viernes, 7 de septiembre de 2012

Editorial

¡Feliz cumpleaños!
Una larga vida, depende del destino:
Una vida feliz, depende de nuestras acciones.
A propósito de aniversarios –Tlanestli, gracias a Usted lector y al equipo de colaboradores llegó a su segundo aniversario-, es muy satisfactorio y orgullo, para quienes integramos este proyecto editorial, contar entre otros también reconocidos, con dos personajes, admirados por su obra en el mundo académico, que alcanzan nueve décadas de vida en este mes de septiembre: Aurora Ruiz Vásquez y Wilfrido Sánchez Márquez.
Ambos dentro de su entorno y contexto, han vivido una vida plena de éxitos y lo más significativo, desde nuestra óptica, es su continuidad en labores productivas, compartiendo su experiencia y conocimiento, destinando parte de él y su tiempo a colaborar con Tlanestli.
El espacio de este editorial es insuficiente y tampoco es la intención, para plasmar los extensos curriculum vitae de cada uno de ellos, baste expresar nuestra admiración y reconocimiento para prototipos, ejemplos a seguir.
Los grandes personajes de la historia, generalmente son idealizados por biógrafos, perdiéndose en ocasiones el aspecto humano.
Tenemos la fortuna, de conocer al maestro Wilfrido, de convivir con la maestra Aurora, tratarlos, interpretar su pensamiento, su obra y difundirla en las páginas y el blog de esta publicación, y sin embargo su obra ha trascendido más allá de este espacio y tiempo: 90 años de vida.
Felicitamos desde aquí a la Maestra Aurora, al Profesor Wilfrido, por sus noventa años de existencia, pero más aún, por una vida ejemplar, de la obra de la que varias generaciones son testigos.
Es evidente: la construcción de una vida feliz producto de sus acciones.

La esperanza de comprendernos a nosotros mismos.


Por: Gilberto Nieto Aguilar

«Aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal».
Informe a la UNESCO: La educación encierra un tesoro.
Vivimos los mejores momentos de una revolución de la psicología pues en los últimos 50 años se han dado grandes progresos en la interpretación, motivación y predicción de la conducta humana, y en la década de los noventa, que ha sido llamada “la década del cerebro humano”, grandes adelantos científicos nos abren increíbles horizontes para la investigación y la aplicación práctica de la conducta en correlación con el cerebro humano.
Hoy podemos sentir mayor confianza en conocer, comprender y encontrar elementos que nos ayuden a transformar algunos hábitos y conductas no deseadas, así como hacernos plenamente responsables de nosotros mismos en la búsqueda ética de mejores condiciones de vida, pues además, consciente e inconscientemente manejamos valores al asumir actitudes, tomar decisiones y actuar.
Si bien la psicología encamina sus esfuerzos al estudio científico de la conducta y de sus causas, algunos psicólogos insisten en que sólo debe estudiarse la conducta observable y medible en oposición a quienes opinan que también deben estudiarse científicamente los fenómenos internos e inobservables, como los pensamientos, los sentimientos y la imaginación. En el segundo caso pueden aventurarse hipótesis que si no se comprueban directamente sí pueden hacerlo indirectamente, a través de un fenómeno derivado (CASACUBERTA Sevilla, David, La mente humana, Grupo Editorial Océano, Barcelona, 2001, p. 48.).
La naturaleza humana es muy compleja. Tal vez por eso no basta una sola teoría para interpretar al ser humano. Hay un caudal amplio y variado de grandes pensadores y estudiosos de la conducta, filósofos, psicólogos, pedagogos, psicoterapeutas, psiquiatras, educadores, biólogos, médicos, neurólogos, fisiólogos e ingenieros de la conducta que han elaborado diversas teorías y han propuesto enfoques y corrientes de interpretación con el apoyo de varias disciplinas científicas.
Tal vez podamos lograr una mejor comprensión de la psicología contemporánea si damos una hojeada a su amplio legado como resultado del flujo ininterrumpido de ideas desde Sócrates con su frase “Conócete a ti mismo” y Pitágoras, Platón y Galeno que pensaron que el cerebro era el asiento de la mente y la inteligencia, hasta nuestros días, pasando por los cientos de años en que fue una creencia común que los problemas psicológicos eran provocados por espíritus malignos o castigos divinos, a pesar de que los filósofos discutieron por siglos algunos de los problemas fundamentales de la psicología actual.
Darwin, por ejemplo, afirmó que cada especie evoluciona con el tiempo en respuesta a las condiciones ambientales; esta teoría de la evolución a través de la selección natural es esencial en la biología y la psicología modernas. En su búsqueda por penetrar en las motivaciones más escondidas de la mente, la humanidad ha creído ser una criatura gobernada por la razón y el pensamiento consciente. Freud formuló la hipótesis de que gran parte de la conducta humana se rige por fuerzas que pasan inadvertidas al sujeto y concedió gran importancia a los impulsos sexuales reprimidos. Los conductistas Watson y Skinner sostienen que el ambiente externo modela y estimula la conducta; niegan que el hombre escoja libremente su forma de actuar. Por el contrario, quienes se guían por el enfoque cognoscitivo –Köhler, Piaget– resaltan la maravillosa capacidad de pensar, imaginar, sentir, crear, juzgar, prever, decidir y reflexionar sobre uno mismo y el mundo; consideran que el hombre es quien domina sus experiencias y no las condiciones externas. Los humanistas, como Maslow y Rogers, prefieren considerar al hombre desde una visión optimista, como un ser libre, creativo y esencialmente bueno que lucha para lograr su plenitud y autorrealización.
Ahora es común interesarnos y hablar de autoestima como el motor de nuestras relaciones intrapersonales e interpersonales. Interesarnos por la inteligencia emocional porque nos aseguran que de ella depende el 80% de nuestro éxito social y familiar. Hablar de la Programación Neurolingüística como el arte y la ciencia de la excelencia personal a través de la magia del modelado. Preocuparnos por realizar ejercicios de gimnasia cerebral e ingerir alimentos que potencien y estimulen nuestro cerebro en forma natural. Complacernos de conocer los avances en las investigaciones sobre la regeneración cerebral. Tratar de comprender la interrelación entre la elaboración de pensamientos y su proceso bioquímico que permite una relación recíproca entre cerebro y conducta. Reflexionar sobre los efectos de la adrenalina y las endorfinas y cómo se influyen sus niveles de producción con las actitudes que asumimos. Y hablar de las funciones de los hemisferios cerebrales y su estimulación. Porque sabemos que existen diversas teorías que tienen por objeto explicar el enigma de las múltiples variaciones de la conducta humana.
Pero cuando queremos utilizar en nosotros mismos estos conocimientos empiezan los problemas: no encontramos la forma de aplicarlos a nuestra problemática personal.
Tal vez sea porque no centramos nuestras reflexiones ni contestamos honestamente algunas preguntas sobre nosotros mismos; de esta manera no podremos ayudarnos a descubrir la razón de varios de nuestros problemas. Quizá sea porque no nos atrevemos a consultar especialistas, siendo que hoy es fácil escuchar de algún psicólogo, psicoterapeuta o psiquiatra que tienen su consultorio abierto al público. O porque tampoco acudimos a las librerías que tienen una amplia y rica oferta de libros de “autoayuda”, “superación personal” y de conocimientos diversos sobre el tema. Con una buena orientación de autores y casas editoriales, la biblioterapia (ayuda que se recibe a través de la lectura de temas específicos) pueda ser de gran utilidad si le dedicamos unos instantes, diariamente, al análisis de nuestros defectos, malos hábitos y problemas relacionados con nuestra forma de ser y entender al mundo. Con seguridad quedaríamos sorprendidos de la gran cantidad de personas parecidas a nosotros y, lo que es mejor, la facilidad con que podemos compartir con ellos y ellas la manera en que han resuelto algunos aspectos negativos de sus vidas y han podido trabajar sobre aquello que no les ha gustado de sí mismos.
Este proceso no se alcanza sólo a través de las vías racionales, comprendiendo y analizando, sino también, y quizá con mucha mayor fuerza, con el desarrollo de las vías emocionales y volitivas. Es como si usted fuera poseedor de una llave especial que sólo permite abrir la puerta desde adentro y que no funciona de otro modo, por mucho que se le fuerce. Esa llave es la voluntad de estar dispuestos a hacer lo necesario para cambiar, si con ello mejoramos como personas. Es el querer ser y hacer. La disposición honesta, la necesidad real, el compromiso consigo mismo, la determinación personal de ser parte activa y creativa de nuestra propia vida y no ser simples espectadores, hojas al viento impulsadas por fuerzas externas.
Es querer, porque no querer nos conduce al fracaso y la inmovilidad. Es tomar una decisión que sólo nos exige conocer un poco de nuestra propia personalidad, autodisciplina y determinación para adquirir una nueva serie de hábitos mentales que nos conduzcan a conductas deseadas.
Muchas veces las personas no nos damos cuenta que tenemos recursos y estrategias eficaces y sencillas en nuestro interior. Quien quiera cambiar para mejorar, ya tiene ganada la mitad de la batalla. Está dispuesto a usar su llave. Y en este sentido usted, y sólo usted, puede hacerse responsable de sí mismo. Sólo usted puede controlar sus emociones y automotivarse para continuar.
Sea cual fuere el camino elegido, las opciones son múltiples y las posibilidades de éxito cada vez mayores, porque la esperanza de comprendernos a nosotros mismos es cada vez más real.
gilnieto2012@gmail.com

