jueves, 5 de mayo de 2011

Nace Otero Ciudadano



Marcelo Ramírez Ramírez
          Muchas causas buenas, malas y regulares se ponen hoy día bajo el manto protector de la sociedad civil, que ha venido a tomar así el papel de los defensores de quienes no tienen quien los defienda. Aquí vale la aclaración: la sociedad se desdobla para defenderse a sí misma; una parte de ella, cansada de recibir atropellos, desaires y olvidos, se vuelve activa, se organiza y empieza a hablar fuerte. Es buen síntoma de que está viva, dispuesta a tomar por su cuenta tareas que nunca debió abandonar por completo, por ejemplo, en beneficio de los partidos, transformados en instrumentos de una burocracia política que agota sus energías en cuidar intereses egoístas. En los últimos decenios, la esencia de la política ha quedado obscurecida por un conjunto de prácticas perversas, ideas falsas y actitudes absolutamente inmorales que se presentan como el ser mismo de la política. Un realismo brutal y cínico ha llevado al rechazo de la política, por considerarla ocupación indigna; pocos jóvenes, no siempre los mejores, se interesan en ella. Las iniciativas de la sociedad civil pueden ayudar a modificar esta realidad, aunque tampoco en este campo pueda excluirse el oportunismo de aquellos que buscan crear grupos de presión para ser tomados en cuenta en términos ventajosos. Son riesgos inevitables y no deben considerarse razón suficiente para desacreditar el protagonismo de la sociedad civil. Conforme se organice mejor, podrá garantizar su presencia efectiva  frente a los tres niveles de gobierno, como contraparte indispensable para el buen desempeño del poder público. Ya existen ejemplos positivos, por ahora principalmente en la capital de la república, de las posibilidades de la ciudadanía de incidir en la solución de problemas que la afectan.

            En nuestro estado y precisamente en Xalapa, nació Otero Ciudadano, organización plural en la que concurren personas exitosas dedicadas a las más variadas ocupaciones y actividades, a quienes preocupa el creciente deterioro del tejido social. El propósito: construir juntos un horizonte de esperanza con espíritu de servicio, aprovechando racionalmente el potencial de la entidad, sobre todo el representado por la población misma.

            El escritor Alfredo Bielma, uno de los principales promotores de Otero Ciudadano, a quien acompaña en la tarea el doctor Carlos Luna Escudero, explica la Misión y Visión del grupo. Le señala como objetivo central ser un interlocutor respetuoso del gobierno del doctor Javier Duarte de Ochoa. Ni ánimo obsequioso en pos de favores, ni crítica mal intencionada o perversa con la que también se busca el medro personal, sino actitud madura. Por cierto, este gobierno parece no estar dispuesto a los chantajes mediáticos, lo que lo hace merecedor de reconocimiento; sólo esperamos se mantenga firme, pues muy caro salen al erario las alabanzas desmesuradas que además son de corta duración, mientras el destinatario puede corresponderlas con largueza. Volviendo a la tesis de Alfredo Bielma, para él la exigencia de rendición de cuentas debe acompañarse de la disposición permanente de colaborar con las autoridades. Esto hace de Otero Ciudadano una organización que se compromete en el momento mismo de plantear sus demandas. Este enfoque permite la acción política de la sociedad civil, que en el diálogo encuentra el instrumento para el esclarecimiento de los problemas y la determinación de las formas en que puede participar en las políticas públicas. La esencia olvidada de lo político es favorecer el acuerdo de intereses opuestos; la pluralidad sin la acción de la política, en efecto, puede desembocar en dispersión y lucha enconada de intereses contrarios; de aquí depende el insustituible valor de la política para garantizar un orden dinámico y una gobernabilidad fundada en el equilibrio.

