martes, 9 de octubre de 2012

LA ATENAS VERACRUZANA.Un acercamiento al estudio de Xalapa como “ciudad cultural” 194(0-1956)

Artículo publicado en el ejemplar 2 de octubre de 2010

Ohtli Lisardo Enríquez González

 “Xalapa, tierra de poesía, de ensoñación, de intensa espiritualidad; cuna de innúmeros hombres célebres,
en ciencias, artes y letras, religión, política, milicia, almácigo de bellas y virtuosas matronas
 y de ciudadanos cultos, anhela vivir íntegramente la existencia que corresponde a su riqueza,
 a su tradición, a su prosapia. Xalapa, quiere ser digna Capital del Estado más rico, más poblado,
 culto, heroico de la Patria Mexicana”[1]

 


El presente trabajo es parte de una investigación aún en proceso sobre la representación social de ciudad. En este itinerario se plasman algunas imágenes tomadas de la prensa y la literatura sobre la ciudad. Con ello pretendo mostrar cómo ha existido un interés por “crear” una ciudad moderna y culta, que no obstante preserva en lo más hondo un carácter conservador y provinciano fortalecido por el relato costumbrista que pondera las virtudes naturales y las costumbres de su gente. Por tanto, la “Atenas Veracruzana” más bien es considerada como un ideal al cual se aspira y que gracias a los esfuerzos de intelectuales, políticos y comerciantes gradualmente se va consiguiendo. No obstante, es notoria la tensión en el discurso de los impresos de la época por alejarse de lo ¨bárbaro”, visceral y “populachero”. Con lo cual se consolida una alteridad respecto al Puerto de Veracruz que redunda en una lucha simbólica e histórica nacida siglos atrás. Así, se puede atisbar cómo Xalapa se define como ciudad a partir no de lo que en realidad es, sino de lo que no quiere ser.

Marco contextual.
El periodo que comprende la investigación está determinado decisivamente por la historia política y económica a nivel nacional. Al término de la gestión Cardenista, comenzaron a concretarse los esfuerzos modernizadores que los gobiernos posrevolucionarios cacareaban como estrategia fundamental para llevar a México al nivel de las grandes potencias mundiales. Esto inició con la reconciliación de los grupos de poder como industriales, banqueros, comerciantes, el clero e incluso la  burguesía extranjera. La infraestructura general de gran parte del país como la red carretera, la construcción de escuelas, hospitales y unidades multifamiliares dio una imagen distinta del México rural que aún se veía en las décadas de 1920 y 1930.
Los periodos presidenciales de Ávila Camacho a Ruiz Cortines se enfocaron en la transformación de la planta productiva del país, la atracción de nuevos capitales externos que dinamizaran la economía  y la modernización de las vías de comunicación. El objetivo concreto fue urbanizar a la nación tanto en lo material como en lo cultural y educativo. Después de los años difíciles de la institucionalización del estado posrevolucionario, el país experimenta un aparente crecimiento sostenido en sus macroindicadores por las orientaciones proteccionistas. Para esos años, el ambiente resultaba muy positivo pues parecía que ahora sí tomaba rumbo el país mediante la diversificación de su economía, el abatimiento de la pobreza y el combate al analfabetismo. No obstante esta idea generalizada por el gobierno y sus medios de coacción, los beneficios reales eran pocos y, de hecho, a la larga se sabría que dicho crecimiento era alentado por una serie de préstamos internacionales. A mediados de los 50’s el país regresa a la realidad de golpe tras los alarmantes índices en la balanza de pagos nacional. Con esto finaliza una etapa de ensoñación que fue el Milagro Mexicano y ahí comienza la segunda fase del Modelo Desarrollista, el Desarrollo Estabilizador, cuyo objetivo primordial fue controlar la inflación y  suprimir los subsidios mediante políticas económicas estrictas que perjudicaron severamente al grueso de la población.
En cuanto al Estado de Veracruz,  en las décadas de 1920 y 1930 por gran parte del territorio se desarrollaron varios conflictos políticos y armados que mantuvieron un ambiente caótico que sin duda repercutió en la sociedad. El conflicto más importante fue el agrario encabezado por líderes campesinos, cuya área de influencia permanente fue todo el centro estatal. A este movimiento se deben sumar las constantes huelgas y paros de labores de panaderos, trabajadores de la construcción, estibadores, obreros de las fábricas de hilados e incluso inquilinos. Etapa de intranquilidad la que reina y que para la década de 1940 cesa en gran parte por el proyecto del gobernador Jorge Cerdán, quien está en el poder hasta 1944. Es sorprendente ver en los registros hemerográficos como se patentiza el cambio (supuesto) que todo Veracruz sufre, Francisco Rendón lo explica así en un artículo de 1941 que lleva por nombre “Retrospectivamente”: 