LA IMPORTANCIA DE LA SOCIOLOGÍA EN LA EDUCACIÓN EN MÉXICO EN EL SIGLO XXI

“La Educación: ¿un proceso que conduce a la transformación?”
Por: Mario Jesús Hernández Pérez
Cuantas veces hemos escuchado a pedagogos, psicólogos, sociólogos, antropólogos, filósofos, políticos, docentes, líderes sindicales, padres de familia o simplemente a los estudiantes de cualquier nivel educativo en nuestro país, hablar, opinar o tratar de definir ¿qué es la educación? Algunos dicen que es un proceso complejo, otros que son políticas gubernamentales y que deben actualizarse o reformarse, que si le corresponde a la familia, a la escuela, a la iglesia, al gobierno, educar a los niños y jóvenes. Discusión que finalmente pareciera que nos conduce al mismo extremo de donde partimos y que no hay una solución apropiada a la extensa y rica discusión que sobre el tema surge en todo momento, incluso cómo lema de muchos políticos en tiempo de elecciones, “…un tema demasiado serio para que lo abandonemos exclusivamente en manos de los políticos, que no se ocuparán de él sino lo suponen de interés urgente para su provecho electoral…”. (Savater, F.; 1997; p. 14).
Pero vayamos por partes, porque pareciera que muchos conceptos teóricos o epistemológicos, se han quedado estancados en el tiempo a pesar que aseguramos que el mundo ha cambiado y que el hombre a tenido una evolución sustantiva en los últimos siglos; pero no se diga que en las últimas décadas se ve un avance importante de la tecnología que no va acorde con la evolución o desarrollo del pensamiento.  Así  por ejemplo,  para algunos autores como Mander, nos dice que estamos ante los elementos de un nuevo paradigma pro-tecnológico en el que “no cabe duda de que la revolución científica que enunció una teoría mecanicista de la naturaleza y la humanidad modificó los puntos de vista predominantes sobre la vida y fomentó la fascinación por la máquina y la dependencia de la misma”. (Mander, J.; 1996; p. 43). Y continúa diciendo, que todo ello es “… un proceso de aceleración que nos hace girar cada vez más de prisa y hace que nuestra vida parezca más emocionante…”. (Mander, J.; 1996; p. 82)
Pero esta situación es únicamente en el ámbito de la tecnología, puesto que los preceptos filosóficos y conocimientos que sustentan estas teorías, que siguen teniendo vigencia en la actualidad, provienen desde la antigua Grecia, con Aristóteles, Platón, Pitágoras, Sócrates, por mencionar sólo a algunos de ellos, y cuando entramos al asunto especial que hoy nos ocupa, o sea la educación y más específicamente la Sociología de la Educación, nos remontamos a pensadores de finales del siglo XVIII y  del siglo XIX, cómo los que hasta la fecha le dan un sustento especial a estos temas: Comte, Durkheim, Weber y Marx, por mencionar sólo a los más destacados. Observamos cómo es que el asunto no queda ahí, estando en pleno siglo XXI, con más de una década transcurrida, seguimos teniendo nuestro fundamento, del tipo que queramos, pedagógico, filosófico, económico, social, epistemológico, etc., con las teorías, métodos, programas o políticas, que se iniciaron y se pusieron en práctica, en nuestro país y en el mundo, durante el siglo XX, ¿es qué acaso falta quien se atreva a innovar para transformar la educación y en especial a su producto, o sea los estudiantes?
Que complicado se vuelve el asunto, pero quizás que fácil sea resolverlo, y esta situación sólo tendría un sustento innovador en la posibilidad de realizar un cambio de paradigma sobre todo lo que se ha escrito, reflexionado y aportado a la educación, y entonces cabría preguntar: ¿cuál es el verdadero papel de la educación en nuestros tiempos?
La educación se ha sustentado históricamente, en una relación simple de alumno-docente-escuela-padres de familia, pero precisamente por ser tan simple se convierte en compleja, porque cuando se considera a la educación cómo un fenómeno social entonces la escena se matiza de muchos actores que intervienen en él. Una forma de intentar definir a la educación se dio con Durkheim, que expresó “la educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado el grado de madurez necesario para la vida social” (Durkheim, E.; 1999; p. 49)
En este contexto ¿qué debemos entender por madurez?, sencillamente, que una generación adulta se encargue de educar a una generación más joven, es una situación que siempre ha existido, pero la madurez ¿tendrá que ver con el grado de conciencia? Y esta conciencia ¿tendrá ciertas características? O solamente se referirá a la madurez vista cómo la experiencia de los años, pero ¿los años formando parte de un contexto histórico o solamente los años de una práctica social? Cómo asegura Freire “al posibilitar ésta (la conciencia) la inserción de los hombres en el proceso histórico, como sujetos, evita los fanatismos y los inscribe en la búsqueda de su afirmación” (Freire, P.; 1970; p. 22). Y esto los lleve a alcanzar un grado de conciencia que deja de ser mecánica para convertirse en conciencia crítica.
Una afirmación en el contexto social de todos los individuos que participan en el proceso educativo, sea bueno o sea malo, “en cualquier educación por buena o mala que sea, hay los suficientes aspectos positivos como para despertar en quien la ha recibido el deseo de hacerlo mejor con aquellos de los que luego será responsable. La educación no es una fatalidad irreversible y cualquiera puede reponerse de lo malo que había en la suya, pero ello no implica que se vuelva indiferente ante la de sus hijos, sino más bien todo lo contrario” (Savater, F.; 1997; pp. 16-17).
Pero en nuestro país ¿se educa de una generación adulta a una joven?, quizá estemos en el parámetro de esa premisa, y en pleno siglo XXI estemos buscando redescubrir quien tiene que educar y cómo; ya que esta situación que se la han peleado antaño y en la actualidad, el estado, la familia y la escuela, no termina de dirimirse; situación que nos lleva a remontarnos a la antigüedad, cuando el Estado inició la disputa con la Iglesia por la rectoría de la educación; en Europa, posteriormente en América iniciando en Estados Unidos y posteriormente en México, en el periodo de Reforma con Benito Juárez. Así estas remembranzas históricas, nos remontan a la actualidad con la existencia de una serie de normas, reglas, acuerdos, que basados en el Artículo 3° Constitucional, le han dado el sustento al Sistema Educativo Nacional desde el siglo pasado, cuando en 1921 se crea la Secretaría de Educación Publica. 
