lunes, 8 de abril de 2013

SI QUIERES TRAZAR LA RUTA DE LA SALUD, SIMPLEMENTE CAMINA.



Benito Carmona Grajales

La mejor medicina para el hombre: la caminata.
Hipócrates

Es sorprendente descubrir que las personas desperdicien tantas oportunidades de mantener una salud excelente ¿Será que el hombre, en sus afanes de conquistar otras riquezas, descuida el mejor tesoro que es el bienestar y la salud?   Deben ser muchos los factores que desvían al ser humano por otras rutas que lo llevan a destinos fatales como la tumba o los hospitales. Uno de estos puede ser la ambición; siempre quiere conseguir  bienes que le den estatus, comodidad y reconocimiento en esta sociedad que se dice civilizada y descuida  aspectos fundamentales como la alimentación, el sueño, el descanso, la tranquilidad y, principalmente, la movilidad de su cuerpo.

            Cabe aclarar que no estamos exagerando, en la Universidad de Stanford se hicieron experimentos que llegaron a la conclusión de que las posibilidades de morir es cuatro veces más alta en los hombres que no hacen ejercicio que en los que se ejercitan con un mínimo de lo aquí establecido. En Noruega se llegaron a conclusiones parecidas en mujeres, respecto al cáncer de mama con un porcentaje un poco mayor a favor de quienes hacían ejercicio.

            ¿Por qué, entonces, nos hemos alejado del ejercicio? El error más grande aparece cuando se sobrevalora el dinero y las cosas que se compran con éste. Conozco a personas quienes, al adquirir un automóvil, tan pronto llega a su poder, adoptan una nueva identidad: El señor del carro tal, la chica del…azul, y así se oyen frases que hacen alusión al hombre con lo que posee. Una adquisición puede ser buena si cumple con los fines más elementales de uso; pero, dejar de caminar tres cuadras, para ir por el pan o por alguna medicina, porque hay que lucir la otra parte de la personalidad, que es nuestro carro, deteriora las funciones de nuestras piernas que se hicieron para la locomoción. Si no detenemos estos pequeños vicios de la era moderna, terminaremos con las rodillas artríticas, con diabetes o sufriendo las consecuencias de la hipertensión.

            La publicidad y el comercio nos ofrecen aparatos y productos que nos vuelven más inactivos. Lo que antes se hacía a mano, ahora se realiza con máquinas automáticas como licuadoras, lavadoras, revolvedoras, taladros eléctricos, el control remoto del televisor, lavavajillas, motosierras, etc. Está muy bien que la vida se haga más placentera y que las labores se realicen con mayor rapidez y facilidad; lo que está mal es que la actividad que se realizaba, la práctica de mover el cuerpo vaya muriendo poco a poco y no la reemplacemos por algo que nos haga ejercitar los músculos y las articulaciones.

            Como esos cambios no se dan de un día para otro, no nos percatamos de que las enfermedades se van multiplicando lo mismo que los enfermos. Si observamos una fotografía antigua de alguna calle, veremos su gente  delgada o esbelta en su mayoría; la misma calle, el día de hoy, luce con gente obesa o con sobrepeso en un gran porcentaje. Antes la vida nos pedía movimiento; ahora, nos conduce al sedentarismo apareciendo un círculo vicioso: entre más gordos, menos nos darán ganas de caminar.

            Ahora, ¿por qué hemos seleccionado entre tantos ejercicios el de caminar? Por razones muy sencillas. En primer lugar por ser el más barato, el más cómodo; es el más fácil ya que no necesita entrenador,  es el menos aburrido y, quizá, el más placentero; además, porque puede convertirse en el ejercicio base, para una nueva cultura de la salud. Podemos dejar los demás como complemento, así, estos otros ejercicios los podríamos realizar en momentos no programados, aprovechando cualquiera  oportunidad.

            A continuación trataremos de explicar las grandes ventajas del ejercicio desde un punto de vista científico. Gracias a investigaciones y estudios que se han realizado en universidades de prestigio, podemos señalar un panorama de acciones y teorías fáciles de entender o interpretar. Lo más importante es que puedan marcar un hasta aquí y un a partir de ahora para poder experimentar una nueva forma de recuperar la buena salud y el bienestar.

            Médicos de prestigio, entre los que destaca el Dr. Louis Ignarro, premio Nobel de medicina en 1998, coinciden en que la actividad corporal moderada, sobre todo el ejercicio aeróbico, como el caminar, ejercita a las células del endotelio (la parte interna de las arterias) para que produzcan Óxido Nítrico, que es el encargado de suavizar las arterias para que se dilaten y favorezcan la circulación sanguínea.

            El ejercicio es un gran regulador de los niveles de colesterol en la sangre. En nuestro cuerpo predominan el colesterol de alta densidad y el colesterol de baja densidad. El de alta densidad es el colesterol que menos se adhiere a las paredes de las arterias; en cambio, el de baja densidad es el colesterol que, por su consistencia atolosa (como si fuera un atole) o blando, se adhiere a las paredes favoreciendo las placas que fácilmente ya adheridas, pueden desprenderse y provocar trombos o tapones que evitarían la circulación y el paso del oxígeno y, con esto, provocar infartos.

            Al colesterol de alta densidad se le llama HDL o colesterol “bueno”. Esta lipoproteína es elevada por el ejercicio, contrarrestando la labor dañina del colesterol LDL o “malo”. El Óxido Nítrico que se favorece con la práctica del ejercicio evita la adherencia de placas en el interior de las arterias o vasos, evitando así un accidente cerebrovascular o un ataque al corazón. ¿Qué más le podemos pedir a la humilde acción de caminar?