“En las encrucijadas de la ciudad, inmisericordemente se apuñalan los hombres. En los ejidos o en los feudos clandestinos, abigarradas guerrillas de campesinos luchan con las guardias blancas. Y en las fábricas las maquinarias se lubrican con sangre hermana, como también con sangre se abona nuevamente la parcela. La miseria y el crimen se sacian en las carnes del pueblo que, ya casi indiferente, asiste a sus propios funerales (…) Sin maquillajes, que no precisa, Veracruz ha exagerado aún más sus bellezas y se ha ubicado en lugar resaltante, en la infinita acuarela del turismo, donde nos hemos afianzado a la intemperie de las miradas internacionales (…) y mientras el humo de la potente industria  se enmaraña voluptuoso en el cañaveral; arraiga en el mapa jarocho la confianza y el cantar picaresco de la costa vuelve a encaramar su risa en las montañas; en la lírica tertulia de sus esquinas.”[2]

Aunque el análisis debe ser cuidadoso y de hecho parte del trabajo consiste en notar la desviación que existe entre “lo real” y lo que en la prensa se explicita como “real” a partir del discurso progresista del PRM-PRI y de las élites económicas, intelectuales y  políticas locales, se evidencia como el inicio de la década marca una ruptura respecto al pasado inmediato, sinónimo de atraso y violencia. La tarea institucionalizada en la prensa parece ser la “construcción” de una imagen alegre y trabajadora como se expresa en otra nota del mismo periódico, en la cual se apela al sector turístico como industria clave a fortalecer en las administraciones subsecuentes:

 “Veracruz recupera su fisonomía alegre (…) Centro incomparable de turismo, Veracruz había entristecido lamentablemente al asistir a la huida de sus visitantes espantados por la frecuencia de movimientos de huelga –nuestras típicas huelgas locales- que, presentadas esporádicamente y sujetas en su amplio desarrollo al calendario de las épocas de fiestas, se traducían en pingües utilidades para los dirigentes; pero afectaban de manera especial a los trabajadores y turistas hasta que al fin  se secó esa fuente de frutos de la entidad, tendiéndose sobre las principales ciudades de la entidad una pátina de tristeza, de desaliento, de agotamiento colectivo que borró definitivamente esa inconfundible alegría veracruzana jacarandosa y dicharachera.” [3]

Hasta el momento, otro fenómeno es la enorme fe depositada en el turismo como sector del cual el Estado entero puede vivir. Con esto se destaca la gran riqueza natural y se fomenta la construcción de avenidas, parques, paseos, zonas hoteleras y demás medios de atracción de visitantes. Para el periodo de 1940 a 1944 ya se propala a los cuatro vientos que:

“Nuestro estado es ahora meca del turismo (…) Para el gobierno del estado de Veracruz, que preside el Lic. Jorge Cerdán, ha tenido una importancia relevante y primordial el fomento del turismo en la Entidad, como innegable fuente de riqueza y de cultura. Esta visión no ha sido simplemente lírica ni ha tenido tampoco orientaciones románticas.”[4]

Esta será la tónica para toda la década, aunque cabe resaltar que es durante este periodo que se difunden en mayor número este tipo de notas y hasta los cuatro primeros años de gobierno estatal de Adolfo Ruiz Cortines (1944-1948). Ahora echemos un vistazo al caso concreto de la ciudad de Xalapa. Este primer acercamiento  se elaboró a partir de trabajo bibliográfico y hemerográfico. Más allá de presentar un trabajo acabado, mi intención recae en mostrar las líneas generales que dan forma al contexto local y un primer esbozo de lo que podría observarse como representación social de ciudad.