De este modo entramos en el tema de la Sociología de la Educación cómo una ciencia que ha buscado dar una explicación distinta a la definición del proceso educativo, y decimos distinto, porque la pedagogía ha hecho su intento, o la psicología a través de todas las teorías de aprendizaje que consideran que los procesos cognitivos y de la mente deben supeditar el aprendizaje. Pero es posible que afirmemos que “los procesos de aprendizaje por medio de las nuevas tecnologías, el continuado perfeccionamiento de los métodos de investigación cualitativa, el continuo desarrollo de los paradigmas hermenéutico y tecnológico, o las nuevas metodologías de la educación a distancia constituyan algunos de los nuevos elementos de la Sociología de la Educación” (Pont, V. J.; 2000; p. 9); y entonces empezamos a tener otras explicaciones y posibilidades de poder llegar a encontrar esa ansiada definición, que a muchos les quita el sueño.
Pero si la Sociología se encarga de todo lo que relaciona al hombre con la sociedad, que llegó “…hasta su culminación en la ciencia de la conducta humana, que originariamente Comte llamó <física social> y luego rebautizó con el nombre de <sociología>” (Giddens, A.; 1997; p. 155); hasta llegar a lo que conocemos cómo Sociología Educativa, “…que puede ser definida como el estudio científico de los factores sociales de la educación…pero que no entra en el problema de la técnica educativa…” (García, Hoz V.; 1960; pp. 135, 136).
Y aunque la Sociología de la Educación junto con otras ciencias y disciplinas, por medio de las Ciencias de la Educación, siguen en busca de esos nuevos conceptos, esos nuevos enfoques, no dejamos de reconocer que finalmente desde la óptica de la ciencia de estudio, los resultados siempre tendrán un sesgo que llevará a una conclusión subjetiva del punto de vista de la ciencia que lo emite. Pero sí, es importante mencionar que todas las ciencias en su conjunto buscan encontrar una relación transdisciplinaria entre todas ellas, participando en el estudio del proceso educativo mirándolo cómo un proceso único, a pesar que cada ciencia dé sus puntos de vista y las diferencias en ocasiones sean muy marcadas.
Por ejemplo, Durkheim decía que la Sociología es la ciencia de la educación, mientras que la Pedagogía es el estudio de las ideologías sobre educación. En estas diferencias, la Sociología de la Educación ha ido encontrando la definición de su campo de estudio, así afirmaba Ottaway, “…estudiando la educación desde el punto de vista sociológico, se trata de un estudio de relaciones sociales… la relación entre la educación y la sociedad es la relación entre un proceso social y otro más grande. La Sociología de la Educación enfoca las fuerzas sociales mediante las cuales se obtiene experiencia”. (Ottaway: 1965, 18; en Pont, V.J.; 2000; p. 17).
En nuestro país, parece que la Sociología de la Educación ha aportado poco al estudio del fenómeno social denominado educación, quizás por muchos factores que nos llevan a un mundo de intereses creados, de grupos de poder, en la toma de decisiones y en la relación del Estado y sindicatos; pero también observamos un gran deterioro de las relaciones entre el Estado, la familia, la escuela y la sociedad en su conjunto, “…la calidad de nuestros servicios públicos, por ejemplo de seguridad o de salud, se ha degradado y se sigue degradando; seguimos poniendo en riesgo la sustentabilidad del país, consumiendo recursos no renovables, contaminando el agua y desforestando bosques y selvas a un ritmo sin precedente; la corrupción y la impunidad siguen generalizadas, ya aceptadas como hábitos de vida irreversibles, la inseguridad, el narcotráfico y el crimen organizado van en aumento.” (Latapí, P; 2007; p. 6).
Todos estos factores que se relacionan con la educación, son el resultado de un fracaso, que sino total, si rotundo y contundente, que inicia desde el seno de familia, pero también en gran medida con la perdida de la parte sustantiva de lo que consideraríamos como una verdadera educación que proporcione la escuela y que no sólo sea un reproductor de un sistema de gobierno que de igual manera, adolece mucho en las prácticas educativas, políticas, y todo lo que les concierne en el nivel de toma de decisiones. Examinemos cuales son las energías que en nuestra sociedad tendrían la potencialidad de producir una educación de calidad, de detonar un proceso gradual pero firme para llegar a tener un sistema educativo moderno, eficiente, equitativo y responsable. Recorramos los actores en los que residen esas energías: los gobernantes, las elites, los maestros, la sociedad misma; ¿advertimos que están aplicando su energía a transformar el sistema educativo? Hagamos esto no con la intención de encontrar culpables si no para comprender las razones por las que nuestra educación es mala”. (Latapi; 2007; p. 7).
Por definición, la educación es una actividad que persigue la transformación de la persona mediante el aprendizaje y, como consecuencia, de su entorno natural y social. (Schmelkes, S; 2001; p. 43); está definición nos lleva entonces a preguntarnos si ¿realmente la educación está cumpliendo con este objetivo?¿transformar a la persona es sólo una definición más, inconclusa por la mala educación que se ofrece en nuestro país?
Luego entonces, surge la pregunta ¿qué tipo de escuelas son mejores, si la pública o la privada?, pero, “tenemos que confesar que la gran mayoría de mexicanos adultos, sea que tengan a sus hijos en escuelas públicas o privadas, son indiferentes o están resignados ante a deficiencia del sistema educativo ¿Quién exige una educación de calidad como derecho?...” (Latapi, P.; 2007; p. 10).
Es por esta razón, que “…la educación es tarea de sujetos, no objetos ni mecanismos de precisión: de ahí que venga sellada por un fuerte componente histórico-subjetivo, tanto en quien la imparte como en quien la recibe…que viene determinado por la tradición, las leyes, la cultura y los valores predominantes de la sociedad en que ambos establecen su contacto”. (Savater, F.; 1997; p.156).
Y por lo tanto, si consideramos que la educación es un proceso transformador, que inicia buscando transformar al individuo, para que éste transforme su conciencia, la realidad social y las relaciones sociales; pero que en la práctica cotidiana y verdadera no es capaz de transformar las relaciones con el Estado, porque “la sociedad prepara a sus nuevos miembros del modo que le parece más conveniente para su conservación, no para su destrucción: quiere formar buenos socios, no enemigos ni singularidades antisociales” (Savater, F; 1997; p. 158).
Por esta razón, en la actualidad se seguirá buscando que la educación sea transformadora, y se deberá empezar por el individuo de forma particular, para que éste vaya transformando su entorno social en base a su conciencia crítica, que desarrolle hombres libres. Mientras tanto, por el momento será importante considerar el planteamiento de Savater, cuando nos dice que educar es universalizar, “…que el ideal básico que la educación actual debe conservar y promocionar es la universalidad democrática…los dos miembros de esa fórmula prestigiosa que, como es sabido, no siempre han ido ni van juntos…” (Savater, F; 1997; p.164).

