro­peza organiza una velada memorable, para otorgar los premios a los vencedores en justa literaria que convocó para conmemorar el tercer centenario secular de la pblicación del Quijote, y en esa noche inmortal, Rafael Delgado deleita al audito con un magistral discurso que lo inmortaliza como orador. Con donosura de estilo, en forma lana y castiza, en períodos, ora rotundos, ora alados; señor de la sintaxis; en frase ­de soltura sin igual, escribió Delgado tan bellísimo discurso, acaso como el del P. Mir  en su recepción de la Academia Española ­de la Lengua.

Este solo discurso bastaría a Delgado, si careciera de otra obra, para abrir las puertas de la Academia al donoso escritor,  galano prosista y paladín del casticismo en tierras de habla española. 

Novelista de primera línea, inicia su discurso con acertada definición de la novela, para pasearnos después, en marcha triunfal, por los fértiles dominios de la misma.

Qué atinadas observaciones acerca de los atributos de todo novelista; qué bucear en las profundidades de su propia alma de artista, para darnos la fórmula secreta y del consejo estético.

Aprovecha también la oportunidad para sintetizar, de mano maestra, la historia de la poesía lírica castellana, demostrándonos nos con el ejemplo, la verdad de sus aseveraciones y de su calidad de crítico. Después nos lleva por el campo de la novela, deteniéndose, con deleite, en la inmortal, el Quijote, del que nos dice en uno de sus más a brillantes párrafos: "No sólo celebramos el Quijote por sus bellezas de invención, reflejo de todo un pueblo, patentes para el vulgo, sino por otras recónditas, arcanas, a escondidas, y como en reserva para lectores refinados y exquisitos. En ellas está el alma de Cervantes; su concepto de la vida; su amor a la verdad y a la justicia; sus ideas acerca del hombre y de sus cosas; su queja triste y dolorosa, mal disimulada por la sonrisa; su lamentación regocijada y satírica, la de un espíritu supremo lastimado y ofendido, que perdona, pero que encuentra en la burla inofensiva consuelo bien bienhechor; su honrada protesta contra dolos e injusticias y el culto fervoroso a cuanto exalta y dignifica a los hombres”. 

Y todos los altos conceptos y los profundos conocimientos literarios y científicos y dotes críticas que campean en el discurso, envueltos en el manto maravilloso de un estilo elegante, sobrio, rico en matices, ático, alado, impregnado de difícil facilidad.         

Con suprema emotividad de artista, el alma cristiana de Delgado vibró a gran altura, abrazada, por simpatía, al alma pura de Cervantes y dejó a la posteridad una pieza oratoria aun no apreciada en su verdadero valor, que lo inmortaliza en los dominios de la oratoria.

 

EL CRÍTICO

La crítica literaria, en la historia de nuestras letras, ha tenido poco desarrollo, sobre todo en el siglo pasado, no siendo, sino hasta muy recientemente cuando ha prosperado con Alfonso Reyes, los hermanos Alfonso y Gabriel Méndez Plancarte, Carlos González Peña, Julio Jiménez Rueda, Francisco Monterde, Antonio Castro Leal, Agustín Yáñez, José Luís Martínez y otros.

Rafael Delgado ni se dedicó a la crítica literaria, ni presumió de ello; pero evidentemente que tiene algunos estudios en que analizó el valor estético de la obra de algunos escritores, y por ello merece análisis.

Sus conversaciones literarias nos dan, a conocer a los siguientes autores: Gustavo A. Bécquer, Gaspar Núñez de Arce; Leopardi, Alfonso de Lamartine, José Joaquín Pesado, José Zorrilla, Manuel Eduardo de Gorostiza.

No pueden considerarse estas conversaciones literarias como obra de crítica, si no más bien catalogarlas en el estudio del orador, porque aun cuando con el modesto nombre de conversaciones, están escritas en el, tono de verdaderos discursos, campeando en ellas, como en toda la obra de Delgado, los primores del estilo y la donosura y gallardía de la frase castiza y elegante.        

