jueves, 19 de enero de 2012

¿Por qué leemos?* Una invitación a la Lectura

Por: Dante Octavio Hernández Guzmán Esta pregunta siempre nos la hemos efectuado y aparecen diferentes vertientes del ¿por qué? Yo recuerdo que de pequeño al recibir la instrucción en la escuela y lectura de calidad… pero ¿qué significaba cada una y cómo la evaluaban?... cómo recuerdo cuando mi profesor Ignacio Treviño de quinto de primaria nos paraba en el estrado y nos ponía a leer en voz alta, mientras él, sentado a un lado del escritorio con un reloj despertador descomunal nos tomaba el tiempo en que leíamos un texto. El nos decía que era una lectura de rapidez y nos calificaba de conformidad con el tiempo que tardábamos. Al siguiente día, nos proporcionaba unas hojas con preguntas acerca de lo que el día anterior leímos y tomando nuevamente su reloj, nos marcaba el tiempo justo para responder a las preguntas, y nos decía al final: tuvieron que efectuar una lectura de calidad para comprender el texto. Al tercer día, nuevamente nos proporcionaba hojas de evaluación; ahora, era un texto y al final una serie de preguntas con relación a él, que nos hacía reflexionar acerca de lo leído. Yo no comprendía la causa de su método, ya que si sabía leer entendía lo leído – pensaba – pues cuando leía las tiras cómicas de los periódicos dominicales se me grababan y las podía repetir con rapidez infinidad de veces, entonces ¿por qué la desconfianza del profesor hacia nosotros por cuanto a la falta de comprensión de la lectura? Un día, después de varios meses con ése ejercicio mental, nos dio un texto para que efectuáramos la misma acción, era cuando mucho una cuartilla, estaba llena de leyes y fórmulas como título rezaba: “Leyes de Newton y su aplicación”. Volvimos a su técnica, él con su reloj ajustado el tiempo y nosotros tratando de descifrar lo que nos había entregado, ¡no comprendíamos lo que estaba en el papel! realmente hasta en ese momento nos dimos cuenta bastaba que no bastaba leer para que nos quedará grabada la información, era necesario un análisis y una base de información previa para poder entender lo escrito… Al término del tiempo, el profesor recogió nuestras hojas, la mayoría en blanco y con su clásica sonrisa moviendo la cabeza nos mencionó: ¿ya observaron que no sólo basta leer para comprender?, es necesario haber asimilado muchas lecturas anteriores acerca del mismo tema para poder dar paso a un nuevo conocimiento… en ese momento calló, para dar paso a nuestras reflexiones. Por varios minutos permanecimos callados mientras que nuestro profesor revisaba las hojas que le habíamos entregado, al ver a todos en silencio, yo me resistí al principio a efectuarle una pregunta al profesor Ignacio, pero pudo más mi deseo de efectuarla que mi temor a ser criticado por ignorante – eso pensaba- por mis compañeros, y le pregunté: ¿Por qué no lo entendimos, si hemos leído otras cosas y se nos quedan grabadas con facilidad? ¿Por qué esto no logramos asimilarlo? Me callé esperando una respuesta clásica del profesor en la que nos daba una lección de teorías conocimientos amplios, en éste caso esperamos una perorata literaria y aburrida, debido a ello, todas las miradas de mis compañeros se dirigieron a mí, y con tanta vehemencia me observaron, que sentí que me hacía más pequeño y me arrepentí en ese momento de haber preguntado. Con mucha parsimonia el profesor se quitó los lentes y los colocó suavemente sobre su escritorio y me respondió: cómo les mencioné, es necesario para algunas lecturas tener conocimientos anteriores que sean la base para poder asimilar lo que van a leer, en este caso para poder asimilar lo que van a leer, en este caso para poder entender el tema que hoy les dí, es necesario que sus conocimientos de Ciencias Naturales, estén perfectamente aprehendidos, pero, hay algo que nos va allanar el camino y ¿saben qué es? –todos negamos con la cabeza- pues es algo muy simple –agregó el profesor- que nos guste, sí, eso es exactamente lo que se requiere, aparte de la habilidades mecánicas de nuestro cerebro, el gusto por la lectura y no importa cual tiempo sea, la podremos entender, cuando nos guste, cuando disfrutemos leyendo, cuando para todos y cada uno de ustedes la lectura se convierta en un pasatiempo y no en una obligación. A mí se me quedó grabado: “la podremos entender, cuando nos guste, cuando disfrutemos leyendo”, éste es el primer paso para el aprendizaje me dije, pero ¿qué más hay para poder llegar a una verdadera lectura?, ¿Qué pasa cuando ésta es demasiada teórica y nos cueste trabajo el dominio del tema?, ¿por qué aparte de la lectura de comprensión, nuestro profesor nos hablaba de una lectura de calidad? Con el tiempo aprendí a leer por gusto, las palabras de mi profesor se tornaron una máxima: que te guste. Pero aún seguía en la búsqueda de la calidad: ¿calidad en la lectura?, como todo tiene un principio, recurrí al diccionario para esclarecer inicialmente qué se entiende por calidad, y me encontré la siguiente definición; Calidad.- (1) f. Manera de ser de una persona o cosa. || Carácter, índole. || Condición o requisito que se pone en un contrato.|| Estado de una persona, su naturaleza, su edad y demás condiciones que requieren para un cargo o dignidad. ||Nobleza del linaje.|| fig. Importancia o gravedad de algo.|| Cualidades personales.