BIBLIOGRAFÍA
1.    Durkheim, Émile (1999) “La educación, su naturaleza y su papel” en Mariano Fernández Enguita, (editor) Sociología de la Educación, Barcelona: Ariel, pp. 43-49.
2.    Freire, Paulo (1970) Pedagogía del Oprimido, Tierra Nueva, Montevideo Uruguay, Siglo XXI Editores.
3.    García, Hoz Víctor (1960) “Concepto y Contenido de la Sociología de la Educación” en Principios de Pedagogía Sistemática. Madrid, RIALP Ediciones, pp. 134-166.
4.    Giddens, Anthony (1997) “Comte, Popper y el Positivismo” en Política, Sociología y Teoría Social. Reflexiones sobre el Pensamiento Social Clásico y Contemporáneo, España: Editorial Paidós Estado y Sociedad, pp. 151-181.
5.    Latapí Sarre, Pablo (2007). “Recuperar la esperanza: La investigación educativa entre pasado y futuro” en Conferencia de Clausura, IX Congreso Nacional de Investigación Educativa. Mérida, Yuc., 5-9 noviembre de 2007.  
6.    Mander, Jerry (1996) “Fantasía y realidad” en En ausencia de lo sagrado, España: PLENUM 4 Madre Tierra, pp. 37-91.
7.    Pont, Vidal Joseph (2000) “Estatuto Epistemológico de la Sociología de la Educación” en Paciano Fermoso Estébañez y Joseph Pont Vidal  Sociología de la Educación, España: NAU Libres, pp. 9-24.
8.    Savater, Fernando (1997) El Valor de Educar, Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América, México D.F.
9.    Schmelkes, Silvia (2001) “Los valores del Investigador en Educación” en Investigación y Política educativas. Ensayos en honor de Pablo Latapí, México: Aula XXI Santillana, pp. 39-53.


Busca su autonomía la UPN

Con la finalidad de poder decidir sus programas académicos
Por: Javier Pulido Biosca
Con la finalidad de dar a conocer los acuerdos tenidos entre personal académico, funcionarios y alumnos de la Universidad Pedagógica Nacional, UPN, en el sentido de pugnar por su autonomía académica, los docentes Rosario Rivera Villanueva y Alfonso Lozano Arredondo, visitaron Coatzacoalcos.
La finalidad de esta visita fue la de informar a la comunidad académica de la situación que lleva la actual gestión para conseguir la autonomía académica en la UPN. “Buscamos una descentralización autonómica”, afirmó Alfonso Lozano al explicar la propuesta que enarbolan estos docentes, que representan a más del 90% de la comunidad académica de la UPN que, en 2003 se pronunciaron por la autonomía en un referéndum.
Ventajas de la autonomía
El beneficio de tener una autonomía tiene varios aspectos, por un lado se queda cubierto completamente por el Artículo Tercero constitucional, que garantiza que el Estado debe financiar la educación pública.
Por otro lado, explicaron los profesores, se consigue entrar en trato directo con la Unesco y los organismos internacionales del área educativa, con los que México tiene signados acuerdos, como el de financiamiento a la educación superior para que sea gratuita.
Acuerdos que se dejan de cumplir en la actualidad.
También, la autonomía permitiría profesionalizar a los docentes que imparten clases en diversos niveles y no tan sólo en el nivel primario, que es donde actualmente se trabaja. Rosario Rivera Villanueva explicó que al país no sólo le hace falta la alfabetización, que ya casi es del 90%, sino otros niveles educativos en los que es necesario incidir..
Otra ventaja que deriva de la autonomía es que podría la Universidad crear sus propios programas académicos y de investigación, lo que daría por resultado una mayor y mejor producción. También se tendría la ventaja de contar con patrimonio propio.
La postura de la descentralización
Sin autonomía, la descentralización sería una mera desconcentración administrativa cuya carga presupuestal recaería en el gobierno de cada estado. Si la entidad tiene presupuesto puede ser ventajoso para la UPN desconcentrada, si no lo tiene, como sucede a la mayor parte de las entidades federativas, la desconcentración sería perjudicial.
Destacaron el ejemplo de lo que sucedió en el estado de Chihuahua, donde el gobierno creó una Universidad Pedagógica Nacional de Chihuahua y, al carecer de presupuesto, la cerró, dejando fuera a docentes y alumnos.
Otras opi niones
“A mí me parece que en la situación actual de la UPN hay necesidad de autonomía. Además de causas internas (como la creciente injerencia de organismos evaluadores que anulan toda posibilidad de autonomía financiera) hay también causas externas que es importante tomar en cuenta ¿de dónde provienen los lineamientos estratégicos de la política educativa?” Esto lo plantea Samuel Arriarán, Doctor en Filosofía por la UNAM, profesor de tiempo completo de la UPN e investigador nivel 1 del Sistema Nacional de Investigadores. “Para comprender lo que sucede en la educación superior en México, no se pueden dejar de ver las recomendaciones del Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). De estas organizaciones justamente derivan las ideas de calidad y de excelencia que llevan a justificar la necesidad del tipo de educación básica y de universidad empresarial que el actual gobierno impulsa. En este sentido la supuesta baja calidad en nuestros sistemas educativos se debería al crecimiento desbordado del profesorado y al “atraso tecnológico”. “Detrás del aparente esfuerzo gubernamental en hacer énfasis en el desarrollo cultural y educativo (lo que supuestamente lo diferenciaría de las recomendaciones tecnocráticas), sin embargo se cae en el colonialismo, es decir que las organizaciones internacionales, pese a sus buenas intenciones, únicamente recomiendan transferir conocimientos mediante el envío de datos y modelos de acción de los países centrales a los periféricos.
Como todas las organizaciones inspiradas en propósitos paternalistas conciben a los países latinoamericanos únicamente como naciones pasivas y receptoras. “No deja de ser contradictorio y altamente incoherente que la solución de los problemas de la educación superior sea convertir en funcionarios y personal docente a los representantes de empresas y organismos gubernamentales e internacionales. Aquí el remedio ha resultado ser peor que la enfermedad ya que el dar chamba a los empresarios en las universidades públicas únicamente haya servido para incrementar la burocracia. “No basta entonces formular recetas con base en indicadores de rentabilidad. Esto lleva únicamente a fundamentar un tipo de universidad empresarial y tecnológica. Lo que hace falta es una universidad alternativa que posea como principal virtud la posibilidad de autodefinición académica, es decir, de autonomía efectiva, verdadera capacidad para decidir por sí misma sus objetivos, orientados por intereses distintos de la rentabilidad y el mercado.
Personalmente me adhiero a esta aspiración de una universidad autónoma opuesta al modelo de la universidad empresarial. No está de más subrayar que esa universidad alternativa debe buscar la autonomía si tenemos en cuenta de que en la Universidad Pedagógica, se opone la descentralización a la vida autónoma como si fueran antagónicas.
Esto es un falso dilema.