            El nombre de la organización sugiere a un grupo que observa, un grupo vigilante. Acto de mirar no como en el cine o el teatro o como cuando vamos de viaje y disfrutamos del paisaje. Más bien sería como el caminante que se interna en un terreno lleno de peligros y va atento para no perder la orientación correcta o caer en una trampa. La actitud de Otero Ciudadano es observar para entender bien qué está pasando, procesar la información para luego buscar la participación. En la reunión del viernes 18 de febrero celebrada en un restaurante de la ciudad de Xalapa, quedaron establecidas 21 comisiones que atenderán a otras tantas problemáticas. El trabajo de esas comisiones y otras que puedan crearse en el futuro, representará la aportación de Otero Ciudadano a Veracruz. Quizá los valores de la ética política que hoy nos parecen poco menos que irrealizables por la falta de compromiso con el país, debemos decirlo, no sólo de los partidos y la clase política, sino del retraimiento de los ciudadanos a la esfera de los intereses privados, puedan dar un tono diferente a las relaciones entre gobierno y sociedad civil, gracias a la presencia de asociaciones como Otero Ciudadano. En el caso específico de esta asociación, es de desear que los buenos auspicios bajo los que nace se cumplan o mejor, se vayan cumpliendo, sin que los tropiezos y fracasos la deformen, ni la cercanía del poder la corrompa. En la reunión ya mencionada, participaron algunos de los asistentes con tesis y propuestas. Ricardo Ahued tocó un tema sensible: el del divorcio entre el sentir ciudadano y los representantes populares. Además, recordó a los asistentes la estrecha conexión en que viven hoy las naciones, por lo que debemos estar atentos a las consecuencias de los cambios políticos en Egipto, de donde ha salido la señal del fin de dictaduras unipersonales en aquella región clave del planeta. La administración de esos conflictos está esperando medidas enmarcadas en una visión política más humana e integral. Tiene sin duda razón el diputado federal, ningún problema puede ser contemplado ya con óptica casera; hoy día todos los conflictos nos conciernen y es indispensable proceder con una conciencia de identidad planetaria. David Bouchez pidió concretar acciones, subrayando la importancia de esa actitud para la cual no debe pasarse el tiempo aprendiendo teóricamente a nadar, sino aprender nadando. Claro, sin caer en el practicismo coyuntural. Alejandro de la Madrid planteó con vigor el gran tema de la defensa del medio ambiente que a todos debiera preocuparnos, ante los fenómenos del desorden climático que estamos padeciendo. Ernesto Aguilar Yarmuch habló sobre la calidad moral de los miembros del grupo; ella es la garantía del liderazgo que podrá adquirir Otero Ciudadano. Enrique Olivera se refirió a una participación ciudadana efectiva y congruente, exhorto que no debe desestimarse. Rubén Pabello Rojas ponderó el peso de la experiencia de los ahí presentes y la necesidad de ponerla al servicio de la organización. Carlos Soto, de manera enfática, destacó el gran principio de la ética: hacer coincidir el hacer y el decir. Sin éste ejercicio de congruencia de cada día, todo lo demás sale sobrando. Y esto deberá tenerse presente, sin caer en los falsos rigorismos en que también incurre cierta forma de moralismo. Elías Galicia Bravo tocó el tema de los jóvenes y su necesaria presencia en la asociación. Tras su justa petición, reconocemos la delicada tarea de motivar e integrar a la juventud en los proyectos para llegar al futuro deseado. Felipe Hakim Simón expresó la inquietud de buscar la comunicación y el apoyo de organizaciones de presencia nacional. Su enfoque va con el espíritu de solidaridad que debe animar a las organizaciones de la sociedad civil. El arquitecto Mario Méndez recordó algo inherente a la condición del ciudadano: la conciencia de su libertad. Tras ella, impulsados por el anhelo de vivir dignamente, llegan los migrantes africanos a Europa en busca de trabajo. Ese es su sueño, aunque a menudo, añadimos nosotros, se vea frustrado porque todavía no se ha dado el último paso hacia la conquista de la ciudadanía universal y así, al migrante se le escamotean derechos básicos. Como sea, las ciudades, con las que nació propiamente la civilización, son espacios de libertad donde se expande y consolida la personalidad humana. Sólo en ellas pudieron nacer las libertades que pusieron los bienes materiales y culturales al servicio de un mayor número de personas. En las ciudades habrá de darse la lucha por los nuevos derechos de la ciudadanía universal y, desde ellas, podrán difundirse esos derechos para crear una conciencia más dilatada de solidaridad entre los humanos. De acuerdo con el arquitecto Méndez  –y en ello lleva toda la razón-, mejorar la infraestructura urbana tal como él lo propone, es medio eficaz para mejorar ese espacio donde los hombres se humanizan y adquieren las virtudes de la ciudadanía.

            Al extendernos en este asunto de las intervenciones, hemos querido que el lector se asome, por así decirlo, al espíritu que da vida a Otero Ciudadano. Ahí se capta un impulso que deseamos se  mantenga sin declinar. Estuvieron también presentes otros personajes de la vida xalapeña como Raquel Torres, José Zayden, Dulce María Dauzón, de los cuales no necesita hablarse, por su larga trayectoria en la historia de nuestra ciudad. Ha quedado explicado, sin embargo, que no es Otero Ciudadano una organización de xalapeños, ni siquiera de veracruzanos; su vocación es más amplia, tiene que ver con la condición ciudadana que hoy comparten cientos. -¿miles?- de millones de personas en el mundo.

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