viernes, 7 de diciembre de 2012

(Debatiendo por la educación) LAS COMPETENCIAS NO SON LA COMPETENCIA



Juan Francisco Gaspar Velazco

Acostumbrados  a los reduccionismos, a la carencia  de juicio y criticas, a la falta de reflexión  y a una total antipatía por el dialogo, el debate y la discusión  hemos crecido como cultura  repetidora, reproductora  de ideas inacabadas y  reservadora de meros datos que distorsionan el argumento original,  las variables de este y lo amplio   que la apreciación de un concepto puede tener.  Lo anterior nos está ocurriendo   cuando hablamos de competencias,  decimos  que educación basada en competencias  es a  menos contenidos, poco desarrollo de la memoria, nula critica; decir competencias en la educación significa jugar, solapar y sobre todo  continuar con los vicios   de la pereza intelectual.
La palabra competencia es un término genérico  o podríamos decir  que puede considerársele genitivo[1].  El carácter genérico se debe  a que la palabra significa competer, es decir, competencia debe entenderse como   lo que al estudiante  le compete saber  y que lo ponga en práctica en los distintos ámbitos en los que se desempeña.  El carácter genitivo del término alude a que hay competencia genéricas, disciplinares, personales, tecnológicas y docentes, todas ellas  en su práctica conducen a una acción  y se forjan  nuevas ideas, objetos y formas de concebir la realidad. En nuestra cotidianidad queremos hablar de competencias y las describimos de esta manera: la disminución en la escala de calificación, que el profesor deje que los alumnos  generen el propio conocimiento, o que no haya retroalimentación en las tareas que elaboren los estudiantes y la eliminación en la complejidad de los exámenes. Tales características transgreden el espíritu de las competencias dado a que como dice Sergio Tobón: las competencias tienen un grado polisémico, dado a que han sido pensadas desde distintas corrientes como la psicología, el culturalismo, la lingüística.
Desde esta idea  cabe la exigencia de pensar  en el escenario donde  estamos laborando, no hay que tomar a las competencias como moda, este modelo esta instaurado a  escala internacional, pero en distintos países se ha adaptado  a partir de un análisis y se ha adaptado correspondiendo a las exigencias; afianzándonos en esta idea los ya muchos análisis de la situación en la educación en México nos arrojan una serie importante de debilidades en lo que referente a reflexión matemática, comprensión lectora, habilidad verbal y la redacción, pero hemos creído erróneamente el paradigma de  lo menos  y hemos desplazado el carácter de la calidad y la consistencia. Nos dice Perrenoud: “la competencia es movilizar los recursos cognitivos para enfrentar con pertinencia y eficacia  situaciones de distinta índole”, para este autor saberes, más experiencia equivale a competencia; nos hemos olvidado de esto por el afán en exaltar el experimento, pero Perrenoud en su texto ¿La educación  basada en competencias es darle la espalda a los saberes?  Esta pregunta  candente  él la responde señalando que para poder medir la sombra que proyecta una barda en el suelo  es necesario  tener los saberes de que operación necesito realizar, que tipo de triangulo se forma, etcétera, por lo tanto él señala que el saber es el origen de la competencia, de lo contrario estaríamos hablando de que las competencias exaltan los errores.
Todo tipo de escuela del modelo educativo que sea, o del paradigma pedagógico a que pertenezca no debe olvidar las tres tareas fundamentales que tiene para con los estudiantes y para con la sociedad,  la escuela debe fomentar la lectura, la escritura  y debe enseñar a contar; y esto tres quehaceres deben cumplirse en las distintas etapas  de la formación de los estudiantes  y con su respectiva complejidad; en esta labor las competencias tienen como tarea orientar para que el estudiante se desempeñe con calidad e idoneidad  y así ser un protagonista de su aprendizaje; en lo que respecta al profesor  él debe promover actividades para que el alumno movilice sus conocimientos y sus habilidades. Por lo tanto pensar que alumno y profesor, relación que existe desde el origen de la civilización  hoy deba ser rota o reacomodada por un simple capricho o sin argumento ampliamente discutidos, resulta ser un intencionalismo  que violenta   el crecimiento y el despliegue del porvenir  y las prerrogativas que la relación alumno y profesor  poseen.


[1] Que puede engendrar y producir una cosa. Gram. uno de los casos de la declinación   que denota relación de propiedad, posesión o  procedencia, su equivalencia en castellano  lleva antepuesta la  preposición de. Diccionario Enciclopédico Ilustrado. España: Ediciones Océano, 1994  

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