DIGNIDAD

D. Mario Gómez A.
¡QUÉ MAJESTUOSIDAD!
CRESTAS PETREAS SE IERGUEN
CON TAL VIRILIDAD
SOBRE SÁBANAS
DE NUBE BLANCA
SOBRE CAÑADAS Y BARRANCAS
(CICATRICES VERDES)
SOBRE CAMINOS DE AGUA
Y LADERAS ARDUAS.
¡QUÉ DIGNIDAD!
FUERTE, ENÉRGICA Y ALTIVA
DE PLUMAJE SEÑORIAL
CON SUS ALAS DOMINANTES
¡ÁGUILA REAL!
DUEÑA Y SEÑORA
DEL ESPACIO
DEL VIENTO ULULANTE
DEL OCASO Y DE LA AURORA.
¡QUÉ DIGNIDAD!
OJOS DE AZABACHE
BIEN TRENZADOS CABELLOS
FRENTE ERGUIDA AL CIELO
PIEL COLOR DE TIEMPO
PRECOLOMBINO
VESTIDO DE FLORES Y DESTELLOS
TAN DIVINO.
¡QUÉ DIGNIDAD!
DIGNIDAD QUE PÍSA FUERTE
DIGNIDAD.
DIGNIDAD QUE LLORA Y SUFRE
DIGNIDAD.
DIGNIDAD QUE GRITA
QUE RECLAMA
QUE ASUME
DIGNIDAD.
¿DÓNDE ESTÁS?
DIGNIDAD.
JULIO DEL 2012

Los sueños, imágenes oníricas

Por  Olga Fernández Alejandre*

Y podrás conocerte recordando
del pasado soñar los turbios lienzos,
en este día triste en que caminas
con los ojos abiertos.
De toda la memoria, solo vale
el don preclaro de evocar los sueños.
Antonio Machado