Pero, a pesar de ello, Delgado revela dotes de crítico.

Después de las galas oratorias, de períodos fáciles y bellos, aparece la observación aguda del crítico. Así, nos dice, en el estudio o conversación sobre Bécquer: "No pueden comprenderse las Rimas sin estudiar antes las Leyendas. Bécquer tenía una de las más valiosas cualidades del talento: la de saber callar; y hay que buscar en sus escritos de prosista la clave para penetrar todo el sentido de sus versos".

Y termina analizando la obra del sevillano, en estos términos: "En suma, podemos decir que Bécquer es un poeta de altísima inspiración, de singular, talento y de alma delicada y tierna; rico en gracia, en colorido, en intención y en" trascendencia como prosista y un gran poeta lírico, de una subjetividad tan verdadera y humana, que sus cantos hallan siempre un eco en todos los corazones; una gloria de la cual su el patria con justos motivos se muestra orgullosa, uno de los poetas que mejor han correspondido a su nación y a su siglo, y un la genio digno de eterna memoria de los hombres”.

El mismo procedimiento y la misma agudeza en las conversaciones sobre Núñez de Arce, Leopardi, Gorostiza, Zorrilla, en que Delgado luce, además, los profundos conocimientos que tenía de las literaturas griega, latina e italiana. Su disertación sobre Hamlet es muy bella y atinada. No fué un ingenio dedicado a la crítica  literaria, pero sí un artista con depurado gusto estético y sólida y recia que lo capacitaron para emitir juicios serios y atinados.



1 Federico Gamboa, Revista de Revistas, No. 217, Año V, correspondiente a 7 de junio de 1914.

El Chamanismo, herencia sagrada


 

Olga Fernández Alejandre

Colaboradora

titama43@hotmail.com

 

El chamanismo es la herencia sagrada que une al hombre con su entorno en un mutuo y venerable acatamiento. Es el resultado de una conciencia que sabe percibir más allá de la esencia física. Cuando el hombre entró a ser un elemento en la historia del mundo, comenzó su búsqueda de las fuerza naturales que lo regían y eran incomprensibles para él. Sin que pudiera evitarlo afectaba su vida, ya fueran favorables o terriblemente hostiles. Para enfrentarse a estos poderes, necesitaba un intermediario: el sacerdote, el mago o el chamán.

     Decir Chamán es remitirnos a una realidad enigmática y secreta de origen ancestral. La palabra Chamán o shaman viene del manchú-tungú y deriva del verbo “Sha o Xa” (que quiere decir saber.) Llegó a través del ruso, pero hay indicios que se remonta hasta el neolítico.

      Expresa Ledo Miranda Lules: “Algunos expertos lingüistas aseguran que la palabra Shaman también se relaciona con la palabra de origen indio Samadhi y quizá venga del sánscrito”. En las averiguaciones etnológicas llevadas acabo a principios del siglo XX dieron como resultado que en muchos pueblos autóctonos se encontraran ritos con técnicas de éxtasis mágico-religiosas de un chamán. Estas se logran por ingesta de alucinógenos, o por sonidos de tambor (música), o mantras.

      Hay infinidad de hongos, cactus y hierbas; como la liana llamada Ayahuasca o yagé, usada en varias zonas del Brasil. El jugo de una potente droga es la del floripondio de la familia de las brugmasias llamada hierba del diablo, empleada en el sur de nuestro continente y en América Central. Quizá el más popular sea el peyote; a raíz de su descubrimiento es usado también por unos 500,000 miembros de la “Nativa American Church”. (Iglesia Nativa Norteamericana) y de la “Peyoteway Church of God” (Iglesia de Dios del camino del peyote) muy extendida en Estados Unidos y Canadá. Otra sustancia muy potente es el cactus de San Pedro. Asimismo, se utilizaba el tabaco silvestre. El antropólogo Johannes Wilbert afirma que es el estupefaciente por excelencia, ya que fue consumido por todos los indígenas de América.