Xalapa en el “Milagro Mexicano”
A grandes rasgos, las fuentes consultadas para contextualizar históricamente a Xalapa para el periodo señalado, ponderan las transformaciones infraestructurales. De 1920 a 1960, el crecimiento de su población se mantuvo estable; se remodelaron sus principales calles y se abrió la avenida Manuel Ávila Camacho; se mejoraron los servicios de energía eléctrica, de agua potable, drenaje, telefonía y de limpia pública. Durante las 4 décadas experimentó un desarrollo económico impulsado por los cultivos del café, la naranja, la caña de azúcar, la producción de las fábricas textiles, y se convirtió en el centro rector del comercio regional. Como sede de los poderes estatales, todos los gobernadores han contribuido a su embellecimiento y a dotarla de una estructura educativa que le dio prestigio nacional e internacional, principalmente con la Universidad Veracruzana, la Escuela Normal Enrique C. Rébsamen, el Colegio Preparatorio, la Orquesta Sinfónica y el Museo de Antropología. Desde los años cuarenta ya se leían los periódicos El tema de hoy, El run run, El Diario de Xalapa, y más tarde El Comentario. En suma, fue una fase donde floreció la creación científica, artística, literaria y la difusión cultural, en tal forma, que a Xalapa también se le conoció como la “Atenas Veracruzana.”[5]
Un elemento que al parecer fue trascendental para la concreción de este cambio fue la institución de juntas ciudadanas que tenían por objetivo trabajar de manera conjunta con el gobierno para mejorar las condiciones de vida mediante la organización de eventos deportivos, artísticos y culturales en beneficio de la misma sociedad. De acuerdo con Ricardo Corzo, “el primero de diciembre de 1944 arribó al poder Ejecutivo don Adolfo Ruiz Cortines, quien formalizó y extendió el sistema de las Juntas de Mejoramiento Moral, Cívico y Material a todos los municipios, y a la vez, les otorgó nuevos apoyos económicos. En Xalapa fue presidida por don Justo Félix Fernández, quien desempeñó un buen papel dentro de este encargo.”[6]  Por cierto, uno de los más importantes terratenientes locales y benefactor de varias obras de construcción.
Para marzo de 1954, Gerardo García, editor de la Revista “Xalapa” da cuenta de las siguientes obras en favor de Xalapa a cargo de la Junta local: pavimentación de la calzada de circunvalación y de la avenida Mártires del 28 de agosto, pavimentación de calles céntricas, ampliación de los servicios de drenaje, agua potable y electricidad. Construcción de escuelas: de enseñanzas especiales, secundaria, ciudad universitaria, primarias Rafael Valenzuela, Manuel R. Gutiérrez, Práctica Anexa, Hugo Topf. Construcción de viviendas de índole popular funcional, reclusorios, juzgados, penales y un nuevo palacio municipal.[7] En términos generales, las condiciones mejoran considerablemente, sobre todo en los 50’s,

“Desde la ampliación de la calle de Enríquez, en 1950, en detrimento del Centro Histórico, la construcción del mercado Jáuregui, después de su quema total en mayo de 1952; la construcción de la Arena Xalapa; siendo gobernador el Lic. Marco Antonio Muñoz T., en octubre de 1954, colocó la primera piedra del Palacio Municipal, mismo que fue concluido en agosto de 1956. Las instalaciones de la terminal del A.D.O., en la avenida Manuel Ávila Camacho, se inauguró en septiembre de 1956, y un centenar de automóviles ocasionaron una gran concentración en el lugar. También a fines de este año, la tienda Sears Roebuck de México, abrió sus puertas en la calle de Enríquez, donde anteriormente estuvo el café Emir. A fines de la administración del Lic. Marco Antonio Muñoz (1956), fueron inaugurados los edificios de la escuela primaria “Salvador Díaz Mirón”, frente al parque de Los Berros y la secundaria “Antonio María de Rivera”, como una expansión del Colegio Preparatorio de Xalapa, (Prepa Juárez) con 157 años de existencia.”[8]

Según Aurelio Sánchez Durán, para estos años la población vivía los efectos plenos del modelo económico desarrollista y del corporativismo a través del Partido Revolucionario Institucional que centralizaba todas las acciones de la ciudadanía; se creía en los hombres representantes del gobierno, en los postulados de la Revolución Mexicana. No había discurso que no rubricara estos conceptos, en una álgida expresión del presidencialismo mexicano.[9]