      El sueño es un universo increíble; una dimensión desconocida, una aventura o un suceso extraordinario que hace aparecer la obra más exquisita de ciencia–ficción en un pobre remedo de lo que es el mundo del sueño, en donde las cosas más absurdas se convierten en naturales.
      Dentro de esos límites podemos desdoblarnos, multiplicarnos, y lo increíble toma visos de realidad. Hasta viajamos a lugares nunca vistos o paisajes tenebrosos y terroríficos, ya que finalmente todo se vale dentro de un sueño.
      Cuando más nos adentramos en los brazos de Morfeo más extraordinarios se nos antojan los seres o cosas que lo pueblan. Porque la consecuencia del sueño es soñar. El profesor R. L. Müller, ve la causa de soñar igual a un acumulador que se descarga por la fatiga  y vuelve a cargarse durante el sueño.
      El doctor soviético Iván Petrovich Pávlov premio Nobel de Medicina, después de hacer varios experimentos con perros, llegó a la conclusión que los animales más descansados se dormían rápidamente al oír un sonido repetitivo. Los humanos estamos sujetos al mismo fenómeno, aunque nos levantemos en buena forma de la cama pero; si oímos el tic-tac del reloj, el traqueteo uniforme al pasar un tren o el tamborileo de la lluvia sobre los cristales, nos volvemos a dormir.
      Sin embargo, no logró descubrir la zona cerebral donde se realiza este fenómeno, sino que fue el profesor Giuseppe Moruzzi en la (semana neurofisiológica, París 1958) ahí anunció que se encontraba dicha zona en el centro del cerebro y sus investigaciones dieron por conclusión, que una canción de cuna es por excelencia, el somnífero más poderoso. Sobretodo al trabajar con niños.
      Con todo esto, el mapa de los sueños sigue siendo un misterio y hasta nuestros días aun hay regiones todavía sin explorar.
      Con el paso del tiempo el mundo científico lo consideró como mera superchería.
      Fue precisamente dentro del mundo de la ciencia, que un médico restituyó al sueño como manantial de saber. Sí, me refiero al padre del psicoanálisis (Sigmud Freud) ni más ni menos encontró  en las imágenes nocturnas, un significado oculto de suma importancia para el entendimiento del espíritu; permitiendo recuperar las emociones reprimidas de la psique de un individuo en el subconsciente.
      La tradición esotérica después de haber sido minimizada, por increíble que parezca fue retomada por el sicoanalista, ya que los sueños son fuente de sabiduría.
      Según palabras de Freud los sueños eran “La vía regia de acceso al subconsciente”.
      Pero, también esas representaciones oscuras y abstractas, encierran todo un simbolismo y es necesario para descifrar este lenguaje; estudiarlo y aprender su significado.
      El padre del psicoanálisis decía: “Para mi asombro descubrí un día que la concepción médica del sueño, no era la más popular, sino la superstición, lo más cercano a la verdad”.
      Él descubre que los sueños tienen un sentido pero no el trascendental, espiritual y glorioso que le daban los hombres de la antigüedad y los maestros de las ciencias herméticas, sino por el contrario se trata de mensajes reprimidos por la cultura, la moral y la ética impuesta al individuo dentro de una sociedad.
      Quizá uno de los grandes errores de Freud en el análisis de los sueños, haya sido atribuirle todo a los instintos sexuales.
      Es muy cierto que desde los años sesenta del siglo pasado, el mundo se enfrentaba a una carrera desenfrenada hacia el placer. Los jóvenes de ese entonces tildaban a las generaciones anteriores de hipócritas, pues trataban de ocultar lo que tanto deseaban.
      En la época en que Freud descubre el psicoanálisis, interpreta la historia de Edipo al pie de la letra y pudo constatar que muchos de sus pacientes viven este complejo e inventa el famoso (Complejo de Edipo) según el cual este legendario griego desde la adolescencia siente atracción por su madre y quiere tener relaciones sexuales con ella. Y deseos homicidas con su padre.
      Así, terminó Freud de relacionar todos los símbolos oníricos a los órganos sexuales Ejemplo: Soñar con una campana es el órgano femenino, el campanario de una iglesia indiscutiblemente era el falo masculino etcétera. ¿Cómo llegó a convertir los sueños en una sucesión de visiones sexuales? Sus pacientes colaboraron en gran medida para que así, fuese.
      Con el tiempo el psicoanalista Paul Diel lo desmiente y nos dice: “La madre edipiana de la historia es la madre tierra, con todos los frutos y placeres materiales que pueden sacarse de ella. El padre es la fuerza espiritual.”
      Ha estas alturas nos seguimos preguntando, ¿qué son los sueños?, ¿de qué elementos están compuestos? A través del tiempo la humanidad se ha hecho estas preguntas teniendo diferentes respuestas:
      Por un lado, el mundo científico lo racionaliza y lo ve como una producción onírica, a la que no hay que atribuirle nada especial, sino únicamente impulsos eléctricos que se dan a nivel celular.
      Por el otro, al sueño se le dota de sentido, más allá de lo comprensible y a partir de determinadas señales, sus significados son más profundos.
      En este amplio abanico se agrupan, desde el esoterismo hasta el Psicoanálisis donde el sueño se toma como un conjunto de imágenes, que en otros tiempos solo estaban reservados para unas cuantas personas que hacían adivinaciones a través de él.
      Antiguamente y en algunas civilizaciones, no por ser sueños dejaban de ser menos reales. Se creía que eran mensajes de los Dioses, y estaban supeditados a los designios divinos.
      Los sueños fueron los guías de la humanidad en sus primeros pasos por la tierra. Ya en la Biblia aparecen como el motor fundamental de toda actividad; como el famoso sueño del faraón egipcio que interpretara José, (hijo de Jacob, que fue vendido por sus hermanos), donde aparecían siete vacas gordas y siete vacas flacas, permitió que el pueblo egipcio subsistiera en un periodo de sequía y penurias. El faraón lo premió y permitió según la Biblia que las doce tribus de Israel se trasladaran a Egipto sentando las bases de su futura esclavitud. Los sueños en la Biblia, fueron inspiradores de la política, la economía y hasta la guerra.
      Griegos y romanos encontraron en los sueños mensajes ocultos del futuro e información de los hechos del porvenir. En Grecia; tanto reyes como senadores, mercaderes, soldados y gente común y corriente acudían, a la ciudad de Delfos para que sus sueños fueran correctamente interpretados.
      En la edad media se concibieron muchas veces como productos demoníacos que conducían al mal.
      Incluso hay sueños que pueden ser premonitorios. El emperador Constantino, soñó antes de la batalla de Bizancio que una gran fiera cruzaba el cielo. El lo interpretó como un gran augurio y como signo de triunfo; el resultado fue que instituyó la religión cristiana en todo el Imperio romano.
      José Luís Borges afirmaba: “Nosotros no somos más que imágenes efímeras, vistas como una realidad superior a la realidad misma”.
      Carl Jung en el libro “Memorias, sueños, reflexiones”. Expone la teoría de que los sueños oníricos son una reserva de imágenes arquetípicas universales, que no son creaciones individuales como pretenden algunos estudiosos, sino productos de la humanidad desde principios de los tiempos.
      En esa época las sociedades se dejaban guiar por los diferentes rangos que pueblan el mundo de los sueños. El antropólogo Lucien Levy-Bruhl en su libro, “La Mentalidad Primitiva” aseveraba: “Para la mentalidad primitiva el mundo visible e invisible forman un todo, el sueño les trae datos que para ellos valen tanto, si no más, que las percepciones obtenidas durante la vigilia. Para ellos los dos mundos forman parte igual de sus experiencias”.
      Las tribus primitivas que existen al día de hoy en: La zona amazónica del Brasil, en el África ecuatorial, en Nueva Zelanda o Australia; su autoconciencia nada hace sin el consentimiento de los sueños.
      Para estas personas los sueños son considerados como hechos absolutos y ciertos, que ocurren en otro plano de la realidad.
      El antropólogo inglés Charles Wright, en 1937 constató un hecho en una tribu africana swahili.
      Un hombre estaba por ser decapitado ante toda su tribu, pues había tenido una falta grave al soñar que; había asesinado a un hombre que se acostaba con su mujer y la hacía gozar, luego fue a su propia casa y mató a su mujer. El antropólogo inglés muy preocupado pregunto al intérprete, ¿los asesino realmente? Él, le respondió: Claro que no, solo fue un sueño pero al mismo tiempo fue un hecho real y tiene que pagar por su culpa.
      En un texto que data del siglo XIX, lord Williams River, relata algo semejante:
      En otra tribu  una mujer muy joven, se auto flagelaba hasta sacarse sangre y le ordenó al interprete que en su nombre detuviera a la joven, pero este le contestó: Si yo la detengo tendré el mismo castigo que ella, pues está lavando su culpa por haber soñado que tenía relaciones con un hombre, siendo que es una virgen dedicada a los Dioses.
      También nos preguntamos, ¿para qué sirven los sueños? Estos son indispensables, para el equilibrio mental y psicológico; es como una especie de balancín que nos mantiene en la cuerda floja del equilibrio mental. La falta de sueño puede conducir a trastornos efectivos o mentales, con todos los desastres que esto acarrea.
      Si una persona no duerme lo suficiente o su sueño es interrumpido constantemente en la etapa en que está soñando, (tenemos como mínimo cinco sueños por noche) llega a tal desequilibrio que se desata la locura y finalmente sobreviene la muerte. Se ha comprobado que el hombre a través de los sueños puede descargar sus deseos inconfesables, sus frustraciones, sus temores y sus complejos. Sin esta válvula de escape, la falta del equilibrio psíquico se haría pedazos.
      Fue Artimodoro de Éfeso un literato griego que vivió en el siglo II d. C. Quien escribió la primera *Cábala de los sueños* llamada (Oneirokritiká) es decir: Interpretación de los sueños. Posteriormente los egipcios y mas tarde los gitanos le hicieron cambios y anexos que complicaron un tanto su interpretación.
      Algunas personas caminan en sueños, llamado sonambulismo; se trata de un sueño en movimiento. Dicen los estudiosos del tema que es una especie de auxiliar del subconsciente que induce a ciertos sujetos a realizar algunas tareas, que de ninguna manera harían estando despiertos. Hay dos clases de sonámbulos: Los que se limitan a abrir puertas o ventanas, hablar dormidos, o de ambular por su casa y los que hacen determinados equilibrios; en el filo de una cornisa, escalan varios metros de altura o caminan tranquilamente esquivando coches en la madrugada etcétera. ¿Por qué razón estas personas que vagabundean en la noche, parecen escapar de los peligros? Aun en la actualidad a ciencia cierta no se sabe muy bien el mecanismo de porqué una persona aparentemente normal es sonámbula, ya que ningún experto ha llegado aclarar el misterio del sonambulismo.
      Aparte de las imágenes oníricas las personas tenemos otras clases de sueños, ya que en su exaltada carrera hacia el progreso, la humanidad se olvidó de soñar. La fantasía y la ilusión, es un estado a donde viaja el espíritu para buscar la realización de sus ambiciones o aspiraciones. Desgraciadamente en la actualidad ya no tenemos esas quimeras de cuando éramos niños y fantaseábamos convirtiendo la realidad en un mundo diferente y nos convertíamos en héroes capaces de vencer a: Dragones, monstruos, o seres diabólicos, o convivíamos con gnomos, hadas y elfos. Todo prácticamente se ha perdido, pues el mundo de hoy con tanta tecnología y televisión ya no estimula la mente de los niños.
      Sin embargo cuantos: Pensadores, artistas, filósofos y hasta hombres de ciencia han soñado o fantaseado, pensando que de los grandes sueños vienen las grandes realizaciones. Porque el soñar no cuesta nada.
      Cuantos hombres después de un sueño, ¿han compuesto sinfonías bellísimas o escritos novelas de éxito o descubierto inventos maravillosos?
      Las personas nos pasamos durmiendo la tercera parte de nuestra vida y la mitad de ese tiempo la pasamos produciendo imágenes oníricas, de ahí, que la necesidad de soñar nos sirva de catarsis y el propósito al interpretar los sueños, sea tratar de entender lo que nos dice el subconsciente, para controlar aunque sea en una mínima parte nuestras vidas.
      Edgar Allan Poe aseveraba: “Todo lo que vemos, no es más que un sueño dentro de otro sueño”.
titama43@hotmail.com