      Hay dos formas para convertirse en chamán: por herencia, que pasa de padre a hijo; y por vocación. De cualquier manera se deben tener estudios de iniciación. Se tardan muchos años para penetrar en un estado modificado de conciencia, y poder con propósitos curativos buscar el conocimiento. Terminado su aprendizaje estará en posibilidades de hacer viajes a otras realidades y al regresar será capaz de recordar como curar, interpretar sueños, profetizar, adoptar forma de animales (nahual) o acceder a otras dimensiones.

      Asimismo, en subsecuentes averiguaciones sexologistas, el éxtasis sexual es un fenómeno muy antiguo, chamánico-colectivo, en honor de las diosas de la fertilidad, desarrollado en el Medio Oriente, en el valle de Indo (India) en la Isla de Creta y entre los primeros pobladores de las penínsulas Itálica e Ibérica.

      El Chamán se extiende más allá de los límites corporales de la circunscripción del espacio y el tiempo, uniéndose a una mente cósmica, entonces hay una transmutación mental, esto corresponde a un proceso de cambio que actúa en función de la materia y de la fuerza del universo en sintonía. Lo mismo vale para la polaridad femenina como masculina.

      En las diversas culturas que pueblan nuestro mundo, el chamán es a la vez brujo, curandero, sacerdote o mago. Sus actividades son dirigir ritos y ceremonias de culto. Según algunos estudiosos, el chamanismo de estos últimos siglos tiene algunas características del budismo, y en algunas partes del continente asiático se logra el éxtasis, con la disciplina del yoga.

      El trance inducido por alucinógenos es habitual en nuestros indígenas. Durante milenios, en el continente americano, tanto en el norte como el sur, la ingestión de dichas drogas ha sido común hasta nuestros días. Aquí en México, el consumo de hongos psilocibios es tan común en ciertas etnias, que una de las mejores exponentes del chamanismo fue la famosa María Sabina; tuvo gran sabiduría a base de droga y a pesar de no hablar español, fue conocida por el mundo occidental y el redescubrimiento de los hongos sagrados. A través de procedimientos, entraba en profundo trance y realizaba viajes astrales y de conocimiento, maravillando a propios y extraños.

      También el éxtasis se logra con música, por medio de cantos o mandalas, o con sonidos de tambor que actúan por resonancia y hacen vibrar determinados puntos llamados “Chakras”. El Doctor Andrew Neher, especialista en neurofisiología asegura: “La interrelación del canto chamánico, afecta directamente la actividad bioeléctrica de zonas motoras y sensoriales para lograr el Trance”.

       Como todo en el universo es vibración, esta oscilación presenta un ritmo a la izquierda y uno a la derecha, como si de un péndulo se tratase, esto nos conduce a las diferentes fases de la luna, al flujo y reflujo de las mareas y a la dualidad de la mente. La finalidad del Chamán es que la psique viaje al mundo del espíritu conectándose con una inteligencia superior.

      En la senda del aprendizaje de un Chamán, el meollo es centrarse en sí mismo antes de poder curar o ayudar a otra persona; deben dejar fuera: la envidia, el orgullo, la vanidad, el egoísmo, etcétera. Para ser reconocido, también tiene que pasar por una serie de ritos iniciáticos, hasta lograr que la conciencia y el alma sean una unidad.

      El antropólogo y escritor Carlos Castaneda, fue el que popularizó, a mediados del siglo pasado, la filosofía y las técnicas del Chamán. Tiene en su haber varios libros, entre los que destacan: Las Enseñanzas de Don Juan, El Segundo Anillo de Poder, El Don del Águila, El Fuego Interno, El Lado Activo del Infinito.