La consolidación de la Infraestructura educativa.
Más allá de las mejoras materiales, puede observarse un enfrentamiento entre el tradicionalismo y el cosmopolitismo en las expresiones artísticas que señalaron el hallazgo de raíces y señas de identidad y las notas que hablan del urbanismo. De esa oposición surge la “Atenas Veracruzana”, cuya unión estará fortalecida por la fundación definitiva de la Universidad Veracruzana en 1944. En sus inicios, el nivel profesional se conformaba sólo por una Facultad de Jurisprudencia, pero rápidamente surgieron otras facultades que dieron mayor cuerpo a esta institución. De igual forma se erigen, por ejemplo, el Departamento de Antropología, las compañías de música y teatro, al igual que una revista mensual llamada “Uni-ver”, que para 1957 se convertirá en “La palabra y el hombre”, revista de ciencia, cultura y arte que surgió bajo la rectoría del Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán. La universidad vino a dar un impulso notable al desarrollo de toda la ciudad, en estos años es cuando Xalapa adquiere su fachada de “académica”, como lo relata a continuación Rafael Solana en 1954 al acudir a un festival cultural:

 “Las ciudades universitarias tienen un carácter propio que las identifica; un ritmo de vida diferente del de todas las demás ciudades, un aire distinto, unas horas de mayor intensidad que no son las mismas de otros sitios (…) Gotinga, Oxford, Berkley, Austin, Bolonia (…) Ese mismo clima y ese mismo ambiente los he encontrado en Xalapa, y he sentido el orgullo de que en una ciudad mexicana, una al menos, respire ese aire estudiantil, de cultura, de inteligencia, que he echado de menos en todo el país, aún cuando haya vida universitaria en Guanajuato, Guadalajara o en Monterrey y en San Miguel de Allende se mire a veces el pasar de muchos estudiantes (…) sólo que son americanos todos, y más que a estudiar las artes se conoce que han venido a olvidarse de la guerra y a pasearse.”[10]

Nuevamente Xalapa es puesta a la altura de importantes ciudades Europeas y Norteamericanas, reconociendo la importancia de los estudiantes. Pero… ¿Y los académicos? Pues estos “hombres de bien” también reclaman su lugar, tanto así que en el mapa político del PRI, Xalapa aparece como “Sector obrero”, por su antigua tradición de pueblo fabril dedicado a los hilados, jabón, cervezas y otras clases de pequeñas manufacturas desde finales del siglo XIX. Dadas sus recientes modificaciones, a mediados del siglo XX Octavio Blancas C. exige en un artículo de la revista “Xalapa”:

“Xalapa, sector intelectual (…) que se considere a Xalapa Distrito Único Intelectual; no obrero ni popular, porque  estos sectores abarcan a otras personas que no corresponden a la clase intelectual, en donde existen hombres de alta preparación, de sentido de responsabilidad  tan claro y de moralidad y decencia tan amplias, como la cultura misma que han alcanzado en las aulas, lo que justifica el florecimiento de la cultura universitaria (…) Apelo pues, a mejores plumas de Xalapa, a los periodistas, abogados, funcionarios, médicos, dentistas, ingenieros, contadores, escritores, maestros, literatos, químicos, agentes bancarios, comerciantes, empleados, gerentes de empresas y demás profesantes, a la clase estudiantil, para obtener éxito favorable en esta justa petición”[11]

Siendo ésta la capital del Estado, afloró súbitamente como un oasis de cultura y embellecido por sus últimas modificaciones urbanas, fueron solicitados varios eventos académicos y artísticos de proyección nacional e internacional como exposiciones pictóricas, conferencias, reuniones científicas, recitales, conciertos sinfónicos; todos auspiciados por el Gobierno del Estado, la Universidad o la Junta de Mejoramiento, al menos una de ellas por semana. Un acontecimiento muy sonado en las publicaciones de la época fue el II Concurso Internacional de Violoncello  presidido por el reconocido músico español Pablo Casals, así quedó plasmado en la revista universitaria:

“En otros tiempos, con Rébsamen y su revolución pedagógica de proyecciones nacionales; más adelante con el movimiento literario estridentista, precursor de audaces innovaciones en la lírica mexicana; con su Universidad siempre en plan ascendente, con su Sinfónica; con sus eminentes maestros y hombres de letras, Xalapa ha dado a México la satisfacción de contar en su provincia con un centro desde donde las inquietudes humanistas irradian su benéfica y noble influencia. Ahora, como lógica culminación de ese proceso ininterrumpido, dicha irradiación  rebasa fronteras y alcanza un ámbito internacional con la celebración del II Concurso Internacional de Violoncello y Primer festival de Música “Pablo Casals.”[12]

Ahora “Capital Cultural” a nivel internacional, se apela a la historia académica, cuna de las reformas pedagógicas estatales y nacionales del siglo XIX, resguardo del radical movimiento encabezado por Manuel Maples Arce que incluso llegó a rebautizar esta localidad como “Estridentópolis”. Lo cierto que en estos años se constituyó la gran estructura de servicios que hoy da de comer a gran parte de la burocracia y profesorado que aquí reside.