MIL KILÓMETROS MAS ALLÁ DE LA CHINGADA


Gerardo Cornejo
¡Jíjo de las mil y una madres! -Exclamó Juan de Dios Alfaro el día en que desenterró aquellos guijarros rayados mientras cavaba en una de las cuevas de la remota serranía de El Apache en busca de mejores barros para sus adobes. -Esto tiene algo… pero un algo muy... muy algo, pues- Se dijo, y desde entonces regresó y volvió a regresar para seguir sus excavaciones, hasta que una tarde asoleada dio con las primeras vasijas dibujadas que muy pronto serían bautizadas como “”las ollas pintas”” en la extensa comarca de Mataindios Ortíz.
Y le pasó que su natural curiosidad lo fue llevando a escudriñarlas con un interés que no se recordaba y que, sin darse cuenta, lo fue llevando a una especie de delirio creativo que no se conocía: ”si ellos… digo... si los ellos que vivieron en estas remotidades, sabrá Dios hace cuántos nuncas, pudieron hacer estas chuladas de ollas, ¿por qué no podría yo hacer lo mismo si de ellos mismos desciendo? Y quien quita y en eso de aprender haciendo, me hago de un oficio porque este de chivero, leñador y adobero pues como que ya...””
Y ni él mismo se acordaría después cuanto tiempo se le pasó en aquellas cavilaciones, el caso es que a sus catorce años tenía vida de sobra para emprender una aventura de reinvención cuyo futuro no alcanzaba ni siquiera a vislumbrar.
Y fue allí, entre cuevas umbrosas y cumbres escarpadas, donde sopezó, consideró y decidió que... que aprendería el oficio de la alfarería.
Comenzó entonces un lento, largo y laborioso autoaprendizaje que le llevó años de amasijos quebradizos, moldeados disparejos y pulidos opacos hasta que, finalmente, logró las primeras vasijas de su propia cosecha, las primeras combinaciones de su propia invención, los primeros quemados sin “reventazones”  y los primeros secados sin rajaderías.
“-El Juan de Dios agarró una loquera por allá por las cuevas de la serranía”, --comentó uno de los viejillos que todas las mañanas se sentaban a calentar sus huesos con el sol y a calentar las bancas de la plaza con sus nalgas. “”Está visto que cuando anda uno en demasía por aquellas soledades, se le puede meter en la cabeza cualquier ancheta desas””, Agregó otro; “Y pacabalarla” remachó un tercero, “por allá le pegan a uno de frente los ventarrones arremolinados esos que vagan sueltos por la llanura. Y todo eso junto, le puede alborotar a cualquiera el avispero de las idellas. A saber cuándo esas carajadas empezaron a botarle la cadena al Juan de Dios porque ya lleva meses batiendo caliches, cociendo cajetes y luego pintarrojeándolos para sepa Dios que fin. Propongo que a esa nueva ventolera le demos el bautizo de “‘el mal de las ollas pintas” ”¿qué les parece?”.”
 -“Pues mientras no sea contagioso”- dijo el último que habló.
Pero Juan terco, Juan soñador, Juan Juan, albergaba un alfarero en sus adentros que se había despertado para siempre y que no lo dejaría descansar hasta el día en que lograra las primeras piezas vendibles después de las últimas pinceladas con espigas y plumas. Lo de inventar los pinceles de pelo de niño vendría mucho después cuando ya había logrado un cierto dominio sobre el oficio.
Así se le fueron veinte años y uno más.
 Hasta que un buen día, cargó con sus mejores piezas, tomó el rumbo del norte y desapareció en el polvoriento camino del viejo Casas Grandes. No se supo de él hasta mucho después, cuando regresó con la cara iluminada: había vendido las vasijas en una tienda de cacharros de un lejano pueblo de Nuevo México.
Y fue precisamente allí donde fue a descubrirlas aquel joven antropólogo con ojos de águila y olfato de sabueso. Y le pasó también que, imantado por la rareza y extraña factura de las piezas, se juró que no pararía hasta dar con quien fuera que las hubiera fabricado. Así fue como comenzó un largo peregrinar que lo llevó por dilatadas extensiones vacías y sedientas (de Deming a Palomas; de Palomas a Janos; de Janos a Casas Grandes viejo, de...) hasta que, por fin, hizo su desorientado arribo a la inhospitalidad de la región de Mataindios Ortiz y... y del taller de Juan de Dios Alfaro.
“-MacCallum - Le dijo el gringo académico al pueblerino atónito, poniéndole dos vasijas por delante. “-Spenser MacCallum me llama. Usted es don Juan I take it-
-Sí señor, para servirle pero... ¿de dónde carajos sacó esas ollas?” “
-De un junk store de Deming New México y, y desde allá y desde cuando yo anda viajando y viajando en busca de usted y de su lejosísimo pueblo.”- Y desde entonces, se desató entre los dos, una espiral de mutuo descubrimiento que los llevó a trabajar juntos por más de siete años. Eso fue lo que dio salida al arte de Juan al mundo exterior. Y se la dio tanto que sus piezas comenzaron a exhibirse en galerías del país vecino y luego en grandes museos de Europa (entre ellos el del Vaticano). No sería sino una década más tarde cuando fuera descubierto por la comunidad artística nacional que le concedería el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
“-¿They are beautiful, aren´t they?”-Dijo a mis espaldas una voz desconocida cuando curioseaba por una pequeña galería de Alamos, deteniéndome ante aquellas extrañas piezas de cerámica que atraían la atención de quien les pusiera el ojo encima.
-Pues sí, sí que son preciosas y sobre todo extrañamente originales”
-Contesté mientras volteaba para conocer al dueño de aquella voz.
Era Jaime Toevs, gringo aventurero, buscador de arte, viajero atípico y comerciante cambalachero de cachivaches que no sólo conocía aquella historia sino que en sus correrías había ido a dar con Mataindios años antes y se había hecho amigo de don Juan y más tarde de Spenser. Desde entonces viajaba hasta allá un par de veces al año para surtirse de ollas que traía a vender a su galería.
Dos tragos más tarde, me había convencido de que fuéramos “”a Mata para que escribas algo sobre aquel milagro de los barros”. Me espetó.
Y un mes más tarde, se aparecía en mi cabaña montañesa para emprender desde allí la travesía de la Madre Sierra con rumbo al mentado pueblo ceramiquero.
Llovió toda la noche y la mañana llegó toda envuelta en gasas de niebla. Pero eso no impidió que, al alba, aventara un zapato hacia el tapanco con la intención de despertar a Jaime. Bajó de inmediato y en menos de un apenas, ya íbamos entre cumbres nevadas y espesos bancos de niebla. Remontamos Basaseachic, Tomochic y Río Verde  y antes de llegar a La Junta viramos hacia Guerrero. Y de allí en adelante se nos resbaló la mirada sobre el exceso de distancias que se dispersan en valles oceánicos contenidos por cadenas montañosas paralelas.
