miércoles, 9 de febrero de 2011

Editorial



S
i los medios de comunicación son mecanismos que permiten la diseminación masiva de información facilitando la construcción de consensos sociales (Ambrosi, Peugeot y Pimienta), entonces, involucrados –comunicadores y editores- de todo medio deben asumir la responsabilidad social inherente a esa actividad, ejerciéndola no únicamente de manera objetiva, sino también fundamentada en la investigación seria, incluso con rigor científico.
La oferta de información, ahora, se ha multiplicado aunándose a la prensa escrita, radio y televisión, la internet, rompiendo barreras de tiempo y espacio y alcanzando a llegar en breves instantes a casi todos los rincones de las naciones.
La mercadotecnia y la mercadotecnia política se han valido, para su propio beneficio, precisamente de los medios de comunicación para esa construcción de consensos sociales generando para si mismos, grandes capitales políticos y económicos.
Dentro de los contextos: educativo, cultural, científico e intelectual, las alternativas de difusión e información son múltiples, aunque reducidas en comparación con las políticas y comerciales, limitando las oportunidades a usuarios potenciales de estratos marginados.
Pero independientemente del ámbito y finalidades, la diseminación masiva de información obliga a la objetividad e implica, entre otros aspectos: un comunicador desinteresado, desapasionado, entendidos estos últimos conceptos, sin sesgo alguno; referente a la información, ésta debe poseer un valor intrínseco con base en su significado, importancia, vigencia y validez.
Si bien es cierta la dificultad para generar o difundir información objetiva, debido a que el comunicador como integrante de la sociedad interpreta toda problemática a su manera, acorde a su formación profesional y empírica, ofreciendo explicaciones y visiones subjetivas, centrándose en más de una ocasión en las circunstancia y no en su esencia del problema o tema a tratar, tal información deberá apartarse de toda subjetividad hasta donde sea posible.
El fundamento de la información no debe circunscribirse a la observación –método científico válido siempre y cuando haya rigor en la aplicación-, tampoco al rumor, menos aún a intereses personales o de grupos.
Se concluye que los medios, dado que al difundir información, facilitan la construcción de consensos sociales, ésta debe estar fundamentada en la razón, en primera instancia, y en la investigación formal para cumplir decorosamente su función.

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