A la visión Romántica se incorpora la Moderna. 

En los medios impresos de la época se expresa un desbordado amor por la ciudad desde una perspectiva “costumbrista” en la que se exalta la “misteriosa naturaleza” con los pasajes más representativos en la sociedad, el candor de su gente, de sus trabajos y sus fiestas. Ejemplo de esto se puede encontrar en todos los números de la revista “Xalapa” y en algunas notas de los cotidianos analizados. Como muestra véase a continuación un fragmento del artículo publicado en la columna “Por rutas de México” de Lorenza García de Riu, titulado “El melancólico embrujo de Jalapa”, de 1941:
  
“Veracruz –alma del trópico en la serpentina de su cordialidad única- el mar que preludia sus versos al sol y al viento desde la lejanía de los siglos… Jalapa, la Jalapa de la bruma y la tristeza, siempre distinta para la emoción.
Llegar a Jalapa –perfume de flores y de tierra recién mojada- bajo el manto de Véspero, es ya presentir, es ya casi palpar, su alma rara y altiva, ligeramente esquiva en su altura de sublimidad; la ciudad finge dormir para vivir mejor, para recrearse voluptuosamente, dulcemente en engarzar silencios en collares de niebla, esbozando su espíritu para la eternidad… sombras que sugieren citas de amor; ásperas pendientes que se nos antojan propicias al vagar de ánimas en pena, en la sobria y mística magnificencia de un recogimiento de siglos; árboles vigías del insondable más allá.”[13]

La ciudad se relaciona con la tristeza y lo sublime, sobria y mística. Pero García de Riu va más allá y la compara, como fue costumbre de otros escritores, con poblaciones de Europa.  Con Santiago de Compostela por su estructura, a Brujas por su esencia antigua y a Riom por las montañas que la guardan con innumerables nacimientos de agua. Hace hincapié en lo insondable de su bruma, de la cual sólo destaca su signo litúrgico y la embriaguez de sus perfumes. Así, los temas recurrentes serán la exuberancia de la flora, la neblina, el chipi-chipi (llovizna ligera), la irregularidad de su topografía y sus pequeñas calles laberínticas. Esta visión fue enarbolada por otros célebres escritores locales como Gabriel Cházaro con “Jalapa, ciudad numen”[14] de 1935 y Juan Sánchez Miguel con “Xalapa mística”[15] de 1940, obras que desde el mismo título ya anuncian su peculiar concepción de ciudad que años después será reproducida. Ambos recurren a la descripción de las bellezas naturales, la sencillez y calidez de su gente, la entienden como una mujer bondadosa y amorosa a la cual le dedican una serie de empalagosas metáforas referentes al aroma y colorido de las flores.
De igual manera se remiten al obligado mito fundacional por medio del cual los antiguos barrios prehispánicos de ascendencia totonaca, chichimeca, tolteca y teochichimeca: Xallitic, Techacapan, Tecuanapan  y Tlalnecapan, respectivamente, se unieron en un solo núcleo en torno al cerro del Macuiltépetl con el nombre de Xallapan  (en el agua del arenal). Cházaro incluso recurre a la leyenda para justificar el encanto actual que la ciudad ostenta. De acuerdo con él,   todo varón que llega a la ciudad y bebe un vaso de agua de la fuente de Techacapan se enamora del lugar, sus pobladores y muchas veces termina casado con una lugareña y nunca más sale de ahí. Por su parte, Sánchez Miguel hace hincapié en la enorme religiosidad que se exalta a cada paso por la vista de sus iglesias, sinónimo de una gran espiritualidad, lo cual refleja en su obra por medio de dibujos.
Por otra parte, con base en las innovaciones materiales, los xalapeños registran con esa misma nostalgia el acelerado cambio de su faz.  José Pineda Barrón,  en su columna “Cartones xalapeños”, se dirige a la ciudad de la siguiente manera:

“Mira: estoy al tanto de tu metamorfosis, y por eso te felicito. Mi querida ciudad; mi modesto y pintoresco poblado que te agazapas entre el patrio lomerío, pero que marchas a pasos agigantados hasta convertirte en una moderna población. ¡Te lo mereces!
Ríe conmigo, mi Atenas, y como yo, rinde pleitesía o sencillamente demuestra gratitud a ese hombre que lleva las riendas del gobierno del Estado de Veracruz (…) Ya me voy Xalapa, ya me escuchaste demasiado”[16]