Engullendo lejanías, pasamos por Matachic, dejamos Madera hacia la izquierda para salir a Gómez Farías, atravesar la sierra de La Catarina y bajar a Buenaventura.
 Y frente a nosotros se extendió, ilimitado, el reino de la sequedad pedregosa, las polvaderas extraviadas, la peladumbre territorial, la desnudés vegetal y la predominancia del baldío.
Después de interminables rectas anestésicas, llegamos por fin a Nuevo Casas Grandes para seguir luego hacia Casas Grandes viejo donde visitaríamos tres talleres que imitaban la alfarería de Mataindios Ortiz.
Habíamos viajado once horas y el día se acababa, así que la emprendimos de inmediato hacia la mormonería de Colonia Juárez. Y como ya estábamos casi al final del mundo, allí se acababa el pavimento y empezaba una terracería cacariza y estrujaentrañas. Para el colmo, una llovizna terca se nos vino encima convirtiendo la hoyanquería en charquería cuyo salpicado de lodo líquido y pegajoso convirtió pronto el Jeep en un zapo lodomorfo recién emergido de su hibernación invernal. Avistamos entonces, pérdida en la llanura, una vieja hacienda terracista cuya dignidad arquitectónica pedía a gritos una piadosa restauración.
Y el maldito Mataapaches que no se avistaba por ninguna parte.
La extensión desolada seguía sin ofrecer asidero a la mirada que, suelta, se deslizaba hasta la Sierra Madre por un lado y por el otro hasta la cadena montañosa de El Apache, cuyo gigantesco perfil indiano domina el yermo vacío. Y...
 Y el dichoso Matanavajos que no llegaba nunca.
Jaime me calma entonces con un “”ya merito llegamos”” y yo le replico que “”hace horas que me vienes diciendo eso y es que lo que nunca me aclaraste fue que este pinche lugar está a m-i-l k-i-l-ó-m-e-t-r-o-s  m-á-s a-l-l-á d-e    l-a c-h-i-n-g-a-d-a...”
Y la noche se nos viene encima...
                                                    y, poor fiiin... avistamos a lo lejos un reguero de casas de adobe retostado por el sol y carcomido por el viento.
Hacemos la entrada ya de noche. De varios postes grises cuelgan focos empalomillados que reparten una luz anémica. Todavía traficamos por callejuelas bordeadas de escombros antes de ubicar la Posada Sin Nombre. Hemos llegado, ahora si, a un lugar de aquellos por los que nadie pasa nunca porque están al final de la hebra; de aquellos a los que se va sólo por decisión o sólo por necesidad. Es decir, porque están en el confín del ancho, ajeno mundo.
Pero, al fin, allí estábamos y había que salir la siguiente mañana a visitar los talleres y galerías alfareras. La mayoría de los artesanos, siendo amigos de Jaime, le permitían hacer su selección con paciencia y cortesía. Por eso pasamos el día entero de casa en casa, saltando charcos, evitando perros y examinando cuantas “ollas pintas”” se les antojaba enseñarnos  ya que había que distinguir sus diferentes calidades y detectar aquellas que según Jaime “están hechas con un amor y una paciencia que las convierten en esa policromía filigranada de colores, formas y texturas que las han hecho tan famosas”. Y es que, se siguió Jaime, “ellos no sólo trabajan para subsistir sino para buscar la perfección y la belleza, por eso cada artista firma la pieza que elabora y...” “y mejor no le siguió cuando vio mi gesto de impaciencia porque faltaba todavía que cumpliera su promesa de presentarme a don Juan en su propia cueva calichera.
Así que al día siguiente fuimos directo a su galería.
Unas cuantas palabras me bastaron para darme cuenta de que estaba frente a un artesano consumado y desprovisto de toda vanidad porque en lugar de esconder sus conocimientos los había repartido entre sus familiares, amigos y vecinos desparramando aquella bonanza a mas de trescientas familias que ahora vivían de aquel oficio. Sus treinta y un años de trabajo le habían dado una maestría indisputable, por eso era el protagonista central de aquel renacimiento de barro, de aquel milagro de arcilla y aquella explosión de creatividad. Pero no se dormía en sus laureles y continuaba sus excavaciones en busca de mejores barros, arcillas y caliches. Y es que él, en sí mismo, era una combinación de estos tres componentes en un estado de perfecto cocimiento y de brillante pulido. Y todavía se remontaba a las montañas no solo en busca de extrañas piedras de donde extraer colores, sino de remansos de soledad para mantener aquella salud espiritual que se le reflejaba a las claras en el rostro.
Me despedí de él con la extraña sensación de que no volvería a verlo nunca.
Caminé después distraídamente por el pueblo y pronto me di cuenta de que diambulaba por un caserío de los que compiten reñidamente por el título del pueblo más horroroso del país y en el que Mataindios podría aspirar a finalista.
Y mirando aquel entorno no pude abstenerme de atacar a Jaime con que; “¿cómo es que en medio de esta lejanía y abandono pudo producirse esta eclosión artística?, ¿cómo es que entre este desorden y este tiradero de basura ha podido enrraizar este afán por pintar los sueños en arcilla? ¿cómo es que entre la rudeza humana y la inclemencia climática pudo prender la delicada planta del talento? ¿cómo...””
-Pues muy sencillo - Me replicó -yo creo que esto es posible en cualquier pueblo que cuente con locos luminosos como don Juan de Dios Alfaro Quezada.”
-Y mientras regresábamos (con siete cajas repletas a cuestas) ellos se quedaban allí sin ganas de irse a ninguna otra parte; contentos con su seco sentido del humor (un changarro que se llama Matajári, un perro que chupa piedras, un burro que ruje, una lechuza que lée, un loro zapatista, un viento que se queja, un...) calmos con su destino; ocupados en su arte y... y sin importarles dos cominos que yo opine que Mataindios Ortiz está a mil kilómetros más allá de la chingada. [i]

 


[i] Mucho después, en nostálgica conversa con Spenser y Jaime, en su galería de Alamos y frente a una exposición de las mejores piezas de aquel legendario artesano, vine a enterarme de que cuando supo que le había llegado su hora, lió sus bártulos, se despidió de todos y se perdió por el camino que asciende zigzaguiante hacia la serranía de El Apache. Esta vez no dejó dicho cuando volvería.
 Y era que había decidido internarse en el no tiempo y en el fuera del espacio, para reunirse con los antiguos alfareros paquimés en los vacuos territorios de la otra realidad.