|| Condiciones, en algún juego de naipes. Todo ese cúmulo de definiciones no me dejaron satisfecho, para mí eso no representaba realmente lo que era la calidad, sentía un vacío entre lo que me daba el diccionario y lo que buscaba para satisfacer mi intelecto. Un día, platicando con un viejo amigo –lo correcto sería que mencionara: un amigo viejo- hablábamos de los círculos de calidad y eficiencia en las empresas y asaltó la idea de preguntarle qué entendía por calidad: a lo que simplemente respondió: hacerlo mejor día con día, pero ¿cómo lo logro?, fácil, con práctica una vez que iniciamos podemos aumentar el volumen de lectura diaria, la calidad de lo que leemos, la complejidad, pero, todo con ritmo, con secuencia, con continuidad, con afinidad a nuestro nivel intelectual y principalmente con gusto. Es como cuando desarrollamos una actividad deportiva: empezamos poco a poco con determinados ejercicios y con poco tiempo para efectuarlos, con el paso de los días el número ejercicios los incrementamos e igualmente aumentamos el tiempo en que los hacemos, hasta llegar a un nivel de actividad en el que diariamente tratamos de competir con nosotros mismos por hacerlo mejor. Así funciona para todas las actividades y para la lectura es igual, sólo requerimos deseos, voluntad y constancia para efectuarla y no olvidarnos del gusto por hacerlo. La lectura se dice es la inteligencia de un texto, según parecer de quien lo lee, o según la manera de quien lo ha escrito, siendo un conjunto de conocimientos algunas veces teóricos, otras prácticos y en otras teóricos prácticos, nos van a llevar al cabo de su lectura hacia otro estadio de la mente, donde podremos determinar el grado de aprehendizaje al que hemos llegado al término de la lectura, ya entraría en ese momento nuestro análisis y síntesis de lo leído, pero ¿esto sería posible, si no hubiéramos aprendido aquella lectura de rapidez, de comprensión y de calidad que nos dio nuestro profesor de quinto de primaria? Definitivamente, no. El nos dio las bases y nos lanzó a la aventura de la lectura, lo demás vino solo a partir del gusto por leer. ¿Qué podemos leer? Todo o casi lo que se publica, y dijo casi todo porque existen publicaciones que por sí mismas no representan absolutamente nada positivo para la sociedad, esas son las que deben quedar fuera de nuestro ámbito intelectual, algunas son vacías en su contenido, otras exaltan la vanidad y el espíritu consumista de la sociedad, algunas más participan de un juego lúdico-erótico en el que cae el ente social bajo un falso discernimiento de liberalismo y modernidad. Esas son las lecturas que no deben interesarnos y si caen en nuestras manos, tomarlas como lo que son: “Lecturas consumistas”, lecturas que no dejan un aprendizaje más allá de lo que pretenden los editores al través de la mercadotecnia aplicada. Decía, esas lecturas no deben interesarnos, habiendo tanto por leer y en tan poco tiempo. Miles de litros de tinta se han gastado y toneladas de papel se ha producido, para elaborar buenas revistas, libros excelentes, pero que según las estadísticas del país, nadie lee, o casi nadie los lee, porque si cada mexicano leemos medio libro al año – Pregunto: ¿a quién le toca mis excedentes en lectura y los de algunos de mis amigos? –que desgracia estamos en un pobre país de incultos, con los acontecimientos políticos que han acaecido en los últimos meses: Peña Nieto, Cordero, AMLO con sus incoherencias intelectuales y que son los que quieren representar a México, me siento desconsolado al saber que esta es la clase gobernante y no es lo que merecemos, por desgracia es lo que tenemos como clase política, somos un país que no leemos por lo que caemos en la conclusión de que tenemos un país de libros moribundos, pues tomando lo asentado en el libro: Para enseñar no basta con saber la asignatura (2), que a la letra dice: “Los libros tienen vida propia una vez que se hacen públicos y quedan como una foto fija que refleja las coyunturas en las que fueron escritos. Pero cuando entran en contacto con los lectores éstos devuelven imágenes que, desde la consideración de un texto abierto, reclaman una nueva foto, con nuevos matices y puntualizaciones.”. Retomando lo que mencionaba anteriormente, si un libro vive (tiene vida propia) a partir del momento en que se hace público, y queda como una foto fija (en el que lo lee), que lo refleja, y aquí está la parte crítica, ¿qué puede reflejar un individuo de un libro, si este no se ha leído?, al no tener lectores el libro pierde su esencia y por tanto su interés de estar vivo, por ello, nuestro país se ha convertido en un gran hospital de libros moribundos y las librerías y bibliotecas, son los grandes cementerios a los que sólo acuden, de vez en vez, los deudos que aún guardan el recuerdo de aquéllos que algunas veces les dieron la oportunidad de aspirar a otro estadio de la inteligencia. Es necesario que efectuemos un análisis de lo anteriormente escrito y buscar las alternativas para incorporar lectores a la vida diaria, personas que respondan estos comentarios y se les transforme en un reto a superar y una tentación de la cual difícilmente se van a librar en cuanto encaren la lectura de un texto y les guste. Debemos retomar de aquél viejo profesor de primaria, su estilo de iniciarnos en la lectura, pero ya la calidad y comprensión debemos unirla a nuestra actitud crítica y a las ideas que se reflejen de una primera lectura, a nuestro análisis desde el punto de vista de nuestra intelectualidad, a nuestra capacidad de síntesis y principalmente como decía mi profesor que encontremos el gusto por todo aquello que leemos. Dante Octavio Hernández Guzmán. *Ensayo modificado del Publicado en el libro “Un acercamiento a los Recursos Didácticos” Editorial Comunidad Morelos mayo 2002 (1).- Proviene del latín, qualitas, -atis. (2).- Hernández, Fernando; Sancho, Juana María.- Papeles de Pedagogía, Editorial Paidós, 1996, México.

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