No obstante, como señalé al comienzo, esa bonanza fue relativa y cristalizó sólo para unos cuantos. El mismo discurso literario y periodístico revela una visión romántica del devenir que para muchos de los actores sociales del periodo más bien representó una época de complejización productiva y dificultades económicas por la explosiva subida de precios y el estancamiento de los salarios, sobre todo en el paso de la Sustitución de Importaciones al Desarrollo Estabilizador en el ocaso de los 50’s.  En otra columna de los “Cartones xalapeños” se puede leer la marcada orientación que la ciudad tiene hacia el sector comercial y de servicios, descuidando la producción de manufacturas que en su mayoría son importadas y se encuentran a cargo de extranjeros, principalmente españoles:

“Y es que te está agobiando una crisis económica, que tus moradores: hombres de negocios grandes o pequeños, profesionales, artesanos o simples emborronadores de cuartillas, nos vemos obligados a hacer maroma y media para poder subsistir. Y, además, con las exigencias creadas por tu modernización, que en gran parte sólo se ha concretado a lo comercial, mayores son nuestras penas ante la imposibilidad de adquirir algún no muy útil mueble “de lujo y con facilidades de pago”, en cualquiera de las centuplicadas mueblerías de las que últimamente han instalado los modernos iberos conquistadores”[17]


Carnaval y esparcimiento

La vida cotidiana de los xalapeños sufrió una gran transformación en la década del cincuenta. La época del milagro mexicano, los xalapeños la vivieron a plenitud: las instituciones de educación se multiplicaron y fortalecieron, los eventos académicos y deportivos congregaban nutrida asistencia en el Teatro del Estado, Aula Clavijero, Estadio Xalapeño o Parque Deportivo Colón. La juventud estudiosa se preparaba con la seguridad de trabajar y mejorar su calidad de vida. Un renglón de sano esparcimiento (aparentemente) eran los carnavales, celebrados en el mes de febrero o marzo, por ser fiesta movible ligada al catolicismo, en que la coronación de la reina se realizaba en el estadio xalapeño, “con asistencia de artistas de fama nacional e internacional: Pedro Infante, Jorge Negrete, Ana Bertha Lepe, Rosa de Castilla, Toña “La negra” y tantos otros. De igual forma las orquestas de renombre: la de Pepe Juárez, Manolo Vicuña, Pablo Beltrán Ruiz, Pérez Prado, La Sonora Santanera, La Sonora Matancera, el órgano Melódico de Juan Torres, y otros que amenizaban los bailes en el Café Emir, Casino Español, Centro Recreativo y posteriormente en el Gimnasio “C”. En el café Terraza Jardín, frente al Parque Juárez, se reunían los jóvenes de la música de vanguardia, los de la ‘onda’, de la época, los rocanrroleros.”[18]
En específico, el carnaval era temido por algunas autoridades y algunos intelectuales, pues chocaba con la imagen solemne que se construía sobre Xalapa. Entendido como periodo de permisividad donde se daba rienda suelta al alcohol, el baile y con ello el desate de todas las pasiones humanas fue consignado en más de una ocasión, máxime si los participantes acostumbraban portar máscaras que ocultaban su identidad pública y ello invitaba al desenfado por igual. Imagen que se asociaba con la representación del Puerto de Veracruz y del jarocho. Los individuos al enmascararse, de hecho se desenmascaran con su comportamiento. Y no sólo porque se divierten y se liberan a costa de la fiesta, sino por las actitudes consideradas “antisolemnes” que se permiten con relación a la imagen fabricada de la ciudad por una determinada clase social o grupo intelectual. Son precisamente los jóvenes quienes asumen dicha postura paródica para burlarse de las connotaciones socioculturales con que tradicionalmente se ha codificado a Xalapa: la de Ciudad de la Flores y la de Atenas Veracruzana. La finalidad concreta del carnaval para el caso local es actuar como una simple distracción popular y como medio para conseguir fondos para obras públicas y de caridad. La clase culta lo condena así:

“Xalapa, ciudad académica y universitaria por excelencia, donde por florecer la cultura en todas sus manifestaciones se ha conquistado el título de Atenas Veracruzana, cuya situación geográfica la coloca a manera de línea divisoria entre el trópico y el altiplano, por lo que sus habitantes no tienen, en sus manifestaciones colectivas, ni la frialdad y parsimonia de los moradores de las regiones altas, ni el calor e impulsivismo de los de las zonas costeras, la celebración del carnaval ha sido un trasplante poco feliz, ya que ha constituido una planta exótica cultivada a base de fertilizantes, pero en realidad alejada del modo de ser de los xalapeños.
Tal es la causa de la indiferencia con que se celebran estas fiestas y de los pobres resultados que se obtienen, no en materia económica, por supuesto, sino en la intervención, fervorosa y eufórica, de todas las clases sociales, tal es la razón del escaso número de máscaras y comparsas de conjuntos artísticos, de carros alegóricos, etc.”[19]

En su lugar, el autor propone la realización de una feria comercial que podría traer  mayor derrama económica y una difusión positiva de “lo xalapeño”. Esto lo justifica recordando la importancia que tuvo la población durante la colonia, periodo durante el que se llevaban a cabo las Ferias comerciales en Nueva España con intercambio de productos europeos y regionales. Acontecimiento con el cual, por vez primera, Xalapa adquiere un papel protagónico, tanto así que décadas después le es otorgado el título de Villa. Por otro lado se lamenta que la urbe sólo sea lugar de paso para los visitantes que “bajan” al puerto de Veracruz y sólo se detengan aquí por un día para descansar y comer. Entonces la apuesta fue competir con el Puerto por alcanzar el status de ciudad turística, su arma de atracción, lo “culto”, académico, intelectual expresado mediante alguna de las bellas artes:

“El mayor número de los habitantes ostenta cultura y atractivo que desarrollan fuerte sentimiento de simpatía en el forastero. En tratándose de damas, a la cultura se aduna la habilidad  artística expresada en el Canto, en la Música, en la Pintura, en la Poesía, encantos que al ser notados por los visitantes, atraen su ánimo para una eternidad y, prueba de ello es el acervo de poemas en prosa y verso que han escrito los más célebres sabios, artistas, filósofos que han visitado la ciudad y convivido con sus familias”[20]

De regreso al carnaval, el insigne escritor xalapeño Sergio Galindo sitúa algunas de sus historias en la ciudad de su infancia y adolescencia, esto es, en la década de los cincuenta. En su novela “La comparsa” hace mofa del carnaval como evento efervescente entre la población, porque es cuando se eliminan las poses y surge el carácter real de los pobladores. En la primera parte de su libro recurre al relato de un pasaje desafortunado de un personaje de la sociedad xalapeña para ironizar sobre la imagen de la misma ciudad. Según lo escrito, el arquitecto “Julio Falcón” murió en un accidente automovilístico en compañía de cuatro prostitutas “después de una desventurada orgía”. A la lectura de esta nota periodística, como preámbulo al carnaval local, un estudiante discute con otro:

“-Decretaremos que a este día se le llame ‘El día de las putas’, y erigiremos un monumento con cuatro cruces altísimas.
-Inmensas (…) y en las puntas les pondremos un faro: cuatro faros que se vean desde Veracruz. Así los turistas que vienen en los barcos preguntarán: ¿Qué es eso? El capitán carraspeará antes de responder. El monumento a… ‘El día de las putas’… está a unos ciento veinte kilómetros de aquí, en Jalapa… ¿sabe? Jalapa es la ciudad culta del Estado, y escupirá muy satisfecho (…)
- Sería un atractivo turístico de primer orden; podría inclusive ser el inicio de una etapa de prosperidad y riqueza para la ciudad (…) quizá un día Jalapa sea más famosa que Pompeya.
-Jalapa la viciosa.
-Jalapa la podrida.
-Jalapa la prostituta.
-Luego, con los años, cuando oigan eso de “ciudad de las flores” creerán que se trata de ellas solamente.”[21]

Quizás en este pasaje de La Comparsa pueda vislumbrase una crítica a la doble moral imperante en la ciudad, la que aspira a ese ideal de construir a la “Xalapa-teatro de ópera” con la decencia y civilidad de una polis griega pero que no puede negar su sustrato festivo y desenfadado, inherente al ser humano.