            Si nos decidimos por esta placentera actividad de caminar con un mínimo de 20 o 30 minutos diarios, además de regular los niveles de colesterol en la sangre y de evitar la acumulación plaquetaria en las arterias, estaremos fortaleciendo el corazón para que realice un trabajo más eficiente y estaremos, también, batallando contra el sobrepeso y la obesidad. Pero, maravíllate. Eso no es todo. Prepárate para más sorpresas. El cáncer, el estrés, la depresión, la ansiedad, la osteoporosis, la baja calidad del sueño y la diabetes, tienden a desistir en su afán de disminuir tu salud cuando ya en tu cultura has adoptado la buena y placentera costumbre de caminar. El envejecimiento prematuro se aleja de tu vida cuando caminas. ¿Qué más puedes pedir? Cómo se explica esto: Las células de tu cuerpo se renuevan tres veces al año. El ejercicio dota a los músculos de estrés saludable, éstos envían mensajes por el torrente sanguíneo de renovación celular apareciendo en escena las proteínas llamadas citoquinas que se encargan de crear nuevas células y también de destruir las que llegan a una edad de morir. El ejercicio mantiene en equilibrio las citoquinas para evitar el envejecimiento.

            Anímate, decídete. Adopta esta nueva cultura y serás más feliz y podrás compartir esa felicidad con quienes te rodean. No es necesario que llegues a la fatiga, al dolor a la extenuación; si el sedentarismo ha sido tu vida, comienza poco a poco. Lo poco que camines empezará a producir buenos efectos hasta que llegues al mínimo recomendado y lo rebases; pero sin llegar a límites de competencia o de exhibición que puedan ser contraproducentes. No creas que los fisicoculturistas y los campeones gocen de excelente salud. No te engañes; la mayoría termina con secuelas que deterioran su salud; algunos, inclusive, encuentran la muerte. Cuando caminas moderadamente, la química del cuerpo libera una gran cantidad de sustancias como la serotonina y las endorfinas, hormonas naturales que combaten el dolor e incrementan el placer ubicándote en un estado de bienestar. ¿Crees que esto lo experimente un pugilista en el último raund?

            La diabetes y la obesidad se dan por problemas de metabolismo. Con tu nueva cultura de la caminata diaria y moderada puedes elevar tu metabolismo. ¿Cómo puedes darte cuenta cuando esto ocurre? Fácilmente, después de los veinte minutos, o antes, empiezas a sudar, esa es la prueba de que tu metabolismo ha subido.  Cuántas enfermedades se podrían evitar con la ejercitación. Expliquemos un poco sobre la diabetes: Decir diabetes es sinónimo de resistencia a la insulina. Pocos diabéticos saben que, más que la  baja producción de insulina por el páncreas, este mal radica en el rechazo de la insulina por las células. La glucosa es un alimento que da energía a los órganos; pero para que penetre por las paredes celulares debe acompañarse de la insulina. La insulina es como el padrino o salvoconducto que permite se abran las puertas celulares para que entre la glucosa. Cuando la persona es sedentaria, los capilares se cierran  y no dan paso al alimento ya que encuentra los receptores de insulina no preparados. El ejercicio activa a esos receptores y facilita el paso de la glucosa junto con la insulina. Cuando la insulina es rechazada, que es el caso de los diabéticos, la glucosa se regresa a la sangre.  Si en esos mementos se hace un estudio de laboratorio, aparecen excesos de glucosa en la sangre. Es más, como la insulina es la hormona del almacenamiento, el hígado transforma la glucosa rechazada en grasa que se almacena en el tejido adiposo. Esto explica  el sobrepeso y la obesidad. El ejercicio evita parte de ese círculo vicioso. De ahí la importancia del caminar.

            Cuando el ejercicio nos hace sudar es recomendable tomar mucha agua para reponer el oxígeno que utilizó el cuerpo para la combustión de la glucosa y de las grasas. Las moléculas de oxígeno se agotan con el ejercicio y hay que reponerlo para evitar la deshidratación y, con esto, ayudamos a subir el metabolismo.

            Para concluir quisiéramos exponer algunas recomendaciones: El ejercicio no es una opción; no es cuestión de que lo hago o no lo hago. Si quieres vivir lo que debes vivir, hazlo; si quieres adelantar la muerte, quédate quieto. Tampoco camines por la obligación impuesta por ti mismo; hazlo por el placer de sentirte mejor, por el gusto de mejorar tu salud, aunque de momento no se vean los resultados. Incrementa tu práctica poco a poco hasta que logres, además de caminar,  trotar o correr, sin que te sacrifiques; si sólo quieres caminar, haz sólo eso y ya es bueno. Si eres hipertenso, si tienes alguna lesión o padecimiento, mide tu práctica a lo que puedas hacer, no importa lo poco que sea o qué lentamente lo hagas: un solo paso vale más que no darlo. En cada avance, sonríe y felicítate. Si sientes que sólo caminas con ayuda de un bastón o andadera, úsalos; pero camina. Ya habrá la oportunidad de que dependas menos de éstos apoyos.
            Si en algún momento sientes que no puedes, recuerda aquella frase milagrosa del más grande de nuestros amigos, cuando el buen Jesús dijo: “…Levántate y anda”, o aquella otra del poeta español: “Caminante, no hay camino; se hace camino al andar”. Yo quiero regalarte esta idea: No importa a dónde vayas, si quieres llegar, comienza con el primer paso.

                                                                                                                benitocarmona52@hotmail.com
            

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