viernes, 7 de septiembre de 2012

La educación en México: culpables o inocentes

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Artículo publicado en el ejemplar 1 de septiembre de 2010
Por Carlos Vásquez Gándara.


Si te doy un pescado, comerás hoy; si te enseño a pescar,
comerás toda la vida.
Jesús.

Con frecuencia se escucha, sobre todo, cuando el alumno obtiene bajas calificaciones que el profesor lo reprobó y más aún, que el docente no sabe enseñar. Por su parte el maestro a menudo se justifica afirmando que en su grupo más del 50% salieron reprobados. Los padres  o tutores dividen opiniones que en ocasiones culpan a los docentes y en otros tantos a sus hijos.

Los líderes de opinión, así como los medios masivos de información y comunicación soslayan, en este caso, en el sistema mexicano de educación. Otros críticos más abruman con comentarios a las escuela públicas, afirmando que la iniciativa privada se ha posicionado del gran negocio que representa brindar servicios de educación. Legisladores en las cámaras de origen y revisión, algunos recortan y otros pugnan por recursos para las instituciones de educación pública, acaparando su atención en la palestra según su ideología política, cuyos intereses  más les convenga.

Surge un cuestionamiento en el sentido de: ¿Quiénes son los responsables y en su caso los culpables de la educación en México? Para responder a esta  se tendrá que analizar primeramente los responsables de la política educativa del país que se supone está a cargo de la Secretaria de Educación, a nivel federal, y sus correspondientes a nivel estatal, que en más de una ocasión, son políticos de carrera, visionarios para los negocios y grandes concertadores para capotear las fuerzas sindicales de México. Muy a pesar de que se está haciendo investigación educativa en México los tomadores de decisiones son colaboradores de compromisos políticos y amiguismos de los jerarcas de la política. Por tanto las decisiones tomadas y los proyectos puestos en marcha van encaminados más, a la consolidación del poder y a la construcción de redes que produzcan futuros votos.

Se ve así, como hoy, existen paquetes de computadoras en las sierras que no pueden ser utilizadas por falta de electricidad, programas de inglés que no se pueden aplicar porque no existen suficientes maestros que resuelvan primero el problema bilingüe entre el español y las lenguas maternas que aún hablan innumerables alumnos en el salón de clases.

Pasando del nivel institucional anterior, se puede citar otro factor el cual se denomina “escuela” en donde las normas, reglas y decisiones son tomadas por un director que a menudo está movido por intereses sindicales, personales o de grupo, que pueden o no, beneficiar a los alumnos.

Otro factor es el de la familia en donde nace la educación y se promulga el compromiso por convertir a los hijos en hombres y mujeres de provecho, sin embargo poco es el tiempo, en la actualidad, que los padres brindan a sus hijos, poca atención, poca ayuda en tareas y en ocasiones escases económica que se traducen en falta de compra de libros, guías, útiles escolares y apoyos tecnológicos.

El factor docente, aquí el profesor juega un papel preponderante en donde su misión es convertir a sus alumnos en jóvenes reflexivos, críticos, pero más aún participativos y propositivos.

El factor alumno, de él depende conducirse, autorregular su aprendizaje, ser cumplido, comprometido consigo mismo, pero sobre todo contar con la voluntad necesaria para ser un triunfador.

Por último el factor sociedad, responsable de la creación de los géneros, de los movimientos sociales, pero sobre todo responsable de la alta competencia en este mundo globalizado.

Se pudiera encontrar en el anterior mapa educativo una serie de responsables y/o culpables de la educación en México, pero más allá, de la formación educativa de los alumnos, sin embargo se concluirá con la siguiente reflexión:

El profesor tiene en su poder la gran oportunidad de moldear, según su responsabilidad, a sus alumnos de una manera eficiente y eficaz, basta con empeñarse en conocer a todos y cada uno de ellos, preocupándose por distinguir y entender sus capacidades, conocimientos, habilidades y debilidades como también sus valores y actitudes, para saber el “qué”, el “cómo” y el “cuando”, todo esto aderezado con un betún de motivación, creando en el salón un ambiente amigable de respeto y de compromiso por aprender, pero también por enseñar.

Cuando el maestro repare en el anterior ingrediente educativo, podrá empezar a cocinar un gran banquete que se podrá traducir en un enorme beneficio para el usuario final que en el caso de la educación y la formación del profesionistas y profesionales, es la sociedad que en conclusión será quien reciba los beneficios o las desventajas de un buen o mal profesionista en su caso.


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