En síntesis, gran parte de los textos alusivos al carácter del xalapeño, y de la misma ciudad, retratan las bondades de una localidad que está en construcción material e ideal, con miras a una modernidad mal dibujada. Un periodo histórico decisivo para la edificación de la Xalapa actual por la considerable inversión en infraestructura. Proyecto marcado por un afán turístico que al paso del tiempo poco ha redituado en comparación de otras urbes.
Lo cierto es que el tiempo nos alcanza y en nuestro presente se sigue viviendo a costa de ese prestigio fortalecido por la creación de una gran red de escuelas, galerías, teatros, institutos de investigación y órganos de difusión. Sin embargo, las necesidades, ya no ese romanticismo, marcan un ritmo que apenas si da abasto a la creciente población. Ferias y carnavales van y vienen dependiendo de los intereses económicos y políticos; la gente muestra una gran heterogeneidad por ser éste uno de los principales polos de inmigración estatal y nadie se atrevería a definir de una sola pieza el temple y mística del xalapeño,  a pesar de la permanencia de varios rasgos culturales. La niebla y el chipi chipi sufren los desaires del calentamiento global y las áreas verdes se reducen considerablemente por la demanda de vivienda. Mientras tanto, la prensa sigue haciendo lo suyo.




[1] Xalapa. Síntesis de palpitaciones provinciales. Revista Veracruzana. Gerardo García H. (Director) Editor Grupo “Esfuerzo” de Artes Gráficas. Xalapa. 25 de septiembre de 1943, núm. 10, p. 3
[2] El Dictamen. Director: Juan Malpica Silva.  Veracruz, Ver. II sección, p.2,  24 de mayo de 1941
[3]Op. cit. II sección, 1 de diciembre de 1941, p. 1
[4] Ibidem.I sección, p. 4
[5] Gilberto Bermúdez Gorrochotegui (Coordinador) (2000), Sumaria historia de Xalapa. Instituto de Antropología e Historia- Editora de Gobierno del Estado de Veracruz-Llave. Xalapa.
[6] Ricardo Corzo Ramírez. Obras públicas, recreación y cultura en Xalapa de 1920 a 1950; en Gilberto Bermúdez Gorrochotegui (Coordinador) Op. Cit., p. 217
[7] Xalapa. Síntesis de palpitaciones provinciales. Revista Veracruzana. Gerardo García H. (Director) Editor Grupo “Esfuerzo” de Artes Gráficas. Xalapa. Núm. 19, marzo de 1954.
[8] Aurelio Sánchez Durán. Xalapa en la mitad del siglo XX; en Gilberto Bermúdez Gorrochotegui (Coordinador) Op. Cit Pp. 259-260
[9] Ibidem. Pp. 248-249
[10] Rafael Solana, “Xalapa, ciudad universitaria”, Xalapa. Síntesis de palpitaciones provinciales.  Núm. 27, marzo de 1954, p. 60.
[11] Octavio Blancas, “Xalapa, sector intelectual”, en op. cit., p. 80
[12] La palabra y el hombre. Revista de la Universidad Veracruzana. Director Sergio Galindo, Xalapa, Ver. Núm. 9, Enero-Marzo de 1959, p. 129
[13]  Lorenza García de Riu, “El melancólico embrujo de Jalapa”, en El Dictamen, 1 de diciembre de 1941, p. 8
[14] Gabriele Ciazaro (1935), Jalapa, la ciudad-numen. S/E, México.
[15] Juan Sánchez Miguel. Xalapa mística. Editorial Génesis, Xalapa, 1940. (ilustraciones de F. Camps-Ribera)
[16] Xalapa. Síntesis de palpitaciones provinciales. Revista Veracruzana. José Pineda Barrón (Director), Núm. 18, mayo de 1959. pp. 13-14
[17] Xalapa. Síntesis de palpitaciones provinciales. Revista Veracruzana. José Pineda Barrón (Director). Núm. 24, Septiembre de 1959. p. 28
[18] Aurelio Sánchez Durán. Xalapa en la mitad del siglo XX; en Gilberto Bermúdez Gorrochotegui (Coordinador) Op. Cit., pp. 253-254
[19] Leafar Agetro (Rafael Ortega), “Carnaval o Feria en Xalapa”, en Xalapa, Num. 20, abril de 1954, pp. 11-12
[20] Pedro Mora Beristáin, “Recursos turísticos de Xalapa”, Ibidem. Núm. 34, junio de 1955.
[21] Sergio Galindo (2009), La comparsa, Universidad Veracruzana, Xalapa, pp. 44-51

1 comentario:

Lic. Virginia Rodríguez de Vásquez dijo...

Gracias por su completa investigación. Un motivo más para amar a la bella Xalapa, conociendo su pasado y comprendiendo su presente.
¡Buen trabajo¡