      Su trabajo se centró en el chamanismo mexicano, en especial en el nahual-cha-mán don Juan Matus. Una de las primeras cosas que aprendió de su maestro fue aceptar la mortalidad, si no se acepta esto; es imposible aceptar otra realidad. En 1995 declaró al diario Los Ángeles Time “Soy un atrasado mental estoy seguro que moriré sin haber aprendido todo lo que enseñó mi maestro”. El cineasta Federico Fellini quiso llevar a la pantalla, en un documental, la realidad de este chamán; sin embargo, los tiempos no se dieron. Castaneda se convirtió en una figura célebre, pero la gloria le duró muy poco, porque a mediados de la década de los setenta una campaña de desprestigio recayó en su contra.

      Mircea Eliade, investigador rumano, en los años cincuenta, publicó su libro Técnica arcaica del éxtasis. Fue el primero que realizó un estudio serio del chamanismo, desde una perspectiva esencialmente religiosa, dejando de lado explicaciones psicológicas, sociológicas y etnográficas que se dieron durante la mayor parte del siglo XIX y principios del XX.

      Con la técnica del transe, el chamán se convierte en un gran especialista del alma humana, y al viajar hacia regiones recónditas, puede armonizar la realidad. Tiene un aprendizaje difícil y de sufrimiento. Es muy riguroso con el ayuno, dietas estrictas, vigilias interminables, abstinencia sexual. Además, debe tener dominio sobre la caza, la pesca, e igual conocimiento de la herbolaria. Aprende: cantos, bailes, leyendas, mitos y en su conjunto cosmogonía e historia de su pueblo. Por lo que observamos, ser chamán es estudiar arduamente para ser curandero del cuerpo y alma, pues se convierte en un gran psicólogo a quien acude toda la comunidad para consultarlo. Bajo esta óptica, el chamán es el eje de su congregación.

      No obstante, apunta el investigador Michael Harner: “La idea de que todos los chamanes deben utilizar drogas para hacer el viaje es falsa”, lo demostró en su libro El viaje del chamán. En él, asienta que son menos las partes del mundo en las que se emplean estimulantes, que en las que se usan mantras o sonidos.

      Asia y Europa fueron los que suministraron la espiritualidad y procedimientos para encontrar el éxtasis y el misticismo, para lograr la comunicación con la divinidad. El chamanismo es una práctica de las más antiguas del género humano, teniendo una actualidad absoluta, en medio de nuestra sociedad occidental acelerada.

      El Antropólogo Catalán Josép María Fericgla sostiene: “El Chamanismo se convierte en el primer sistema histórico organizado para buscar el equilibrio psíquico y físico del ser humano”. Existen innumerables técnicas de meditación usadas por los chamanes mexicanos, cada familia practica métodos específicos que tienen su origen en ritos arcaicos y los utilizan para limpiarse el cuerpo y el alma, y usarlos en sus trabajos de psicólogos autóctonos.

      Aquí en México, dos de los enclaves más conocidos dentro del chamanismo  son Oaxaca y Veracruz, sobre todo en la región de los Tuxtlas; específicamente en Catemaco. Su población guarda una vetusta tradición, cuyo patrimonio está colmado de ritos y costumbres esotéricas. Desde la antigüedad, no ha variado mucho que digamos. Sus habitantes guardan una relación estrecha con la naturaleza y los elementos. Cuando llegaron los primeros esclavos africanos a estas tierras, encontraron terreno fértil para sus ceremonias y, de la unión de razas nacieron prácticas mágicas y milagrosas de sanación, tanto del alma como del cuerpo.

      El primer viernes de marzo es una fecha muy especial para esta zona en la que se llena de creyentes y no creyentes, en la que se invocan a seres de luz, o seres oscuros en las que se mezclan ritos, misas negras o blancas, y mucho sincretismo. De acuerdo con las creencias, es el día más importante del lugar.

