sábado, 12 de noviembre de 2011

Editorial Fuentes literarias

En la literatura, como en las demás artes, los creadores son tan infinitos como desconocidos, destacando algunos por diferentes circunstancias, imposibilitandose la afirmación que se constituyan ciertos autores en los mejores, aunada a la subjetividad inherente a los críticos. Los criterios selectivos o evaluatorios aplicables a la literatura y sus autores, como en todo tipo de evaluación, incluyen aspectos técnicos y estéticos, entre otros aspectos, sin embargo sólo constituyen una guía y el más válido será el adoptado por el lector, en función al objeto perseguido en su lectura. Desde esta óptica, una de las finalidades de la lectura literaria, es abrevar en la interpretación de ideas, pensamientos sobre temas de interés del lector, generando así nuevas ideas, reafirmar o disentir acerca de las ya existentes, pero en todo caso recrear el pensamieto. De ahí el gran valor que adquiere leer obras de autores preclaros, más no los únicos, porque en toda obra hay un valor intrínseco, dejando enseñanza, experiencia o sencillamente un punto de vista. Un cuestionamiento recurrente entre lectores, también en escritores, es el referente al ¿qué leen o leyeron aquellos escritores consagrados? La respuesta, en diversas ocasiones son encontradas en la lectura de las obras al ser citadas y en análisis de mayor profundidad la influencia de otros autores es clara para los críticos. Los textos autobiográficos son explícitos en determinados casos. Jorge Luis Borges, indudablemente goza del prestigio dentro del ambiente literario. Su obra es vasta y rica en diversos aspectos. Sirva para los amantes de la lectura, el acervo bibliográfico –incluido dentro del contenido de este ejemplar de Tlanestli- integrante de una colección que en algún momento de su vida Borges dirigió, con el objeto de inmiscuirse en una de sus pasiones: la lectura.

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