      Algunos ritos o limpias se realizan de día en plena naturaleza, pero hay otras que se hacen al amparo de la oscuridad, entre los caminos sombríos y tenebrosos, como por ejemplo: “La Cueva del Diablo”, en el cerro del mono blanco. Es el preferido de brujos, para recargarse de energía y pagar favores que les fueron concedidos u otorgados.

      No obstante, tanto los entendidos como los pobladores, aseguran que existe mucha charlatanería, los buenos son muy pocos y estos si logran hacer cosas asombrosas. Los verdaderos son tan famosos que son visitados por toda clase de personas en su afán de curarse, triunfar, obtener dinero y reconocimiento.

      En el libro La Meditación de Jacob Grinberg-Zylbergbaum, se explica que cada grupo de chamanes tiene sus propias técnicas, que se remontan a muchos siglos atrás. Los chamanes mexicanos utilizan procedimientos para purificarse y, como preámbulos, para hacer el viaje y utilizarlo en curar o en sus trabajos de “psicólogos”, ya que ellos mismos sostienen que primero hay que curar el alma y luego el cuerpo.

      Existen evidencias de que los Olmecas llevaban a cabo sistemas para encontrar el verdadero desarrollo del orden cósmico y que propagaron prácticas de meditación, y tal vez sean los precursores del chamanismo en México, en donde quedan algunos representantes.

      Existen en nuestro país varias técnicas de meditación, por ejemplo: la olmeca, que utiliza la postura de sentado con la espalda recta; comienza fijando su atención en su columna vertebral y visualiza una luz o energía alrededor de ella. Si al meditar tiene éxito, pronto notará que su columna tiene en su interior un giro sostenido.

      La meditación yaqui es uno de los legados más excepcionales del equilibrio entre el lado izquierdo y el derecho, esta se realiza de pie. El practicante visualiza dos columnas de energía a cada lado del cuerpo, y el primer paso es abrazar la columna vertebral con el brazo izquierdo arriba y el derecho abajo; esto se repite tantas veces como sea necesario, hasta sentir un aumento de energía. Otras de sus técnicas es tocar un tambor, como en el Asia Central, en la cual se sigue un ritmo sostenido hasta lograr el equilibrio.

      El chamán Lucio de Morelos, utiliza fórmulas de contacto con la naturaleza y la relajación. Ésta se hace acostado, dejando libre su mente para que viaje y pueda negociar con los espíritus que son los trabajadores del tiempo y se comunican con él. En cambio, el de doña Pachita, una de las más extraordinarias chamanas, fue sinónimo de fe, energía y poder, ella realizó verdaderas curaciones que dejaron asombrados hasta a los más escépticos. Su técnica consistía en sentarse en una silla frente a un altar, cerraba los ojos y se concentraba hasta que oía un zumbido; aseguraba que sentía la sensación de bajar como en la rueda de la fortuna, entonces estaba lista para curar o interpretar sueños, o males del espíritu. Los procedimientos de esta chamana son muy parecidos a los de algunos chamanes de la India, llamado “Shabd”.

      En la actualidad se ha desvirtuado este oficio y hay toda una serie de impostores, que responden a las demandas del mercado. En nuestra sociedad globalizada, cada día nos vamos sintiendo más solos que nunca, y de ahí el boom de Chamanes, curanderos y brujos. Desgraciadamente así es, pues los occidentales ávidos de escape, y sintiendo cada día la vorágine de un mundo práctico y materialista, están dispuestos a pagar por una vivencia exótica, ya que se ha convertido en un producto más para ser comercializado en el enorme bazar en el que se ha convertido nuestro planeta tierra.

      El hombre jamás ha podido resistirse a la formación de todo lo que para él es una incógnita. Ya que el mismo hombre es un receptáculo de enigmas y, sin dudarlo, desde que nace está sentenciado a vivir rodeado de misterio. El misterio nos asedia y, justamente lo que vemos y hacemos todos los días es lo que oculta la mayor suma de misterios.